/ jueves 16 de junio de 2022

López Obrador: Un Presidente ausente

La Novena Cumbre de las Américas que se está llevando a cabo en la ciudad de Los Ángeles, es la primera en la historia que no contará con la presencia del Presidente de México.

La ausencia del presidente López Obrador es grave, toda vez que se trata de la primera Cumbre que se organiza después de la pandemia y en la que se definirán los nuevos equilibrios regionales y los grandes temas para el progreso y el desarrollo del continente americano. Días antes del inicio de la Cumbre, el Presidente jugó con la posibilidad de ir o no ir bajo el argumento de que habría que invitar a todos los países del continente.

Captura pantalla

Por tradición, el país organizador define agenda e invitados y en esta ocasión, el presidente Joe Biden tomó la firme decisión de no invitar a países que no respetan la Carta Democrática Interamericana.

Los países excluidos de la Cumbre se han caracterizado por sus reiteradas violaciones a los derechos humanos, por la ausencia de elecciones libres, por la represión de la disidencia y por la imposición de un sistema de partido único. Los Estados Unidos de América tomaron la decisión de impulsar una agenda continental en la que el respeto incondicional a los derechos humanos y la extensión de la democracia y las libertades serán temas cruciales para el continente.

El gobierno de México ha decidido renunciar a su papel histórico como líder regional y como promotor de una agenda internacional de vanguardia. En lugar de esto, ha defendido hasta el cansancio a naciones con gobiernos corruptos y despóticos y con ello se ha hecho una apuesta equivocada a favor de la represión y la tiranía. La supuesta defensa de la soberanía, bajo el argumento de que Estados Unidos pretende imponer su agenda, es un desvarío más de nuestra política exterior. El vecino país del norte, como organizador de la Cumbre, tiene la potestad de proponer y consensuar una agenda continental, de la cual el gobierno de nuestro país ha decidido excluirse, de forma lamentable.

La ausencia del presidente López Obrador es un error estratégico y una grave afrenta, no al gobierno de los Estados Unidos, sino a jefes de Estado de naciones que tienen los ojos puestos en México y que esperan que nuestro país asuma el liderazgo continental que por tradición, historia y poder cultural le corresponde.

México pudo haber encabezado los esfuerzos regionales para hacer frente al cambio climático y sus efectos, a la delincuencia organizada transnacional y sus amplias redes, al letal tráfico de armas, a la crisis migratoria, a la transición hacia una economía verde y a la defensa de los derechos humanos de todas las personas. En lugar de ello, se ha propuesto un discurso anacrónico, propio de los años sesenta, en el que todavía se habla del bloqueo a Cuba.

Más allá de los resultados de la Cumbre, quedará para la historia el hecho de que el Presidente de México ha renunciado a su deber constitucional de representar a todas y todos los mexicanos en el evento internacional más importante de su sexenio.

La Novena Cumbre de las Américas que se está llevando a cabo en la ciudad de Los Ángeles, es la primera en la historia que no contará con la presencia del Presidente de México.

La ausencia del presidente López Obrador es grave, toda vez que se trata de la primera Cumbre que se organiza después de la pandemia y en la que se definirán los nuevos equilibrios regionales y los grandes temas para el progreso y el desarrollo del continente americano. Días antes del inicio de la Cumbre, el Presidente jugó con la posibilidad de ir o no ir bajo el argumento de que habría que invitar a todos los países del continente.

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Por tradición, el país organizador define agenda e invitados y en esta ocasión, el presidente Joe Biden tomó la firme decisión de no invitar a países que no respetan la Carta Democrática Interamericana.

Los países excluidos de la Cumbre se han caracterizado por sus reiteradas violaciones a los derechos humanos, por la ausencia de elecciones libres, por la represión de la disidencia y por la imposición de un sistema de partido único. Los Estados Unidos de América tomaron la decisión de impulsar una agenda continental en la que el respeto incondicional a los derechos humanos y la extensión de la democracia y las libertades serán temas cruciales para el continente.

El gobierno de México ha decidido renunciar a su papel histórico como líder regional y como promotor de una agenda internacional de vanguardia. En lugar de esto, ha defendido hasta el cansancio a naciones con gobiernos corruptos y despóticos y con ello se ha hecho una apuesta equivocada a favor de la represión y la tiranía. La supuesta defensa de la soberanía, bajo el argumento de que Estados Unidos pretende imponer su agenda, es un desvarío más de nuestra política exterior. El vecino país del norte, como organizador de la Cumbre, tiene la potestad de proponer y consensuar una agenda continental, de la cual el gobierno de nuestro país ha decidido excluirse, de forma lamentable.

La ausencia del presidente López Obrador es un error estratégico y una grave afrenta, no al gobierno de los Estados Unidos, sino a jefes de Estado de naciones que tienen los ojos puestos en México y que esperan que nuestro país asuma el liderazgo continental que por tradición, historia y poder cultural le corresponde.

México pudo haber encabezado los esfuerzos regionales para hacer frente al cambio climático y sus efectos, a la delincuencia organizada transnacional y sus amplias redes, al letal tráfico de armas, a la crisis migratoria, a la transición hacia una economía verde y a la defensa de los derechos humanos de todas las personas. En lugar de ello, se ha propuesto un discurso anacrónico, propio de los años sesenta, en el que todavía se habla del bloqueo a Cuba.

Más allá de los resultados de la Cumbre, quedará para la historia el hecho de que el Presidente de México ha renunciado a su deber constitucional de representar a todas y todos los mexicanos en el evento internacional más importante de su sexenio.