Voz Campesina
El suave beso en la mejilla recibido ayer por la mañana junto a un alegre “Feliz día del Abogado papi”, me recordó que en efecto el 12 de julio (en Mexicali ‘cálidamente’) se celebra a quienes ejercemos esta noble profesión desde diversos ámbitos.
Lo mismo dentro del Poder Judicial, que a través del litigio defendiendo a nuestros clientes en distintas ramas del Derecho, la docencia y múltiples desempeños oficiales o de carácter privado.
Aún conservo en la memoria el consejo de mi padre cuando le informé el deseo de iniciar los estudios de la carrera.
“Hijo, la que elegiste es en estricto sentido una labor profesional muy competida, pero dedicándole esfuerzo y honestidad el sol sale para todos, además de las diferentes alternativas que te darás cuenta ofrece”.
Hace ya largos años de la advertencia y a la fecha, el orgullo de practicar la abogacía en varias facetas (actualmente como litigante) es idéntico al de aquella lejana primera oportunidad en materia de procuración de justicia y después brindando asesoría legislativa en el H. Congreso de la Unión.
Aunque el camino no ha resultado nada fácil, bien podemos sentirnos satisfechos del deber cumplido y con fuertes ánimos de seguir en la brega (algo que comparto con muchos colegas).
Atrás quedaron las ‘desmañanadas’ abordando el autobús foráneo de Bataquez (ejido Monterrey) a la ‘Uni’ (Universidad Autónoma de Baja California) y viceversa (no pocas veces mediante agradecidos ‘raites’).
Ahora lo obligado es actualizarse en medida de cambios de leyes, procedimientos, etc., etc., sin descuidar “que si el Derecho se aprende leyendo, se ejerce pensando”.
Al enviar la más sincera felicitación a compañeras y compañeros abogados, sea cual fuere el espacio de sus actividades, permítaseme expresar que si algún día mi hijo me consultara sobre su futuro universitario no tendría la mínima duda en asegurarle que la de abogado es una de las mejores profesiones. ¡FELICIDADES!
