/ jueves 20 de junio de 2019

La apuesta Trump

Quo Vadis


Echadas las cartas de apuesta sobre la mesa que constituye la relación de México y Estados Unidos, parece para el ciudadano común que el presidente Donald Trump ganará la partida inmediata en cuanto a detener y contener México la migración ilegal doméstica y extranjera que va por el “sueño americano”, aunque esto no necesariamente signifique asegurar su reelección en el 2020 como presidente estadounidense.

Las cartas, en una definición abreviada, son: Que México habilite a militares y marinos convertidos en Guardia Nacional, en una valla protectora para poner orden, no impedir la internación de miles de Centroamérica y otras partes del mundo y estar dispuesto, en cualquier momento, a recibir y dar cobijo a otros miles que el gobierno estadounidense deporte en el tiempo por venir y en tanto se resuelva su status migratorio o petición de asilo a los EU.

Por Estados Unidos, descartar la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas en tanto el gobierno mexicano demuestre efectividad en los compromisos migratorios antes descritos y eventualmente apoyar con recursos económicos a los países expulsores de migrantes…

Así y a pocos meses de que México literalmente abrió sus puertas a la migración extranjera por la frontera sur y el presidente Trump “twitteó” la amenaza de los aranceles si no se detenían esas “caravanas”, en Baja California como en Chiapas y otras entidades federativas estamos a la espera –quizá- de una especie de apocalipsis humanitario de pronóstico reservado. Ya por lo pronto las organizaciones civiles que tradicionalmente atienden a migrantes nacionales y extranjeros que se “estacionan” en la entidad dicen estar “saturadas”, sin posibilidad ni recursos suficientes para darle lo que humanamente se puede y debe a miles de infantes, mujeres y hombres, cuando falta aún que comiencen las deportaciones masivas, como ya lo ordenó el presidente Trump.

¿Qué sigue?...Que haya un gran esfuerzo gubernamental y social para impedir principalmente que la migración “ordenada y segura” que le da continuidad el gobierno mexicano y la deportación de miles por EU no se conviertan en crisis humanitarias; organizarse de tal forma que haya no solo trabajo, sino prever quiénes, cómo, cuándo y dónde, es pertinente generar satisfactores de tierra, salud, educación, servicios, etc., porque no establecer esas prioridades se convierte precisamente en “cinturones de miseria” en zonas urbanas y conurbadas de grandes ciudades como Tijuana, Mexicali, Ensenada, etc., y ni qué decir de otras en suelo mexicano.

Y por si no lo tiene presente, los mexicanos -TODOS- ser solidarios y demostrar verdadera voluntad de apoyar a migrantes que en su gran mayoría buscan legítimamente mejores oportunidades de desarrollo y calidad de vida, que huyen de la violencia, del despojo, amenaza y miseria en sus lugares de origen.

Seamos congruentes y no nos desgastemos en repartir culpas de la realidad que hoy afrontamos antes de que más unos que a otros “nos cargue el payaso”… ¿O no?

Quo Vadis


Echadas las cartas de apuesta sobre la mesa que constituye la relación de México y Estados Unidos, parece para el ciudadano común que el presidente Donald Trump ganará la partida inmediata en cuanto a detener y contener México la migración ilegal doméstica y extranjera que va por el “sueño americano”, aunque esto no necesariamente signifique asegurar su reelección en el 2020 como presidente estadounidense.

Las cartas, en una definición abreviada, son: Que México habilite a militares y marinos convertidos en Guardia Nacional, en una valla protectora para poner orden, no impedir la internación de miles de Centroamérica y otras partes del mundo y estar dispuesto, en cualquier momento, a recibir y dar cobijo a otros miles que el gobierno estadounidense deporte en el tiempo por venir y en tanto se resuelva su status migratorio o petición de asilo a los EU.

Por Estados Unidos, descartar la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas en tanto el gobierno mexicano demuestre efectividad en los compromisos migratorios antes descritos y eventualmente apoyar con recursos económicos a los países expulsores de migrantes…

Así y a pocos meses de que México literalmente abrió sus puertas a la migración extranjera por la frontera sur y el presidente Trump “twitteó” la amenaza de los aranceles si no se detenían esas “caravanas”, en Baja California como en Chiapas y otras entidades federativas estamos a la espera –quizá- de una especie de apocalipsis humanitario de pronóstico reservado. Ya por lo pronto las organizaciones civiles que tradicionalmente atienden a migrantes nacionales y extranjeros que se “estacionan” en la entidad dicen estar “saturadas”, sin posibilidad ni recursos suficientes para darle lo que humanamente se puede y debe a miles de infantes, mujeres y hombres, cuando falta aún que comiencen las deportaciones masivas, como ya lo ordenó el presidente Trump.

¿Qué sigue?...Que haya un gran esfuerzo gubernamental y social para impedir principalmente que la migración “ordenada y segura” que le da continuidad el gobierno mexicano y la deportación de miles por EU no se conviertan en crisis humanitarias; organizarse de tal forma que haya no solo trabajo, sino prever quiénes, cómo, cuándo y dónde, es pertinente generar satisfactores de tierra, salud, educación, servicios, etc., porque no establecer esas prioridades se convierte precisamente en “cinturones de miseria” en zonas urbanas y conurbadas de grandes ciudades como Tijuana, Mexicali, Ensenada, etc., y ni qué decir de otras en suelo mexicano.

Y por si no lo tiene presente, los mexicanos -TODOS- ser solidarios y demostrar verdadera voluntad de apoyar a migrantes que en su gran mayoría buscan legítimamente mejores oportunidades de desarrollo y calidad de vida, que huyen de la violencia, del despojo, amenaza y miseria en sus lugares de origen.

Seamos congruentes y no nos desgastemos en repartir culpas de la realidad que hoy afrontamos antes de que más unos que a otros “nos cargue el payaso”… ¿O no?