Entre la austeridad y la delincuencia

Desde hace 14 años vinieron a esta ciudad, provenientes de Michoacán, doña Imelda Ramírez Linares de 64 años y don Mario Esquer García de 87

Dulce María Díaz/La Voz de la Frontera

  · viernes 11 de octubre de 2019

Imelda Ramírez y don Mario Esquer viven de forma precaria en la colonia Pueblo Nuevo /CÉSAR VALDEZ

Con las ganas de tener una mejor calidad de vida, es que desde hace 14 años vinieron a esta ciudad, provenientes de Michoacán, doña Imelda Ramírez Linares, de 64 años y don Mario Esquer García, de 87, quienes en una precaria vivienda de la colonia Pueblo Nuevo, viven con sus pocas ganancias y al margen de la delincuencia.

La sexagenaria, quien desde pequeña sufrió de parálisis infantil que le impidió asistir a la escuela y desarrollarse como una niña normal, dijo que su condición no le impidió conocer a su compañero de vida, quien padece de sordera.

“Él andaba en la pizca de algodón y allá lo conocí, más bien él a mí; a los 6 meses me dio parálisis infantil y mi mamá dijo, ´si te pongo en la escuela, los niños se van a burlar de ti´ y por eso no fui; no sé leer, pero las cuentas sí sé”. Con 48 años de matrimonio, la pareja inició arreglando zapatos en esta colonia, lo que cambió al tiempo por la venta de nopales, lo cual no les es suficiente para solventar el pago de la renta de su casita ubicada sobre la calle Guanajuato y de los servicios básicos.

“Vendemos nopales en los tianguis, antes cuando llegamos, arreglábamos zapatos, pero empezó a ver él que había zapato barato y la gente no los arreglaba, después vio que los nopales se vendían bien y ahora eso vendemos”. La situación de vulnerabilidad y la gran delincuencia que se vive en esta colonia, una de las más antiguas de la ciudad, ha dejado desprotegidos a don Mario y doña Imelda, quienes han sido víctima de personas que, lo poco que tiene, se lo roban.

“La gente me roba, hay gente que viven en una vecindad aquí, no puedo dejar solo porque se meten y se llevan lo poco que tenemos: Pollo, tortillas, huevo, azúcar, lo que tengo yo para comer se lo llevan, mi puerta me la quebraron para meterse”.

Preocupada por su marido, doña Imelda solicita el apoyo para la adquisición de un aparato auditivo para Mario e implementos que le apoyen a tener mayor seguridad en su vivienda, con lo que subsanarían, un poco su frágil situación.