/ jueves 14 de marzo de 2024

Elecciones bajo la sombra del terror

El proceso electoral más concurrido y trascendente en la historia de nuestro país ya está irremediablemente contaminado por la sangre de 25 personas, de las que 15 eran candidatas a un cargo de elección popular.

A un par de semanas de que iniciaron formalmente las campañas, estamos ante las elecciones más violentas y peligrosas de la historia.

Foto Cortesía INE

Varias partes de nuestro país están bajo la sombra del terror, ante la mirada indiferente de las autoridades. Los pasados procesos electorales no estuvieron exentos de violencia: Secuestro o asesinato de candidatos, coacción sobre los electores y representantes de partidos, intimidación y amenazas constantes. Pero este proceso federal está superando a los anteriores en violencia y criminalidad.

El alto comisionado de la ONU ha hecho un llamado para salvaguardar a las elecciones de la violencia. Pero a pesar de los asesinatos y de los llamados de atención por parte de la comunidad internacional, no hay acciones contundentes que ahuyenten la sombra del terror que se cierne sobre candidatas y candidatos de todos los partidos.

Hoy, a profesiones que se ejercen en México con un alto riesgo como el periodismo, se ha sumado la aspiración de representar a la ciudadanía.

A pesar de los hechos, la consigna gubernamental se basa en negar la evidente violencia, tal como quedó evidenciado en la sesión del Senado del pasado 12 de marzo. Ante la atenta petición que hice para que se concediera un minuto de silencio en señal de luto por los candidatos asesinados, la respuesta fue a la vez brusca y mentirosa: Con palabras estridentes, la presidenta de la Comisión de Seguridad negó la realidad de violencia que se vive en este proceso electoral y utilizó el ya estéril argumento de que todo es culpa del pasado.

El riesgo que conlleva la violencia en las elecciones no es menor, el control que la delincuencia organizada tiene en varias partes del país se puede conservar e incluso acrecentar. La intimidación y el asesinato pueden dejar libre el camino a candidatas y candidatos impuestos por grupos criminales, quienes a la postre gobernarían a poblaciones enteras mediante la fuerza y el miedo.

Prácticas comunes como el cobro del derecho de piso, la extorsión a los negocios, el secuestro y el tráfico de personas y el reclutamiento de jóvenes para fines criminales, podrían convertirse en la vida diaria de muchas comunidades. Como afirmé ante la más alta tribuna del país: “Cuando el crimen interviene en las elecciones, vicia el proceso electoral, anula la voluntad ciudadana libre e impone su ley de plomo”.

Es urgente que las autoridades garanticen elecciones pacíficas y libres, ya que de esto dependerá que México sea un Estado fuerte y vigoroso o un Estado fallido más. Queremos y merecemos un México libre y sin miedo.

El proceso electoral más concurrido y trascendente en la historia de nuestro país ya está irremediablemente contaminado por la sangre de 25 personas, de las que 15 eran candidatas a un cargo de elección popular.

A un par de semanas de que iniciaron formalmente las campañas, estamos ante las elecciones más violentas y peligrosas de la historia.

Foto Cortesía INE

Varias partes de nuestro país están bajo la sombra del terror, ante la mirada indiferente de las autoridades. Los pasados procesos electorales no estuvieron exentos de violencia: Secuestro o asesinato de candidatos, coacción sobre los electores y representantes de partidos, intimidación y amenazas constantes. Pero este proceso federal está superando a los anteriores en violencia y criminalidad.

El alto comisionado de la ONU ha hecho un llamado para salvaguardar a las elecciones de la violencia. Pero a pesar de los asesinatos y de los llamados de atención por parte de la comunidad internacional, no hay acciones contundentes que ahuyenten la sombra del terror que se cierne sobre candidatas y candidatos de todos los partidos.

Hoy, a profesiones que se ejercen en México con un alto riesgo como el periodismo, se ha sumado la aspiración de representar a la ciudadanía.

A pesar de los hechos, la consigna gubernamental se basa en negar la evidente violencia, tal como quedó evidenciado en la sesión del Senado del pasado 12 de marzo. Ante la atenta petición que hice para que se concediera un minuto de silencio en señal de luto por los candidatos asesinados, la respuesta fue a la vez brusca y mentirosa: Con palabras estridentes, la presidenta de la Comisión de Seguridad negó la realidad de violencia que se vive en este proceso electoral y utilizó el ya estéril argumento de que todo es culpa del pasado.

El riesgo que conlleva la violencia en las elecciones no es menor, el control que la delincuencia organizada tiene en varias partes del país se puede conservar e incluso acrecentar. La intimidación y el asesinato pueden dejar libre el camino a candidatas y candidatos impuestos por grupos criminales, quienes a la postre gobernarían a poblaciones enteras mediante la fuerza y el miedo.

Prácticas comunes como el cobro del derecho de piso, la extorsión a los negocios, el secuestro y el tráfico de personas y el reclutamiento de jóvenes para fines criminales, podrían convertirse en la vida diaria de muchas comunidades. Como afirmé ante la más alta tribuna del país: “Cuando el crimen interviene en las elecciones, vicia el proceso electoral, anula la voluntad ciudadana libre e impone su ley de plomo”.

Es urgente que las autoridades garanticen elecciones pacíficas y libres, ya que de esto dependerá que México sea un Estado fuerte y vigoroso o un Estado fallido más. Queremos y merecemos un México libre y sin miedo.