El dolor es aún mayor para quienes habían encontrado en elasilo una fuente de empleo que terminó convirtiéndose en unaextensión familiar, pues así consideraban a los adultos mayores,tal es el caso de Norma Alicia Sánchez, quien en el HermosoAtardecer se encargaba de preparar los alimentos.
Sin pensarlo, aquella madrugada salió de su casa al escucharlas sirenas y alcanzar a observar las llamas que surgían delasilo.
“Yo no sabía qué hacer, me fui para allá, pero ya no medejaron entrar a ayudar ya estaba todo ardiendo y no se podíasacar gente; fue desgarrador, empecé a buscar a todos los quefaltaban y pensé que se los habían llevado en una ambulanciahasta que me dijeron que no pudieron sacarlos porque estabanmuertos”.
Junto a otros ex empleados, Norma Alicia visitará hoy losrestos del Hermoso Atardecer para recordar a quienes ahí perdieronla vida.
Rosa María López, residente desde hace más de 30 años delejido Querétaro, refirió que al cumplirse hoy dos años de latragedia que marcó a toda una comunidad se percibe un ambiente detristeza al recordar a los ancianitos que cariñosamente habíansido adoptados no solo por el asilo, sino por todos los residentesde aquella zona.
“Fue muy duro, triste y muy lamentable; fui yo hasta allápara querer pasar porque tenía muchos seres queridos ahí queconocía de hace tiempo, pero no me dejaron pasar, ni acercarnos,pero ahí nos quedamos hasta que teníamos noticias; luego fuimosal ejido Janitzio y pudimos verlos”.
Para otros residentes resulta atractiva la idea de volver ainstalar un nuevo asilo, aunque ahora piden sea edificado yadministrado por autoridades de Gobierno para garantizarcondiciones seguras que impidan que vuelva a ocurrir otradesgracia.