/ martes 21 de noviembre de 2023

Cruzando líneas | Los muertos que me trajeron a México

ARIZONA.- La muerte no huele a cempasúchil ni se pinta de calavera; no, no hay mariachi en la pérdida ni júbilo en el dolor. No, la muerte es el principio de una ausencia que acalambra el corazón y entume los pensamientos.

La muerte es -a veces- el principio del olvido. Por eso nos reímos y la burlamos, nos vestimos y le cantamos, porque hasta en el duelo hay ironía… y en la picardía hay consuelo. Esto lo aprendí muy lejos de mi México.

Sergio Caro | La Voz de la Frontera

Soy de un pueblo del Norte donde todos lloramos en el mismo cementerio y coreamos con las bandas que honran siempre a los difuntos ajenos. No velamos ni ponemos altares, no cocinamos ni adornamos. Somos simples: unos claveles en las tumbas, una caña de azúcar en los labios y un rosario en las manos. Así pasamos cada 2 de noviembre...

El desierto nos separa en México hasta con los muertos. Para los que crecimos cerca de la frontera, las veladoras se encienden en vida y se apagan tras los entierros; la tradición se acaba junto con el puño de tierra cubriendo el féretro. Así nos criaron, lejanos.

A través de los ojos extranjeros comprendí la tradición mexicana milenaria de honrar a los que se fueron, a los que nos dolieron, a los que nos vaciaron los ojos y nos llenaron el corazón. Bendita añoranza que me hizo volver a casa.

Estos años La Huesuda volvió y se llevó a otros muy cercanos a mi corazón. Y rezo por ellos. Los pienso y los acaricio en recuerdos. Me tardé mucho en hacerlo. Tuve un despertar lento, tal vez porque crecí siempre hablando y sintiendo la muerte y por eso me acostumbré a la ausencia, me resguardé en la vida y solté la idea de un esperado reencuentro en el más allá que se sentía tan menos aquí. Después doy dos pasos atrás y lo veo. No es la muerte la que huele a cempasúchil, sino los recuerdos; no es el duelo el que suena a mariachi, sino el cementerio; no es el rostro de La Parca el que pintamos, sino las facciones se dibujaron en aquellos que más queremos. Y eso lo aprendí bien lejos de México.

Mail to: maritza@conectaarizona.com

ARIZONA.- La muerte no huele a cempasúchil ni se pinta de calavera; no, no hay mariachi en la pérdida ni júbilo en el dolor. No, la muerte es el principio de una ausencia que acalambra el corazón y entume los pensamientos.

La muerte es -a veces- el principio del olvido. Por eso nos reímos y la burlamos, nos vestimos y le cantamos, porque hasta en el duelo hay ironía… y en la picardía hay consuelo. Esto lo aprendí muy lejos de mi México.

Sergio Caro | La Voz de la Frontera

Soy de un pueblo del Norte donde todos lloramos en el mismo cementerio y coreamos con las bandas que honran siempre a los difuntos ajenos. No velamos ni ponemos altares, no cocinamos ni adornamos. Somos simples: unos claveles en las tumbas, una caña de azúcar en los labios y un rosario en las manos. Así pasamos cada 2 de noviembre...

El desierto nos separa en México hasta con los muertos. Para los que crecimos cerca de la frontera, las veladoras se encienden en vida y se apagan tras los entierros; la tradición se acaba junto con el puño de tierra cubriendo el féretro. Así nos criaron, lejanos.

A través de los ojos extranjeros comprendí la tradición mexicana milenaria de honrar a los que se fueron, a los que nos dolieron, a los que nos vaciaron los ojos y nos llenaron el corazón. Bendita añoranza que me hizo volver a casa.

Estos años La Huesuda volvió y se llevó a otros muy cercanos a mi corazón. Y rezo por ellos. Los pienso y los acaricio en recuerdos. Me tardé mucho en hacerlo. Tuve un despertar lento, tal vez porque crecí siempre hablando y sintiendo la muerte y por eso me acostumbré a la ausencia, me resguardé en la vida y solté la idea de un esperado reencuentro en el más allá que se sentía tan menos aquí. Después doy dos pasos atrás y lo veo. No es la muerte la que huele a cempasúchil, sino los recuerdos; no es el duelo el que suena a mariachi, sino el cementerio; no es el rostro de La Parca el que pintamos, sino las facciones se dibujaron en aquellos que más queremos. Y eso lo aprendí bien lejos de México.

Mail to: maritza@conectaarizona.com

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