/ martes 4 de abril de 2023

Mexicali a 13 años del terremoto

Más de una década ha pasado desde el sismo con magnitud 7.2 que sacudió a esta región, pero sus testigos no olvidan

Agua brotando de la tierra, casas hundiéndose y calles abiertas por la mitad son algunas de las imágenes que aún persisten en la mente de quienes fueron testigos vivenciales del sismo de 7.2 grados que sacudió a Mexicali y su valle hace trece años, hoy.

Eran alrededor de las 15:40 horas del 4 de abril de 2010, domingo de pascua, cuando se registró el sismo originado a 17 kilómetros al oeste suroeste de Ciudad Guadalupe Victoria y 47 kilómetros al sur sureste de Mexicali, en el ejido Oaxaca.

Aunque su epicentro fue en el Valle de Mexicali, el movimiento se sintió no sólo en la capital del estado sino también en Ensenada, Tecate y Tijuana, además de municipios de Sonora como Puerto Peñasco, San Luis Río Colorado, Plutarco Elías Calles y Sonoyta, y en territorios de Estados Unidos como el sur de California, Arizona y Nevada.

Las imágenes de aquel terremoto quedaron marcadas en la memoria cachanilla, sobre todo entre los habitantes de las zonas más afectadas.

Han pasado trece años desde el sismo magnitud 7.2 que causó estragos en el Valle de Mexicali y el tiempo ha dado paso a la llegada de nuevas personas y viviendas en la zona considerada el epicentro del terremoto, en el ejido Oaxaca.

Al contrario de lo ocurrido en el ejido Sakamoto, que hoy es considerado un pueblo fantasma y sólo una persona vive ahí, el tiempo ha permitido que la llamada “Zona 0” vuelva a llenarse de viviendas, a pesar de que las autoridades les advirtieron que el lugar ya no era habitable.

Esther Sánchez de Zavala, quien había salido a hacer compras a un mercado cercano a su casa en el ejido Oaxaca, vio de primera mano los estragos del terremoto, y fue testigo de cómo varios de sus vecinos perdieron sus casas porque “se las tragó la tierra”.

“Ahí, enseguida de esas palmas había una casa de dos pisos y se hundió, y una señora, la dueña de la casa, quedó atrapada porque quiso salir, pero como se hundió ya la puerta no se pudo abrir, la tuvieron que sacar por el balcón, por el segundo piso, y la tuvieron que llevar al hospital porque iba histérica.

“Muchas casas se afectaron, unas totalmente se cayeron, eso fue para las tres de la tarde y ya para el oscurecer haga de cuenta que se veía como un espejo todo, totalmente inundado”.

Esther vive en el fraccionamiento Nuevo Hogar, en donde el gobierno de Baja California le otorgó una vivienda luego de que su casa fuera afectada por el sismo, sin embargo, a diario visita a su hija, quien ahora vive en la misma casa que dejaron tras el terremoto, la cual fue construida por el marido de Esther en 1973.

“A muchos nos dieron casa de aquel lado y aún así no han descuidado sus casas, y muchos vendieron, y los compradores ya hicieron casa, hay mucha casa nueva”.

Yolanda Rodríguez, quien desde hace 36 años reside sólo a unas cuadras del epicentro, vivió un panorama bastante similar, aunque con la diferencia de que ella y su marido nunca abandonaron su hogar tras el sismo.

Aunque varias casas de sus vecinos se vieron fuertemente afectadas, su vivienda no sufrió ningún daño estructural e incluso fue revisada por elementos de Protección Civil, quienes consideraron que su casa se encontraba en buenas condiciones, por lo que pudieron volver tan sólo 10 días después del desastre.

“Vinieron a revisar pero quedó habitable, nada más fui yo y todos se fueron, había casas pero ahora ya no, de hecho están regresando, ahora ya se mira más vida, cuando recién se fueron todos; están regresando, pero son otras personas”.

Al recorrer las calles del ejido Oaxaca, es normal observar viviendas con cuarteaduras y un poco ladeadas, algunas aún conservan en sus ventanas letreros de Protección Civil, ya descoloridos por el sol, que declaran la casa “habitable” o “inseguro”, aunque todavía hay personas viviendo en ellas.

Sin embargo, también existen casas que han sido rehabilitadas o renovadas por completo por sus dueños y predios que se encuentran en proceso de construcción.

Tras sobrevivir el terremoto de 7.2, Esther parece haber perdido algo de miedo a los sismos, ya que afirma que los de menor magnitud ya no le provocan temor.

“Dicen que nunca vuelve a ser el epicentro donde mismo, eso cree uno, pero no, como pasé eso ya los demás temblores no, y ha temblado fuerte también, pero no como ese, ese fue devastador de plano”.

Por su parte, Yolanda sobrevivió ya a dos terremotos en Mexicali, uno en 1980 y otro en 2010, y si bien no tiene miedo a los sismos, si teme que en caso de que se repita un evento similar y el poblado pierda el acceso a servicios básicos como la luz y el agua.

“No siento miedo, me da miedo pensar en todo lo que pasó más bien de que se va el agua, se va la luz, tuvimos que traer agua, tuvimos que poner una bomba para poder bañarnos, porque duró mucho tiempo en restablecerse, eso si me da miedo”.

De acuerdo a lo dicho por sobrevivientes al terremoto, aquel 4 de abril de 2010 el ejido Oaxaca perdió el acceso a todos los servicios básicos de agua y luz, los cuales no pudieron ser reactivados hasta meses después del suceso.

A muchos kilómetros al interior del Valle de Mexicali, pero a poca distancia de la llamada “Zona 0” del epicentro, se encuentra el fraccionamiento “Nuevo Hogar”, que como el Renacimiento del Valle fue creado para las familias afectadas por el terremoto.

En este fraccionamiento, que era una parcela, se encuentran las primeras viviendas entregadas a los desplazados, las cuales cuentan con calles pavimentadas y un amplio y bien cuidado parque, además de todos los servicios.

Aquel 4 de abril de 2010 Erick Molina Briseño, residente del ejido Oaxaca, se encontraba visitando a sus familiar es en el ejido Veracruz 1 cuando llegó el terremoto, y regresó a casa para encontrarla inhabitable.

“Se levantó la fosa, una grieta pasó por el medio de la casa y se hundió, se ladeó, todo lo de la fosa se metió a los cuartos y todo eso, y se quebraron los pisos, ya no estaba habitable, había muchos animales, cucarachas”.

Erick y su familia han vivido 13 años en Nuevo Hogar, en una casa que les fue donada por el gobierno del estado ya con cerco y refrigeración incluida, la cual lograron ampliar con algunos materiales que salvaron de su antigua vivienda.

Martha Zazueta y Ernesto Álvarez llegaron a vivir a este fraccionamiento en el 2011, apenas un año después de que su casa fuera destruida por el sismo, y todavía recuerdan a detalle mucho de lo vivido aquel domingo.

“Le bailábamos, le bailábamos y ya que se calmó estaba toda mareada, toda atarantada, y ya quería caminar y vuelta pa’trás y vuelta pa’trás, hasta que le dije a mi hermana ‘oye déjame salir por allá por tu casa porque acá no se puede’; haz de cuenta que andaba una víbora por debajo [de la tierra]”, explicó Martha.

Tras el terremoto, la pareja se refugió en casas de campaña que fueron colocadas en el parque de la localidad por elementos del Ejército Mexicano, quienes repartían agua y comida, y posteriormente se fueron a vivir a Mexicali hasta que les entregaron su nueva vivienda.

Aunque viven tranquilos en Nuevo Hogar, Martha dijo sentir temor ante la posibilidad de un movimiento de magnitud similar al del 2010, pues afirma que las calles del fraccionamiento se han comenzado a deformar a consecuencia de los constantes sismos que hay en Mexicali.

Pequeñas viviendas, algunas con juguetes infantiles en los patios y muchas vacías, conforman lo que es hoy el fraccionamiento “Renacimiento del Valle”, la comunidad creada por el gobierno de Baja California para dar vivienda a los desplazados por el terremoto.

La calle que lleva a la entrada principal, curiosamente llamada “De los Sismos” y que posteriormente se convierte en “Renacimiento”, es la única con pavimento y atraviesa el fraccionamiento por la mitad.

En esta comunidad, creada por el exgobernador José Guadalupe Osuna Millán, vive Miguel Delgado Román, habitante del ejido Sakamoto durante 64 años antes de que su casa fuera destruida por el terremoto del 4 de abril de 2010.

La tarde de aquel domingo de pascua Miguel y su familia disfrutaban de un juego de béisbol en el parque del poblado cuando comenzó el movimiento telúrico, que ocasionó la huida de jugadores y aficionados y convirtió a su vivienda en una laguna.

“La mayoría de las casas se cayeron, una que otra casa que estaba bien hecha no se cayeron las paredes, pero las casitas que teníamos más corrientonas la mayoría se cayeron todas; en el momento nos salimos de ahí, nos fuimos nosotros aquí a la colonia La Puerta, yo tenía un lote ahí, y ahí pasamos la noche”.

Un año vivieron el señor Miguel y su esposa en La Puerta, en una casita que les construyeron sus hijos, antes de que se les hiciera entrega de su vivienda en el Renacimiento del Valle, en donde afirma ha vivido cómodamente los últimos años.

El Renacimiento del Valle también es el hogar de Juan Antonio Verdugo y Norma Angélica García, también del ejido Sakamoto, quienes se encontraban en Mexicali al momento del sismo y volvieron para encontrar su casa inundada.

“Esa se ladeó por el agua, porque siempre le llegó creo que como más o menos a la altura de la llanta, poquito más, adentro de la casa, y le salió montones de tierra dentro, como volcancitos”.

Para Juan Antonio, la casa que le fue entregada por el gobierno del estado es cómoda y la considera una mejor a la que tenía antes, sin embargo, le gustaría que pavimentaran las calles del fraccionamiento, para evitar baches.

A 13 años del terremoto, algunos de los vecinos del Sakamoto aún se preocupan por mantener limpios y delimitados sus terrenos, e incluso se ha buscado darles un uso recreativo.

Este es el caso del señor Miguel, quien aún conserva el predio donde estaba su casa, aunque dice tenerlo solo como recuerdo ya que las propias autoridades les advirtieron que jamás sería posible para ellos volver a habitarlo.

“Nada más lo conservamos como un recuerdo, precisamente hace unos meses hubo un convivio ahí en el poblado, se juntó toda la gente, la gente que éramos de ahí, todos llevamos algo para hacer comida y todo, pasar un rato a gusto ahí, recordando viejos tiempos”.

En cuanto a Juan Antonio, recientemente decidió vender su propiedad en el Sakamoto para comprarse un auto propio, pues no tiene la intención de regresar a vivir ahí.

“Yo lo acabo de vender, realmente, porque ya no creo que nos vayamos para allá, porque ya nos dieron las casitas y yo digo que el que se vaya para allá y venda aquí ya no le van a volver a dar casa, y estamos de que en cualquier rato vuelve a temblar”.

Agua brotando de la tierra, casas hundiéndose y calles abiertas por la mitad son algunas de las imágenes que aún persisten en la mente de quienes fueron testigos vivenciales del sismo de 7.2 grados que sacudió a Mexicali y su valle hace trece años, hoy.

Eran alrededor de las 15:40 horas del 4 de abril de 2010, domingo de pascua, cuando se registró el sismo originado a 17 kilómetros al oeste suroeste de Ciudad Guadalupe Victoria y 47 kilómetros al sur sureste de Mexicali, en el ejido Oaxaca.

Aunque su epicentro fue en el Valle de Mexicali, el movimiento se sintió no sólo en la capital del estado sino también en Ensenada, Tecate y Tijuana, además de municipios de Sonora como Puerto Peñasco, San Luis Río Colorado, Plutarco Elías Calles y Sonoyta, y en territorios de Estados Unidos como el sur de California, Arizona y Nevada.

Las imágenes de aquel terremoto quedaron marcadas en la memoria cachanilla, sobre todo entre los habitantes de las zonas más afectadas.

Han pasado trece años desde el sismo magnitud 7.2 que causó estragos en el Valle de Mexicali y el tiempo ha dado paso a la llegada de nuevas personas y viviendas en la zona considerada el epicentro del terremoto, en el ejido Oaxaca.

Al contrario de lo ocurrido en el ejido Sakamoto, que hoy es considerado un pueblo fantasma y sólo una persona vive ahí, el tiempo ha permitido que la llamada “Zona 0” vuelva a llenarse de viviendas, a pesar de que las autoridades les advirtieron que el lugar ya no era habitable.

Esther Sánchez de Zavala, quien había salido a hacer compras a un mercado cercano a su casa en el ejido Oaxaca, vio de primera mano los estragos del terremoto, y fue testigo de cómo varios de sus vecinos perdieron sus casas porque “se las tragó la tierra”.

“Ahí, enseguida de esas palmas había una casa de dos pisos y se hundió, y una señora, la dueña de la casa, quedó atrapada porque quiso salir, pero como se hundió ya la puerta no se pudo abrir, la tuvieron que sacar por el balcón, por el segundo piso, y la tuvieron que llevar al hospital porque iba histérica.

“Muchas casas se afectaron, unas totalmente se cayeron, eso fue para las tres de la tarde y ya para el oscurecer haga de cuenta que se veía como un espejo todo, totalmente inundado”.

Esther vive en el fraccionamiento Nuevo Hogar, en donde el gobierno de Baja California le otorgó una vivienda luego de que su casa fuera afectada por el sismo, sin embargo, a diario visita a su hija, quien ahora vive en la misma casa que dejaron tras el terremoto, la cual fue construida por el marido de Esther en 1973.

“A muchos nos dieron casa de aquel lado y aún así no han descuidado sus casas, y muchos vendieron, y los compradores ya hicieron casa, hay mucha casa nueva”.

Yolanda Rodríguez, quien desde hace 36 años reside sólo a unas cuadras del epicentro, vivió un panorama bastante similar, aunque con la diferencia de que ella y su marido nunca abandonaron su hogar tras el sismo.

Aunque varias casas de sus vecinos se vieron fuertemente afectadas, su vivienda no sufrió ningún daño estructural e incluso fue revisada por elementos de Protección Civil, quienes consideraron que su casa se encontraba en buenas condiciones, por lo que pudieron volver tan sólo 10 días después del desastre.

“Vinieron a revisar pero quedó habitable, nada más fui yo y todos se fueron, había casas pero ahora ya no, de hecho están regresando, ahora ya se mira más vida, cuando recién se fueron todos; están regresando, pero son otras personas”.

Al recorrer las calles del ejido Oaxaca, es normal observar viviendas con cuarteaduras y un poco ladeadas, algunas aún conservan en sus ventanas letreros de Protección Civil, ya descoloridos por el sol, que declaran la casa “habitable” o “inseguro”, aunque todavía hay personas viviendo en ellas.

Sin embargo, también existen casas que han sido rehabilitadas o renovadas por completo por sus dueños y predios que se encuentran en proceso de construcción.

Tras sobrevivir el terremoto de 7.2, Esther parece haber perdido algo de miedo a los sismos, ya que afirma que los de menor magnitud ya no le provocan temor.

“Dicen que nunca vuelve a ser el epicentro donde mismo, eso cree uno, pero no, como pasé eso ya los demás temblores no, y ha temblado fuerte también, pero no como ese, ese fue devastador de plano”.

Por su parte, Yolanda sobrevivió ya a dos terremotos en Mexicali, uno en 1980 y otro en 2010, y si bien no tiene miedo a los sismos, si teme que en caso de que se repita un evento similar y el poblado pierda el acceso a servicios básicos como la luz y el agua.

“No siento miedo, me da miedo pensar en todo lo que pasó más bien de que se va el agua, se va la luz, tuvimos que traer agua, tuvimos que poner una bomba para poder bañarnos, porque duró mucho tiempo en restablecerse, eso si me da miedo”.

De acuerdo a lo dicho por sobrevivientes al terremoto, aquel 4 de abril de 2010 el ejido Oaxaca perdió el acceso a todos los servicios básicos de agua y luz, los cuales no pudieron ser reactivados hasta meses después del suceso.

A muchos kilómetros al interior del Valle de Mexicali, pero a poca distancia de la llamada “Zona 0” del epicentro, se encuentra el fraccionamiento “Nuevo Hogar”, que como el Renacimiento del Valle fue creado para las familias afectadas por el terremoto.

En este fraccionamiento, que era una parcela, se encuentran las primeras viviendas entregadas a los desplazados, las cuales cuentan con calles pavimentadas y un amplio y bien cuidado parque, además de todos los servicios.

Aquel 4 de abril de 2010 Erick Molina Briseño, residente del ejido Oaxaca, se encontraba visitando a sus familiar es en el ejido Veracruz 1 cuando llegó el terremoto, y regresó a casa para encontrarla inhabitable.

“Se levantó la fosa, una grieta pasó por el medio de la casa y se hundió, se ladeó, todo lo de la fosa se metió a los cuartos y todo eso, y se quebraron los pisos, ya no estaba habitable, había muchos animales, cucarachas”.

Erick y su familia han vivido 13 años en Nuevo Hogar, en una casa que les fue donada por el gobierno del estado ya con cerco y refrigeración incluida, la cual lograron ampliar con algunos materiales que salvaron de su antigua vivienda.

Martha Zazueta y Ernesto Álvarez llegaron a vivir a este fraccionamiento en el 2011, apenas un año después de que su casa fuera destruida por el sismo, y todavía recuerdan a detalle mucho de lo vivido aquel domingo.

“Le bailábamos, le bailábamos y ya que se calmó estaba toda mareada, toda atarantada, y ya quería caminar y vuelta pa’trás y vuelta pa’trás, hasta que le dije a mi hermana ‘oye déjame salir por allá por tu casa porque acá no se puede’; haz de cuenta que andaba una víbora por debajo [de la tierra]”, explicó Martha.

Tras el terremoto, la pareja se refugió en casas de campaña que fueron colocadas en el parque de la localidad por elementos del Ejército Mexicano, quienes repartían agua y comida, y posteriormente se fueron a vivir a Mexicali hasta que les entregaron su nueva vivienda.

Aunque viven tranquilos en Nuevo Hogar, Martha dijo sentir temor ante la posibilidad de un movimiento de magnitud similar al del 2010, pues afirma que las calles del fraccionamiento se han comenzado a deformar a consecuencia de los constantes sismos que hay en Mexicali.

Pequeñas viviendas, algunas con juguetes infantiles en los patios y muchas vacías, conforman lo que es hoy el fraccionamiento “Renacimiento del Valle”, la comunidad creada por el gobierno de Baja California para dar vivienda a los desplazados por el terremoto.

La calle que lleva a la entrada principal, curiosamente llamada “De los Sismos” y que posteriormente se convierte en “Renacimiento”, es la única con pavimento y atraviesa el fraccionamiento por la mitad.

En esta comunidad, creada por el exgobernador José Guadalupe Osuna Millán, vive Miguel Delgado Román, habitante del ejido Sakamoto durante 64 años antes de que su casa fuera destruida por el terremoto del 4 de abril de 2010.

La tarde de aquel domingo de pascua Miguel y su familia disfrutaban de un juego de béisbol en el parque del poblado cuando comenzó el movimiento telúrico, que ocasionó la huida de jugadores y aficionados y convirtió a su vivienda en una laguna.

“La mayoría de las casas se cayeron, una que otra casa que estaba bien hecha no se cayeron las paredes, pero las casitas que teníamos más corrientonas la mayoría se cayeron todas; en el momento nos salimos de ahí, nos fuimos nosotros aquí a la colonia La Puerta, yo tenía un lote ahí, y ahí pasamos la noche”.

Un año vivieron el señor Miguel y su esposa en La Puerta, en una casita que les construyeron sus hijos, antes de que se les hiciera entrega de su vivienda en el Renacimiento del Valle, en donde afirma ha vivido cómodamente los últimos años.

El Renacimiento del Valle también es el hogar de Juan Antonio Verdugo y Norma Angélica García, también del ejido Sakamoto, quienes se encontraban en Mexicali al momento del sismo y volvieron para encontrar su casa inundada.

“Esa se ladeó por el agua, porque siempre le llegó creo que como más o menos a la altura de la llanta, poquito más, adentro de la casa, y le salió montones de tierra dentro, como volcancitos”.

Para Juan Antonio, la casa que le fue entregada por el gobierno del estado es cómoda y la considera una mejor a la que tenía antes, sin embargo, le gustaría que pavimentaran las calles del fraccionamiento, para evitar baches.

A 13 años del terremoto, algunos de los vecinos del Sakamoto aún se preocupan por mantener limpios y delimitados sus terrenos, e incluso se ha buscado darles un uso recreativo.

Este es el caso del señor Miguel, quien aún conserva el predio donde estaba su casa, aunque dice tenerlo solo como recuerdo ya que las propias autoridades les advirtieron que jamás sería posible para ellos volver a habitarlo.

“Nada más lo conservamos como un recuerdo, precisamente hace unos meses hubo un convivio ahí en el poblado, se juntó toda la gente, la gente que éramos de ahí, todos llevamos algo para hacer comida y todo, pasar un rato a gusto ahí, recordando viejos tiempos”.

En cuanto a Juan Antonio, recientemente decidió vender su propiedad en el Sakamoto para comprarse un auto propio, pues no tiene la intención de regresar a vivir ahí.

“Yo lo acabo de vender, realmente, porque ya no creo que nos vayamos para allá, porque ya nos dieron las casitas y yo digo que el que se vaya para allá y venda aquí ya no le van a volver a dar casa, y estamos de que en cualquier rato vuelve a temblar”.

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