/ domingo 7 de agosto de 2022

LA ESPIGA | Geopolítica Yankee

De reciente aparición, el libro “Los salvajes de la bandera roja” del autor Gabriel Trujillo Muñoz, publicado por el FCE, nos presenta una aproximación seria y apasionada sobre “La revolución floresmagonista de 1911 en Baja California y sus consecuencias”.

El proyecto de Flores Magón era formar una república anarquista. Cortesía | Archivo Histórico de Tijuana

Este suceso histórico significó la inclusión de BC en el movimiento social conocido como Revolución Mexicana, el cual inicia formalmente con la convocatoria al levantamiento armado de Francisco I. Madero el 20 de noviembre de 1910. Los hermanos Enrique y Ricardo Flores Magón, figuras protagónicas en este periodo revolucionario, tenían claros sus objetivos: Primero derrocar al dictador Porfirio Díaz y después nutrir la revuelta con los idearios de varios intelectuales pertenecientes al Partido Liberal Mexicano.

Los hermanos Flores Magón -de larga trayectoria anti porfirista- se encontraban exiliados en Los Ángeles, Ca. En esa ciudad cuentan con el apoyo de la poderosa organización sindical IWW; la realización de un ataque armado sobre BC empezaría en Mexicali y Los Algodones. Estos pueblos fueron tomados de manera exitosa en enero y febrero de 1911; los insurgentes de inspiración anarcosindicalista desean vulnerar los intereses, propiedades e inversiones de los capitalistas norteamericanos, además buscan acabar con la influencia de los políticos y potentados de filiación porfirista, quienes dominaban el Distrito Norte de la Baja California.

Trujillo Muñoz señala que la revuelta floresmagonista poseía una auténtica aspiración transformadora: No solo se trataba de quitar al tirano, sino de conseguir un cambio radical en las estructuras del poder. Se trataba de derrocar al régimen capitalista y colocar en su lugar un sistema anarquista-socialista: Toda una utopía irrealizable.

Esta ensoñación quijotesca trajo a BC a un grupo variopinto de soldados improvisados. Ellos se enfrentaron a las tropas porfiristas y a ciudadanos alertados en contra de “los filibusteros”. Desde luego los intereses norteamericanos y el poderío yankee defendieron sus inversiones a sangre y fuego.

Trujillo utiliza bellas frases poéticas para referirse a los insurrectos. En su visión histórica los buenos son los floresmagonistas y los malos son los militares porfiristas Celso Vega y Esteban Cantú. Los héroes y los villanos pelean, unos por el bien, otros por el mal, como si los intrincados procesos históricos pudieran resolverse de manera simplificada, como si la geopolítica imperial dictada desde el Departamento de Estado admitiera razonamientos infantiles.

La pretendida “Revolución Liberal” inició en Mexicali aquel 29 de enero de 1911: Un sueño guajiro irrealizable en Cali-Baja o mejor en MexAmerica.

oscarher1955@yahoo.com

De reciente aparición, el libro “Los salvajes de la bandera roja” del autor Gabriel Trujillo Muñoz, publicado por el FCE, nos presenta una aproximación seria y apasionada sobre “La revolución floresmagonista de 1911 en Baja California y sus consecuencias”.

El proyecto de Flores Magón era formar una república anarquista. Cortesía | Archivo Histórico de Tijuana

Este suceso histórico significó la inclusión de BC en el movimiento social conocido como Revolución Mexicana, el cual inicia formalmente con la convocatoria al levantamiento armado de Francisco I. Madero el 20 de noviembre de 1910. Los hermanos Enrique y Ricardo Flores Magón, figuras protagónicas en este periodo revolucionario, tenían claros sus objetivos: Primero derrocar al dictador Porfirio Díaz y después nutrir la revuelta con los idearios de varios intelectuales pertenecientes al Partido Liberal Mexicano.

Los hermanos Flores Magón -de larga trayectoria anti porfirista- se encontraban exiliados en Los Ángeles, Ca. En esa ciudad cuentan con el apoyo de la poderosa organización sindical IWW; la realización de un ataque armado sobre BC empezaría en Mexicali y Los Algodones. Estos pueblos fueron tomados de manera exitosa en enero y febrero de 1911; los insurgentes de inspiración anarcosindicalista desean vulnerar los intereses, propiedades e inversiones de los capitalistas norteamericanos, además buscan acabar con la influencia de los políticos y potentados de filiación porfirista, quienes dominaban el Distrito Norte de la Baja California.

Trujillo Muñoz señala que la revuelta floresmagonista poseía una auténtica aspiración transformadora: No solo se trataba de quitar al tirano, sino de conseguir un cambio radical en las estructuras del poder. Se trataba de derrocar al régimen capitalista y colocar en su lugar un sistema anarquista-socialista: Toda una utopía irrealizable.

Esta ensoñación quijotesca trajo a BC a un grupo variopinto de soldados improvisados. Ellos se enfrentaron a las tropas porfiristas y a ciudadanos alertados en contra de “los filibusteros”. Desde luego los intereses norteamericanos y el poderío yankee defendieron sus inversiones a sangre y fuego.

Trujillo utiliza bellas frases poéticas para referirse a los insurrectos. En su visión histórica los buenos son los floresmagonistas y los malos son los militares porfiristas Celso Vega y Esteban Cantú. Los héroes y los villanos pelean, unos por el bien, otros por el mal, como si los intrincados procesos históricos pudieran resolverse de manera simplificada, como si la geopolítica imperial dictada desde el Departamento de Estado admitiera razonamientos infantiles.

La pretendida “Revolución Liberal” inició en Mexicali aquel 29 de enero de 1911: Un sueño guajiro irrealizable en Cali-Baja o mejor en MexAmerica.

oscarher1955@yahoo.com