/ viernes 12 de octubre de 2018

¡Pásele y siéntese, que aquí hay comida contundente!

Date una vuelta por el Chicali Tragón

La vida en nuestros días se ha vuelto un tanto complicada. No es queja, pero dista mucha de la que llevaron nuestros padres o abuelos, e incluso la que algunos de nosotros solíamos llevar.

Es cierto que para muchos aún sigue aplicando la vieja usanza, que era, tener un mismo trabajo por muchos años, hacer amistad con los compañeros, integrar una especia de familia laboral, ir creciendo en la empresa y un día retirarse. Esto tambien aplicaba para la vida como servidor público pero algunas variantes.

Este esquema de vida y trabajo fue muy exitoso durante el siglo XX y obvio, aun queda mucha de esa estructura armada y funcionando, pero no es el común ni lo que vive a diario el gran grueso de la población.

La vida moderna nos ha puesto en ventajas y desventajas, para todos la seguridad laboral se volvió casi un cuento de hadas, y como tenemos que seguir pagando recibos, alimentando a la familia, y todo lo que estar vivo implica, pues tenemos que ir inventando como resolverlo.

Una de las variantes que esta nueva realidad nos ha puesto en la cabeza es que queremos ser felices, queremos algo que nos haga sentir vivos, y también queremos dejar de hacerlo cuando deje de ser provechoso.

A lo largo de estos tres años de dedicarme a compartir con ustedes mi experiencia con la comida (tres años en radio y dos por aquí), ha sido abrumadora la cantidad de historias que he escuchado de personas que un buen día abandonaron lo que solían hacer para ponerse a fabricar cerveza, pan, cocinar caldos u hornear pasteles. Y lo más emocionante de seguir recogiendo sus historias no es la comida (aunque ustedes no me crean), sino ver ojos brillantes de emoción por estar conectando con lo que sienten genuino y por medio de ello tener un intercambio personal con su comunidad.

Lo segundo más emocionante de andar de metiche en estos asuntos, es ver como estas propuestas descansan y se mueven asentadas sobre redes de amor, confianza, amistad y lealtad; y eso nos hace acercarnos más cada vez a la condición primaria de hacer comunidad, y no ver únicamente el factor ganancia, sino el conjunto de todos sus beneficios.

Hace unos días tuve el gusto de sentarme en una mesa pequeña y rústica al aire libre, acompañada por Denahí Valdéz (la loca de las bicis que a pesar de todo y de todos, sigue buscando hacer de esta ciudad un mejor lugar), para degustar lo que sus autores llaman comida contundente.

Esta propuesta está situada justo en el corazón viejito de la ciudad, mi querida Colonia Nueva, y es un espacio sin pretensiones: mesas rústicas, suelo de grava, tiras de foquitos iluminando y asadores, se necesita algo más para que un mexicalense sea feliz?

Creo que no pude haber ido en mejor época del año, la noche estaba fresca y con un poco de aire; por lo que desde nuestra mesa recibíamos los aromas del asador mientras con cerveza en mano esperábamos el primer plato.

Jardín Gastro D-153 es iniciativa de Jorge Luis Enriquez de Rivera y Mariano Ruiz, a la que recientemente se les unió Daniel Godínez. Primero empezaron con carreta de tacos y rápidamente quisieron aterrizar el concepto completo. El menú es conciso y variado, pero no permanente, ya que este se va adecuando a lo que la región ofrece por temporada.

Algo realmente importante es que los tres socios son parte integral del jardín, van detrás de los asadores, toman órdenes, sirven y platican, lo esencial es la comida y el tiempo que se vive compartiéndola; y eso lo han aprendido trabajando en las mejores cocinas de México, sí, esas que salen en las revistas y que tienen chefs peculiares.

En el menú actual hay tacos de chuleta, jamaica y carne asada; quesadillas con chorizo o carne; cazuelas de pulpo, camarón o queso ahogado, ensalada de tomate, empanadas de camarón, aguachile negro de atún y cerdo asado. Al que pronto se unirán las carnes producto de la temporada de cacería en la región, porque todo se compra de producción local.

Lo primero que llegó a nuestra mesa fue un par de tacos de chuleta asada; va la descripción: tortilla de maíz, frijolitos negros refritos, chile quebrado y verdolagas (sí, verdolagas): sencillo, delicioso y contundente. Creo que aun no supero el contraste del la chuleta con la verdolaga.

Nuestra plato intermedio fue la ensalada de tomates, sencillamente perfecta: tomates macerados partidos en grandes trozos, pepino y cebolla morada, todo aderezado con vinagreta de perejil, orégano y aceite de oliva. La combinación es fresca, balanceada, y es un excelente intermedio entre los contundentes sabores de los platillos con carne. Debo hacer hincapié en que los tomates tenían un sabor muy intenso, como siempre deberían saber los tomates.

Como tercer y último platillo (debo volver más adelante a probar otros) llegó a nuestra mesa una suculenta y hermosísima cazuela de pulpo: aquí el pulpo viene asado, acompañado de papas con pimentón, chorizo español, queso gratinado y cremoso de aguacate. El olor que despedía la aún humeante cazuela envolvía la mesa, así que sin preámbulos le hincamos los tenedores para distrutarla, la verdad ni le sobraba ni le faltaba nada.


Mientras hacíamos caras de alegría no faltaba que alguno de los chicos pasaban por la mesa para preguntar si todo iba bien y aprovechábamos para preguntar lo que se nos iba ocurriendo, así pudimos enterarnos que aquí todo se prepara al día, ya sea en plancha, asador, horno o cajón argentino.


Para rematar la noche con broche de oro, bebimos un par de mezcales, que justamente por la red de amigos llegan hasta esta cocina desde Oaxaca. Así dimos cuenta de un fabuloso mezcal tepextate con un regusto ahumado de verdad espectacular.


En esta cocina al aire libre se trabaja duro, se procura lo mejor de la región para cada mesa, en las mesas se sirve al centro, porque a los cachanillas se nos da eso de compartir los platos, la música ambiental es sabrosona y relajada, y no, aquí no hay pantallas, aquí se viene a comer bien y a convivir también.

El Jardín Gastro D-153 esta ubicado justamente en el número 153 de la calle D en la Colonia Nueva; abren de martes a sábado de 7pm hasta la medianoche y no le den muchas vueltas, octubre es el mes perfecto para conocerles, disfruten de la terraza.

*Mexicalense, comunicóloga e historiadora por la UABC, voz de radio en Los 40 Mexicali y directora de Punto 56 Centro de Estudios Fotográficos.

chicalitragon@gmail.com

www.karinavillalobos.com

Instagram: @chicalitragon


La vida en nuestros días se ha vuelto un tanto complicada. No es queja, pero dista mucha de la que llevaron nuestros padres o abuelos, e incluso la que algunos de nosotros solíamos llevar.

Es cierto que para muchos aún sigue aplicando la vieja usanza, que era, tener un mismo trabajo por muchos años, hacer amistad con los compañeros, integrar una especia de familia laboral, ir creciendo en la empresa y un día retirarse. Esto tambien aplicaba para la vida como servidor público pero algunas variantes.

Este esquema de vida y trabajo fue muy exitoso durante el siglo XX y obvio, aun queda mucha de esa estructura armada y funcionando, pero no es el común ni lo que vive a diario el gran grueso de la población.

La vida moderna nos ha puesto en ventajas y desventajas, para todos la seguridad laboral se volvió casi un cuento de hadas, y como tenemos que seguir pagando recibos, alimentando a la familia, y todo lo que estar vivo implica, pues tenemos que ir inventando como resolverlo.

Una de las variantes que esta nueva realidad nos ha puesto en la cabeza es que queremos ser felices, queremos algo que nos haga sentir vivos, y también queremos dejar de hacerlo cuando deje de ser provechoso.

A lo largo de estos tres años de dedicarme a compartir con ustedes mi experiencia con la comida (tres años en radio y dos por aquí), ha sido abrumadora la cantidad de historias que he escuchado de personas que un buen día abandonaron lo que solían hacer para ponerse a fabricar cerveza, pan, cocinar caldos u hornear pasteles. Y lo más emocionante de seguir recogiendo sus historias no es la comida (aunque ustedes no me crean), sino ver ojos brillantes de emoción por estar conectando con lo que sienten genuino y por medio de ello tener un intercambio personal con su comunidad.

Lo segundo más emocionante de andar de metiche en estos asuntos, es ver como estas propuestas descansan y se mueven asentadas sobre redes de amor, confianza, amistad y lealtad; y eso nos hace acercarnos más cada vez a la condición primaria de hacer comunidad, y no ver únicamente el factor ganancia, sino el conjunto de todos sus beneficios.

Hace unos días tuve el gusto de sentarme en una mesa pequeña y rústica al aire libre, acompañada por Denahí Valdéz (la loca de las bicis que a pesar de todo y de todos, sigue buscando hacer de esta ciudad un mejor lugar), para degustar lo que sus autores llaman comida contundente.

Esta propuesta está situada justo en el corazón viejito de la ciudad, mi querida Colonia Nueva, y es un espacio sin pretensiones: mesas rústicas, suelo de grava, tiras de foquitos iluminando y asadores, se necesita algo más para que un mexicalense sea feliz?

Creo que no pude haber ido en mejor época del año, la noche estaba fresca y con un poco de aire; por lo que desde nuestra mesa recibíamos los aromas del asador mientras con cerveza en mano esperábamos el primer plato.

Jardín Gastro D-153 es iniciativa de Jorge Luis Enriquez de Rivera y Mariano Ruiz, a la que recientemente se les unió Daniel Godínez. Primero empezaron con carreta de tacos y rápidamente quisieron aterrizar el concepto completo. El menú es conciso y variado, pero no permanente, ya que este se va adecuando a lo que la región ofrece por temporada.

Algo realmente importante es que los tres socios son parte integral del jardín, van detrás de los asadores, toman órdenes, sirven y platican, lo esencial es la comida y el tiempo que se vive compartiéndola; y eso lo han aprendido trabajando en las mejores cocinas de México, sí, esas que salen en las revistas y que tienen chefs peculiares.

En el menú actual hay tacos de chuleta, jamaica y carne asada; quesadillas con chorizo o carne; cazuelas de pulpo, camarón o queso ahogado, ensalada de tomate, empanadas de camarón, aguachile negro de atún y cerdo asado. Al que pronto se unirán las carnes producto de la temporada de cacería en la región, porque todo se compra de producción local.

Lo primero que llegó a nuestra mesa fue un par de tacos de chuleta asada; va la descripción: tortilla de maíz, frijolitos negros refritos, chile quebrado y verdolagas (sí, verdolagas): sencillo, delicioso y contundente. Creo que aun no supero el contraste del la chuleta con la verdolaga.

Nuestra plato intermedio fue la ensalada de tomates, sencillamente perfecta: tomates macerados partidos en grandes trozos, pepino y cebolla morada, todo aderezado con vinagreta de perejil, orégano y aceite de oliva. La combinación es fresca, balanceada, y es un excelente intermedio entre los contundentes sabores de los platillos con carne. Debo hacer hincapié en que los tomates tenían un sabor muy intenso, como siempre deberían saber los tomates.

Como tercer y último platillo (debo volver más adelante a probar otros) llegó a nuestra mesa una suculenta y hermosísima cazuela de pulpo: aquí el pulpo viene asado, acompañado de papas con pimentón, chorizo español, queso gratinado y cremoso de aguacate. El olor que despedía la aún humeante cazuela envolvía la mesa, así que sin preámbulos le hincamos los tenedores para distrutarla, la verdad ni le sobraba ni le faltaba nada.


Mientras hacíamos caras de alegría no faltaba que alguno de los chicos pasaban por la mesa para preguntar si todo iba bien y aprovechábamos para preguntar lo que se nos iba ocurriendo, así pudimos enterarnos que aquí todo se prepara al día, ya sea en plancha, asador, horno o cajón argentino.


Para rematar la noche con broche de oro, bebimos un par de mezcales, que justamente por la red de amigos llegan hasta esta cocina desde Oaxaca. Así dimos cuenta de un fabuloso mezcal tepextate con un regusto ahumado de verdad espectacular.


En esta cocina al aire libre se trabaja duro, se procura lo mejor de la región para cada mesa, en las mesas se sirve al centro, porque a los cachanillas se nos da eso de compartir los platos, la música ambiental es sabrosona y relajada, y no, aquí no hay pantallas, aquí se viene a comer bien y a convivir también.

El Jardín Gastro D-153 esta ubicado justamente en el número 153 de la calle D en la Colonia Nueva; abren de martes a sábado de 7pm hasta la medianoche y no le den muchas vueltas, octubre es el mes perfecto para conocerles, disfruten de la terraza.

*Mexicalense, comunicóloga e historiadora por la UABC, voz de radio en Los 40 Mexicali y directora de Punto 56 Centro de Estudios Fotográficos.

chicalitragon@gmail.com

www.karinavillalobos.com

Instagram: @chicalitragon


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