/ jueves 11 de abril de 2019

Sentido común…

Quo Vadis


En el polifacético como controversial escenario electoral en que nos encontramos en Baja California, parece no haber sentido común de los protagonistas (candidatos) de lo que necesita y quiere la gente y que, por mucho, es diferente a las propuestas y ofertas electorales.

Eso es lógico en aspirantes al poder público que padecen de sentido común, algo que los verdaderos periodistas, por naturaleza del oficio, van enriqueciendo con sus experiencias profesionales al conocer de viva voz y cerca lo que necesita la mayoría de la sociedad y requiere sin duda alguna de la gestión y apoyo de sus autoridades.

Ahorita en Baja California hay candidatos (as) que nunca o muy poquito hicieron o protagonizaron a lo largo de las últimas tres décadas (por medir un período) para la transformación de nuestras ciudades donde el esfuerzo social si bien es mayor, no se puede subestimar la visión y acción gubernamentales que coadyuvan a explicar por qué nuestra entidad sigue siendo el principal imán de corrientes migratorias en el norte del país…

Tome en cuenta lo siguiente: En 1990 éramos un millón 660 mil 900 habitantes y para el 2015 crecimos a 3 millones 315 mil 700 habitantes, según cifras del INEGI. En otras palabras, en tan solo 25 años se duplicó la población y eso no es todo. Con información de la organización no gubernamental “México cómo vamos” (colectivo de investigadores integrado por un grupo plural de académicos y expertos en economía y política pública mexicana) en seis de ocho indicadores las cifras en BC son positivas: Más empleos formales acumulados, mejor productividad (más pesos producidos por hora trabajada), aumento del porcentaje de la población que puede adquirir canasta alimentaria con su ingreso laboral, menor número de trabajadores informales, reducción de la desigualdad en el ingreso laboral y reducción de ocupación en actividades gubernamentales (menos burocracia)…

Solo dos indicadores están cuestionables, pero manejables: Crecimiento económico y deuda, pero aquí el sentido común debe aflorar: ¿Será posible que un gobierno y su sociedad mantengan o aumenten el ritmo de crecimiento económico con el número de migrantes que absorbe como ocurre en BC? y/o también, ¿podrá alguien explicar cómo será posible crear infraestructura, obras, generación de oportunidades, etc., sin acumular deuda MANEJABLE?

Todo esto conlleva precisamente a asumir que en los últimos 30 años, cuando se duplicó la población, las acciones sociales y gubernamentales han privilegiado lo que más importa a la gente: Su empleo, la estabilidad del mismo y mejores oportunidades porque de eso depende, de nadie más, su calidad de vida.

Pregúntese al espejo: ¿Qué es lo más importante para usted en este momento? Y quizá, tan solo quizá, coincida en que Baja California ha mejorado. Aunque puede estar mejor, claro, si no perdemos el sentido común y las ofertas electorales privilegian las OPORTUNIDADES para que cada quien con esfuerzo propio viva mejor. ¿O no?

Quo Vadis


En el polifacético como controversial escenario electoral en que nos encontramos en Baja California, parece no haber sentido común de los protagonistas (candidatos) de lo que necesita y quiere la gente y que, por mucho, es diferente a las propuestas y ofertas electorales.

Eso es lógico en aspirantes al poder público que padecen de sentido común, algo que los verdaderos periodistas, por naturaleza del oficio, van enriqueciendo con sus experiencias profesionales al conocer de viva voz y cerca lo que necesita la mayoría de la sociedad y requiere sin duda alguna de la gestión y apoyo de sus autoridades.

Ahorita en Baja California hay candidatos (as) que nunca o muy poquito hicieron o protagonizaron a lo largo de las últimas tres décadas (por medir un período) para la transformación de nuestras ciudades donde el esfuerzo social si bien es mayor, no se puede subestimar la visión y acción gubernamentales que coadyuvan a explicar por qué nuestra entidad sigue siendo el principal imán de corrientes migratorias en el norte del país…

Tome en cuenta lo siguiente: En 1990 éramos un millón 660 mil 900 habitantes y para el 2015 crecimos a 3 millones 315 mil 700 habitantes, según cifras del INEGI. En otras palabras, en tan solo 25 años se duplicó la población y eso no es todo. Con información de la organización no gubernamental “México cómo vamos” (colectivo de investigadores integrado por un grupo plural de académicos y expertos en economía y política pública mexicana) en seis de ocho indicadores las cifras en BC son positivas: Más empleos formales acumulados, mejor productividad (más pesos producidos por hora trabajada), aumento del porcentaje de la población que puede adquirir canasta alimentaria con su ingreso laboral, menor número de trabajadores informales, reducción de la desigualdad en el ingreso laboral y reducción de ocupación en actividades gubernamentales (menos burocracia)…

Solo dos indicadores están cuestionables, pero manejables: Crecimiento económico y deuda, pero aquí el sentido común debe aflorar: ¿Será posible que un gobierno y su sociedad mantengan o aumenten el ritmo de crecimiento económico con el número de migrantes que absorbe como ocurre en BC? y/o también, ¿podrá alguien explicar cómo será posible crear infraestructura, obras, generación de oportunidades, etc., sin acumular deuda MANEJABLE?

Todo esto conlleva precisamente a asumir que en los últimos 30 años, cuando se duplicó la población, las acciones sociales y gubernamentales han privilegiado lo que más importa a la gente: Su empleo, la estabilidad del mismo y mejores oportunidades porque de eso depende, de nadie más, su calidad de vida.

Pregúntese al espejo: ¿Qué es lo más importante para usted en este momento? Y quizá, tan solo quizá, coincida en que Baja California ha mejorado. Aunque puede estar mejor, claro, si no perdemos el sentido común y las ofertas electorales privilegian las OPORTUNIDADES para que cada quien con esfuerzo propio viva mejor. ¿O no?