En un mes en Baja California el número de pacientes conectados a un ventilador mecánico por Covid-19 se elevó en un 105%, los hospitales vuelven a estar al límite de su capacidad y comienza la escasez de insumos médicos como sedantes y tanques de oxígeno.
A diario, en promedio, 16 personas están muriendo por las complicaciones que les causa el virus.
Es el escenario con el que la entidad se enfrenta a la segunda ola de contagios y con el que retrocede al color rojo en el semáforo de riesgo epidemiológico y con ello se endurecen las restricciones sociales.
A nueve meses de haber iniciado la emergencia sanitaria, Alonso Óscar Pérez Rico, secretario de Salud en el Estado, ordenó de nuevo el cierre de bares, salones de eventos, gimnasios e iglesias.
Se reduce además el aforo permitido en supermercados a un 50%, los restaurantes quedan con 30% de comensales al igual que en cines, un 25% se permite en parques, espacios públicos, plazas comerciales y hoteles, mientras que salones de belleza solo podrán atender a un 15% de clientes con cita previa.
“A quienes no creyeron, los que no se cuidaron y fueron a lugares conglomerados sin cubrebocas muchas gracias porque derivado de eso hemos vuelto al rojo”.
En un mes Baja California cumplió con los diez requisitos para activar el semáforo de máximo riesgo.
Los hospitales de la Secretaría de Salud tienen una ocupación del 62% pero los del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) han rebasado el 71% de la demanda de pacientes con Covid-19.
Aunque entre los meses de mayo y junio la entidad enfrentó cifras similares de contagio y hospitalizaciones, ahora para el personal de salud que conforma la primera línea de batalla se ha vuelto más compleja la atención de los pacientes porque en su mayoría llegan directo a ser conectados a un ventilador mecánico.
Pérez Rico atribuye esta situación a que los pacientes están llegando cada vez más tarde a las unidades hospitalarias.
“Llegan con una saturación muy baja de oxígeno, pareciera que en este momento hay menos miedo al Covid que en marzo o abril”.
El mismo panorama se vive en los hospitales particulares que al igual que los públicos han llegado a rechazar el ingreso de pacientes porque simplemente no hay camas disponibles.
Pablo Chee, propietario del Hospital Almater, indicó que la llegada de los pacientes es cada vez más tardía además de aumentar el número de quienes requieren ingresar a las áreas de cuidados intensivos.
“Si en marzo mirábamos diez pacientes solo tres de ellos ocupaban ventilador mecánico pero ahora es lo contrario, de diez pacientes siete tienen que estar intubados y tres deben ser tratados con medicamentos y oxígeno”.
Tanto en el sector público como en el privado se advierte que los meses que vienen pueden ser aún más difíciles ya que el Covid-19 va a combinarse con la influenza y las infecciones respiratorias agudas que típicamente incrementan en invierno.