/ martes 6 de marzo de 2018

Acometida contra Anaya, ¿teatro?

ESTRATEGIA$

La ofensiva mediática lanzada por la Procuraduría General de la República (PGR) en contra de Ricardo Anaya, candidato presidencial de la coalición Por México al Frente, ha sido calificada por muchos como el uso faccioso del aparato judicial con fines electorales.

Se acusa al gobierno de Enrique Peña Nieto de buscar favorecer a José Antonio Meade, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al hacer pública una investigación en proceso por posible lavado de dinero.

Hace unos días, el propio Anaya lanzó un exhorto al jefe del Ejecutivo diciendo: “Señor Presidente, le digo con todo respeto, serenidad y firmeza, así no, saque las manos del proceso electoral y deje que el pueblo de México elija en completa libertad”. Y fue más allá al afirmar que se trata de “un brutal ataque para sacarme de la elección presidencial mediante el uso faccioso e ilegal de las instituciones como la PGR, que deberían estar al servicio de la República”.

En este contexto, todo apunta a que la relación entre el gobierno y el PAN se ha roto. Y lo que es peor, surge la posibilidad de contrataques que podrían complicar el devenir de las campañas electorales.

Sin embargo, elucubremos por un momento sobre la posibilidad de que este asunto no sea otra cosa que teatro. Y es que, en cuestiones de política, los contendientes se valen de todo. Pueden aliarse o separarse, halagarse o injuriarse y en un momento dado, confabularse para engañar a todos.

De acuerdo con la encuesta más reciente de Parametría, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), lleva una ventaja de 11 puntos en las preferencias de los electores sobre Anaya, su más cercano competidor y de 16 puntos sobre Meade. Si bien faltan más de 3 meses para la elección, los expertos señalan que puede despedirse de ganar aquel que no logre disminuir la diferencia con el puntero a menos de 5 puntos.

Durante años, AMLO ha asegurado que el PRI y el PAN son lo mismo (PRIAN). Y gran parte de quienes hoy están dispuestos a votar por él, es porque compraron la idea. De aquí que el conflicto Anaya-PGR bien podría ser factor de disenso respecto a uno de los principales postulados de su campaña. Con ello, promover una cuña del “divide y vencerás”.

Y si lo anterior no fuera el objetivo que perseguir, lo menos que se ha logrado es proyectar la imagen de Anaya más allá de lo que habían permitido los mecanismos publicitarios tradicionales. No en balde se dice “que hablen de mí, aunque sea mal”.

En caso de progresar, las acusaciones contra Anaya abren la posibilidad de sacarlo de la contienda. Si así fuera, el principal beneficiario sería Meade, pues buena parte de los simpatizantes del PAN le darían su voto para evitar el triunfo de AMLO. Anaya tiene muchos enemigos en su partido. Se los ganó al presionarlos para ser candidato único. No sería extraño que algunos de ellos se prestaran a una intriga de esta naturaleza.

Para el sistema, AMLO representa el candidato de la incertidumbre, pues promete cambio de rumbo en lo económico y social. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar? Nadie lo sabe. En contraparte, Anaya y Meade prometen mantener y consolidar lo hecho hasta ahora. Representan, quiérase o no, la continuidad.

La política, como el ajedrez, son dinámicos. En ambos juegos a veces es necesario sacrificar una pieza para obtener la victoria. Ante la gama de intereses que existen hoy día, no se puede descartar ninguna opción por más descabellada que parezca.

erovirosa01@gmail.com

ESTRATEGIA$

La ofensiva mediática lanzada por la Procuraduría General de la República (PGR) en contra de Ricardo Anaya, candidato presidencial de la coalición Por México al Frente, ha sido calificada por muchos como el uso faccioso del aparato judicial con fines electorales.

Se acusa al gobierno de Enrique Peña Nieto de buscar favorecer a José Antonio Meade, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al hacer pública una investigación en proceso por posible lavado de dinero.

Hace unos días, el propio Anaya lanzó un exhorto al jefe del Ejecutivo diciendo: “Señor Presidente, le digo con todo respeto, serenidad y firmeza, así no, saque las manos del proceso electoral y deje que el pueblo de México elija en completa libertad”. Y fue más allá al afirmar que se trata de “un brutal ataque para sacarme de la elección presidencial mediante el uso faccioso e ilegal de las instituciones como la PGR, que deberían estar al servicio de la República”.

En este contexto, todo apunta a que la relación entre el gobierno y el PAN se ha roto. Y lo que es peor, surge la posibilidad de contrataques que podrían complicar el devenir de las campañas electorales.

Sin embargo, elucubremos por un momento sobre la posibilidad de que este asunto no sea otra cosa que teatro. Y es que, en cuestiones de política, los contendientes se valen de todo. Pueden aliarse o separarse, halagarse o injuriarse y en un momento dado, confabularse para engañar a todos.

De acuerdo con la encuesta más reciente de Parametría, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), lleva una ventaja de 11 puntos en las preferencias de los electores sobre Anaya, su más cercano competidor y de 16 puntos sobre Meade. Si bien faltan más de 3 meses para la elección, los expertos señalan que puede despedirse de ganar aquel que no logre disminuir la diferencia con el puntero a menos de 5 puntos.

Durante años, AMLO ha asegurado que el PRI y el PAN son lo mismo (PRIAN). Y gran parte de quienes hoy están dispuestos a votar por él, es porque compraron la idea. De aquí que el conflicto Anaya-PGR bien podría ser factor de disenso respecto a uno de los principales postulados de su campaña. Con ello, promover una cuña del “divide y vencerás”.

Y si lo anterior no fuera el objetivo que perseguir, lo menos que se ha logrado es proyectar la imagen de Anaya más allá de lo que habían permitido los mecanismos publicitarios tradicionales. No en balde se dice “que hablen de mí, aunque sea mal”.

En caso de progresar, las acusaciones contra Anaya abren la posibilidad de sacarlo de la contienda. Si así fuera, el principal beneficiario sería Meade, pues buena parte de los simpatizantes del PAN le darían su voto para evitar el triunfo de AMLO. Anaya tiene muchos enemigos en su partido. Se los ganó al presionarlos para ser candidato único. No sería extraño que algunos de ellos se prestaran a una intriga de esta naturaleza.

Para el sistema, AMLO representa el candidato de la incertidumbre, pues promete cambio de rumbo en lo económico y social. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar? Nadie lo sabe. En contraparte, Anaya y Meade prometen mantener y consolidar lo hecho hasta ahora. Representan, quiérase o no, la continuidad.

La política, como el ajedrez, son dinámicos. En ambos juegos a veces es necesario sacrificar una pieza para obtener la victoria. Ante la gama de intereses que existen hoy día, no se puede descartar ninguna opción por más descabellada que parezca.

erovirosa01@gmail.com