/ jueves 10 de mayo de 2018

Violencia electoral

ENTORNO

El terremoto de la Ciudad de México en 1985 dejó muchas enseñanzas para los mexicanos y además un despertar a la solidaridad y a que las cosas no andaban bien, a un hartazgo generalizado ante un sistema partidista autoritario que no daba para más.

El primer Estado fue Baja California en 1989, que cambió el rumbo y fue hasta el 2000 con Vicente Fox a nivel nacional. El proceso democrático ha costado mucho y al menos en el plano federal hemos vivido la alternancia partidista, no así en Baja California donde Acción Nacional se ha perpetuado por más de casi tres décadas. Pero así es la democracia, así como la poca participación ciudadana, seguramente porque nos sentimos a gusto con lo que tenemos y nos ofrecen. Por eso tenemos que cuidar y fomentar la democracia y aceptar la voluntad popular.

Percibo que estas elecciones serán como las de 2000, donde la ciudadanía salió a votar por un hartazgo al PRI y lo mismo sucede ahora, pero contra el PRI y PAN, donde -nos guste o no- el líder de la contienda electoral actual es el eterno AMLO. Sin embargo, a diferencia del pasado, los ánimos se van calentado cada vez más y la constante son los ataques y descalificaciones; no vemos propuestas, no sabemos el rumbo que de México quieren los candidatos en los siguientes años.

Desde septiembre hasta la fecha suman 267 agresiones contra políticos, 88 homicidios, esta semana 5, por ejemplo en Chihuahua renuncian 80 por miedo. Qué más puede pasar. Los dichos del periodista Ricardo Alemán que incitan a la violencia, donde aparentemente promovía un atentado contra AMLO, traspasa todo contexto de civilidad y de lo que aspiramos como mexicanos.

Estoy seguro que nadie quiere despertar al México bronco, donde todo se resolvía a balazos. Las campañas negras han polarizado al país entre dos realidades: La de AMLO, donde la pintan como el renacimiento de la historia venezolana y la otra, la actual, neoliberal, donde nos pintan que seguiremos viviendo en el progreso.

Desafortunadamente la política de los últimos años no ha llegado a toda la sociedad, somos más pobres. La gente está harta y cansada del incremento de la corrupción. Lo hemos dicho muchas veces y lo sostengo: Por mucho Meade sería un excelente Presidente, pero es imposible defender lo indefendible, ese es su problema ser abanderado del PRI. Y lo mismo pasa con Anaya, que pese a sus contagiosas tonadas y sus dotes de orador, pocos le perdonan el haber dividido a su partido y a través de una jugarreta haberle quitado la posibilidad real a Margarita de haber sido la elegida.

Esas traiciones se pagan caro y sus ataques constantes a AMLO, sin tener la calidad moral para hacerlo, han victimizado más al candidato de MORENA y el mexicano histórica y culturalmente se identifica con la víctima.

Si en este momento fueran las elecciones, López Obrador sería el triunfador, cada vez veo más difícil que esa tendencia cambie, pero lo que sí es factible es que unamos los esfuerzos, participemos en la elecciones y tratemos de construir un nuevo México, especialmente más honesto y con mayores oportunidades para todos.

ENTORNO

El terremoto de la Ciudad de México en 1985 dejó muchas enseñanzas para los mexicanos y además un despertar a la solidaridad y a que las cosas no andaban bien, a un hartazgo generalizado ante un sistema partidista autoritario que no daba para más.

El primer Estado fue Baja California en 1989, que cambió el rumbo y fue hasta el 2000 con Vicente Fox a nivel nacional. El proceso democrático ha costado mucho y al menos en el plano federal hemos vivido la alternancia partidista, no así en Baja California donde Acción Nacional se ha perpetuado por más de casi tres décadas. Pero así es la democracia, así como la poca participación ciudadana, seguramente porque nos sentimos a gusto con lo que tenemos y nos ofrecen. Por eso tenemos que cuidar y fomentar la democracia y aceptar la voluntad popular.

Percibo que estas elecciones serán como las de 2000, donde la ciudadanía salió a votar por un hartazgo al PRI y lo mismo sucede ahora, pero contra el PRI y PAN, donde -nos guste o no- el líder de la contienda electoral actual es el eterno AMLO. Sin embargo, a diferencia del pasado, los ánimos se van calentado cada vez más y la constante son los ataques y descalificaciones; no vemos propuestas, no sabemos el rumbo que de México quieren los candidatos en los siguientes años.

Desde septiembre hasta la fecha suman 267 agresiones contra políticos, 88 homicidios, esta semana 5, por ejemplo en Chihuahua renuncian 80 por miedo. Qué más puede pasar. Los dichos del periodista Ricardo Alemán que incitan a la violencia, donde aparentemente promovía un atentado contra AMLO, traspasa todo contexto de civilidad y de lo que aspiramos como mexicanos.

Estoy seguro que nadie quiere despertar al México bronco, donde todo se resolvía a balazos. Las campañas negras han polarizado al país entre dos realidades: La de AMLO, donde la pintan como el renacimiento de la historia venezolana y la otra, la actual, neoliberal, donde nos pintan que seguiremos viviendo en el progreso.

Desafortunadamente la política de los últimos años no ha llegado a toda la sociedad, somos más pobres. La gente está harta y cansada del incremento de la corrupción. Lo hemos dicho muchas veces y lo sostengo: Por mucho Meade sería un excelente Presidente, pero es imposible defender lo indefendible, ese es su problema ser abanderado del PRI. Y lo mismo pasa con Anaya, que pese a sus contagiosas tonadas y sus dotes de orador, pocos le perdonan el haber dividido a su partido y a través de una jugarreta haberle quitado la posibilidad real a Margarita de haber sido la elegida.

Esas traiciones se pagan caro y sus ataques constantes a AMLO, sin tener la calidad moral para hacerlo, han victimizado más al candidato de MORENA y el mexicano histórica y culturalmente se identifica con la víctima.

Si en este momento fueran las elecciones, López Obrador sería el triunfador, cada vez veo más difícil que esa tendencia cambie, pero lo que sí es factible es que unamos los esfuerzos, participemos en la elecciones y tratemos de construir un nuevo México, especialmente más honesto y con mayores oportunidades para todos.