En Tecate, allá por 1910, mucho antes de que éste se convierta en un municipio; un matrimonio sin hijos, vivían tranquilos en su casa, en aquella pequeña población, alejada de todo. Los caminos eran de tierra y difíciles de transitar.
Un día, mientras que el esposo trabajaba en su parcela, unos hombres aparecieron:
-Buenas tardes -saludó uno de los extraños
-Buenas tardes -contestó amablemente -¿Qué les trae por acá?
-Las ganas de encontrar buena fortuna
Los sujetos comentaron que habían atravesado La Rumorosa con rumbo hacia Tijuana, por lo que aún les faltaba un buen tramo por recorrer. Los hombres, sedientos, le preguntaron al señor si tenía agua que les pudiera ofrecer.
-Me acabo de tomar el último trago -contestó el campesino-, pero si no tienen prisa, mi casa está cerca y tengo un pozo, ahí podrán beber.
Los hombres asintieron, de acuerdo con el plan. el señor se apresuró a levantar sus cosas y guiar a sus invitados hasta su hogar, donde su esposa lo esperaba. Estos al llegar saludan a la mujer quitándose el sombrero.
Bebieron toda el agua que pudieron y comieron junto a la pareja, compartieron historias y se hicieron compañía hasta que llegó la noche y pudieron alcanzar a escuchar a los coyotes aullar. Sin señales de que se levantaran para irse, la mujer y el hombre que los habían invitado, le prepararon un catre para que pudieran descansar y continuar con su viaje al día siguiente.
Ya avanzada la noche se escuchó un grito… Nadie sabe con certeza qué fue lo que sucedió, pero se sospecha que los sujetos robaron las pertenencias de la familia y ya que el esposo se había resistido, le colocaron cadenas y lo lanzaron al pozo del cual habían bebido el día anterior. De la esposa, así como de aquellos hombres que traicionaron la confianza de la pareja, no se supo nada.
Los habitantes del ahora municipio de Baja California, cuentan que se pueden escuchar los lamentos desesperados del hombre y el sonido de las cadenas… incluso algunos han asegurado ver como éste sale del pozo, empapado y arrastrándose lentamente, dejando la marca de sus zapatos, buscando a su mujer.
