/ martes 26 de septiembre de 2023

Cruzando Líneas | Reconstruir desde el goce

Soy un ser de luz. No tiene nada que ver con la divinidad. Es algo más como la esencia de un espíritu irremediablemente valiente, resiliente y optimista.

No soy un ente. Soy una mujer con ovarios que sangran y se encienden. Tiendo al blanco, aunque bailo sobre los grises sin llegar nunca a la ausencia de la esperanza que envuelve lo negro. Pero no te equivoques: Soy intensa y abrumadoramente positiva.

Foto: Imagen Ilustrativa | Freepik @pressfoto

Entiendo, a veces a la mala, que la vida no es justa; la justicia tampoco ciega. No todos empezamos en la misma línea de salida ni nos golpea la suerte (buena o mala) a la misma vez. Libramos muchas batallas personales en silencio y las profesionales por todos los vientos. Peleamos en la intimidad, pero vociferamos en esas guerras que nunca se terminan, que nos recuerdan la complejidad humana siempre imperfecta y a veces malévola. Aun así, tengo fe.

Vivimos en una sociedad de muchas sombras y tendemos a escapar de la luz. Nos asusta no tener rincones donde esconder lo que nos duele y lo que nos quiebra. Estamos acostumbrados a construir desde la rabia, dejando que las grietas de las desazones, de las grandes guerras nos consuman…

Cuando el mundo se partió en pedazos durante la pandemia yo me reconstruí; lo hice con las piezas de una comunidad a la que conocía por encima y me ha llenado de goce. Por eso me lo he replanteado todo, esta vez creo que me hago las preguntas correctas. Me cansé de que fuera la rabia o desazón, los pesares y las tragedias las que movieran mi pluma; no me sacudí el asombro ni la indignación, no me hice inmune al dolor, solo decidí afrontarlo diferente. Y por eso, hoy lo entiendo todo distinto. En medio de todo el caos, siempre hay un rayo que se cuela y prefiero aferrarme a el.

Construir desde la alegría y la prosperidad no se nos da natural. Nos han enseñado a ponerle medallas de sufrimiento. Hay que reconocer en voz alta que el agradecimiento a veces engrandece y otras también pesa y hiere. ¿Será que siempre hay un pero? La incomodidad no debiera ser nuestro estado natural. Quizá encontrar la alegría en todos esos grises y negros sea nuestro mayor acto de rebeldía.

Me hago hoy porque no nos reinventamos, en lugar de los pesares y los problemas, de la rabia y esta molestia social de no poder lograrlo nunca, de no tener lo suficiente, de ser evaluados y abusados, de ser violados y mentidos siempre.

Mailto: maritza@conectaarizona.com

Soy un ser de luz. No tiene nada que ver con la divinidad. Es algo más como la esencia de un espíritu irremediablemente valiente, resiliente y optimista.

No soy un ente. Soy una mujer con ovarios que sangran y se encienden. Tiendo al blanco, aunque bailo sobre los grises sin llegar nunca a la ausencia de la esperanza que envuelve lo negro. Pero no te equivoques: Soy intensa y abrumadoramente positiva.

Foto: Imagen Ilustrativa | Freepik @pressfoto

Entiendo, a veces a la mala, que la vida no es justa; la justicia tampoco ciega. No todos empezamos en la misma línea de salida ni nos golpea la suerte (buena o mala) a la misma vez. Libramos muchas batallas personales en silencio y las profesionales por todos los vientos. Peleamos en la intimidad, pero vociferamos en esas guerras que nunca se terminan, que nos recuerdan la complejidad humana siempre imperfecta y a veces malévola. Aun así, tengo fe.

Vivimos en una sociedad de muchas sombras y tendemos a escapar de la luz. Nos asusta no tener rincones donde esconder lo que nos duele y lo que nos quiebra. Estamos acostumbrados a construir desde la rabia, dejando que las grietas de las desazones, de las grandes guerras nos consuman…

Cuando el mundo se partió en pedazos durante la pandemia yo me reconstruí; lo hice con las piezas de una comunidad a la que conocía por encima y me ha llenado de goce. Por eso me lo he replanteado todo, esta vez creo que me hago las preguntas correctas. Me cansé de que fuera la rabia o desazón, los pesares y las tragedias las que movieran mi pluma; no me sacudí el asombro ni la indignación, no me hice inmune al dolor, solo decidí afrontarlo diferente. Y por eso, hoy lo entiendo todo distinto. En medio de todo el caos, siempre hay un rayo que se cuela y prefiero aferrarme a el.

Construir desde la alegría y la prosperidad no se nos da natural. Nos han enseñado a ponerle medallas de sufrimiento. Hay que reconocer en voz alta que el agradecimiento a veces engrandece y otras también pesa y hiere. ¿Será que siempre hay un pero? La incomodidad no debiera ser nuestro estado natural. Quizá encontrar la alegría en todos esos grises y negros sea nuestro mayor acto de rebeldía.

Me hago hoy porque no nos reinventamos, en lugar de los pesares y los problemas, de la rabia y esta molestia social de no poder lograrlo nunca, de no tener lo suficiente, de ser evaluados y abusados, de ser violados y mentidos siempre.

Mailto: maritza@conectaarizona.com