/ jueves 9 de mayo de 2024

BC: El prestigio perdido

El artero asesinato de dos surfistas australianos y un norteamericano es un golpe frontal al prestigio de nuestro Estado, como uno de los principales destinos turísticos globales.

Foto: Cortesía El Sol de Tijuana

La violencia que hemos vivido obedece a múltiples factores, pero el principal ha sido la adopción errónea de la política nacional de seguridad. Gracias a ello, Tijuana está hoy en el top ten internacional de las ciudades más inseguras del planeta y no sin razón.

El pasado marzo, a raíz de la creciente escalada de violencia, se anunció el despliegue de la Guardia Nacional, medida puramente propagandística, que ha sido la respuesta tradicional y poco eficaz del Estado mexicano, cuando se encienden las señales de alarma entre la ciudadanía. La desaparición de jóvenes, el creciente número de feminicidios, la muerte de migrantes y ahora de turistas, han recibido la misma y lamentable respuesta gubernamental: Habrá coordinación entre los órdenes de gobierno y se investigará con claridad y efectividad para esclarecer todas las dudas; pero nada más.

La muerte de tres turistas en nuestras playas debería ser la señal clara y evidente para dar un giro definitivo a la estrategia de seguridad: Dotar a nuestras policías de mayores capacidades, mejorar sus salarios y prestaciones, garantizar plenamente sus derechos, protegerlos con una defensoría de oficio, desplegar un nuevo modelo de policía profesional y confiable, realizar reformas para fortalecer las instituciones de seguridad municipales y dotarles de mayores recursos y mejor equipamiento. En lugar de esto, se mantiene la presencia permanente de una Guardia Nacional que ha sido el testigo ciego y mudo de los crímenes y de la violencia.

El “fortalecimiento” de la seguridad con 9 mil 343 integrantes operativos del Ejército y de la Fuerza Aérea Mexicanos, de la Secretaría de Marina y de la Guardia Nacional, desplegados desde marzo no ha tenido mayores efectos. Si bien los datos de inseguridad del INEGI dan cuenta de que la percepción de inseguridad bajó en Mexicali en marzo pasado comparado con el año anterior (de 69.6% al 72.7%), en Tijuana aumentó para el mismo periodo (de 71% a 73.2%). No hay palabras para expresar el dolor que sienten quienes han perdido a sus hijas e hijos debido a las fallas lamentables de autoridades que no han tenido la capacidad, ni la altura de miras para revertir la violencia, con acciones preventivas contundentes y con la creación permanente de inteligencia y la mejora de las capacidades de investigación

El enorme potencial de nuestra industria turística y los grandes atractivos naturales, demandan un importante reforzamiento de la seguridad para el turismo y de la creación de un clima de paz social y unidad, en lugar de la polarización y la indolencia que hoy vivimos con el actual gobierno.

Cuando el crimen golpea al turismo puede causar efectos desastrosos, en una industria que está en los primeros lugares a nivel nacional por su aportación al Producto Interno Bruto. La prosperidad de nuestro Estado se fortalece con el turismo, por lo que esperamos que, más allá de las buenas intenciones gubernamentales para esclarecer plenamente los lamentables hechos, se tomen acciones decididas para devolverle la paz a una entidad en la que la violencia ha causado ya daños considerables.

El artero asesinato de dos surfistas australianos y un norteamericano es un golpe frontal al prestigio de nuestro Estado, como uno de los principales destinos turísticos globales.

Foto: Cortesía El Sol de Tijuana

La violencia que hemos vivido obedece a múltiples factores, pero el principal ha sido la adopción errónea de la política nacional de seguridad. Gracias a ello, Tijuana está hoy en el top ten internacional de las ciudades más inseguras del planeta y no sin razón.

El pasado marzo, a raíz de la creciente escalada de violencia, se anunció el despliegue de la Guardia Nacional, medida puramente propagandística, que ha sido la respuesta tradicional y poco eficaz del Estado mexicano, cuando se encienden las señales de alarma entre la ciudadanía. La desaparición de jóvenes, el creciente número de feminicidios, la muerte de migrantes y ahora de turistas, han recibido la misma y lamentable respuesta gubernamental: Habrá coordinación entre los órdenes de gobierno y se investigará con claridad y efectividad para esclarecer todas las dudas; pero nada más.

La muerte de tres turistas en nuestras playas debería ser la señal clara y evidente para dar un giro definitivo a la estrategia de seguridad: Dotar a nuestras policías de mayores capacidades, mejorar sus salarios y prestaciones, garantizar plenamente sus derechos, protegerlos con una defensoría de oficio, desplegar un nuevo modelo de policía profesional y confiable, realizar reformas para fortalecer las instituciones de seguridad municipales y dotarles de mayores recursos y mejor equipamiento. En lugar de esto, se mantiene la presencia permanente de una Guardia Nacional que ha sido el testigo ciego y mudo de los crímenes y de la violencia.

El “fortalecimiento” de la seguridad con 9 mil 343 integrantes operativos del Ejército y de la Fuerza Aérea Mexicanos, de la Secretaría de Marina y de la Guardia Nacional, desplegados desde marzo no ha tenido mayores efectos. Si bien los datos de inseguridad del INEGI dan cuenta de que la percepción de inseguridad bajó en Mexicali en marzo pasado comparado con el año anterior (de 69.6% al 72.7%), en Tijuana aumentó para el mismo periodo (de 71% a 73.2%). No hay palabras para expresar el dolor que sienten quienes han perdido a sus hijas e hijos debido a las fallas lamentables de autoridades que no han tenido la capacidad, ni la altura de miras para revertir la violencia, con acciones preventivas contundentes y con la creación permanente de inteligencia y la mejora de las capacidades de investigación

El enorme potencial de nuestra industria turística y los grandes atractivos naturales, demandan un importante reforzamiento de la seguridad para el turismo y de la creación de un clima de paz social y unidad, en lugar de la polarización y la indolencia que hoy vivimos con el actual gobierno.

Cuando el crimen golpea al turismo puede causar efectos desastrosos, en una industria que está en los primeros lugares a nivel nacional por su aportación al Producto Interno Bruto. La prosperidad de nuestro Estado se fortalece con el turismo, por lo que esperamos que, más allá de las buenas intenciones gubernamentales para esclarecer plenamente los lamentables hechos, se tomen acciones decididas para devolverle la paz a una entidad en la que la violencia ha causado ya daños considerables.