/ jueves 25 de enero de 2018

Voz campesina

Día del Asalto a las Tierras

Desde niño (¡uff!) recuerdo que así se denominaba la celebración del ya cercano 27 de enero, honrando aquella gesta histórica en que campesinos del valle mexicalense recobraron las tierras explotadas por la tristemente célebre Colorado River Land Company.

El festejo era sin duda de total participación comunitaria y elegir a la Flor Más Bella del Ejido, lucido marco para hermosura y simpatía de damitas del valle. Al paso del tiempo, mientras se redujo el apoyo crediticio a los agricultores y sembrar dejó de producirles ganancias, fomentándose a cambio el rentismo (y/o venta) parcelario de las entregadas por Don Lázaro (Tata) Cárdenas del Río, tanto condiciones de vida como esta festividad se transformaron. En lo económico se padece avanzante carestía inflacionaria donde alimentos, vestido, etc. etc., aumentan de precio, pero no el monto de rentas recibidas que difícilmente asciende. De ahí que pa’ completar el ‘chivo’, aunque duela y suene absurdo, haya ejidatarios laborando cual jornaleros en su propia parcela. Dado que no existe regulación alguna (so-pretexto de la ‘ley’ de la oferta y la demanda) el pago del arrendamiento se conviene entre ‘rentero’ y ‘parcelero’, sin siquiera asesoría o mediación de autoridades obligadas a servir al campesinado. En cuanto a la efeméride del 27 de enero, a últimos años se optó a nombrarle ‘El Día del Ejido’, a manera -opino- de suavizar de la memoria colectiva el sacrificio y valor de quienes (mujeres y hombres) ofrendaran cuanto tenían (alma, corazón, libertad, tamaños, pues) creando los ejidos en que mexicanos de diversos rincones del país fincaron honorables raíces y muchos -orgullosamente- nacimos. La conmemoración continúa, cierto, aunque estimo cada vez más disminuida y aprovechándose de marco a protestas políticas; tampoco falta el sembrado del ‘Árbol de la Unidad’ ni exitosos ‘líderes’ y/o ‘productores’ (arrendan cientos de hectáreas) portando sombreros de múltiples equis (X) a diferencia de los ‘pequeños productores’-según clasifica la oficialidad- que insisten en no abandonar la tarea paternalmente aprendida, es decir, cultivar las tierras. Encima de visiones ‘productivo-modernistas’, a que tal vez se adaptaran agricultores mexicalenses, de implicar mejoras al ingreso familiar, siendo aun venturosamente mayoritaria la vocación agrícola cachanilla, exhortamos con especial respeto a dependencias que correspondan, aplicarse en creatividad e impulso al olvidado sector. ¡¡Viva el Asalto a Las Tierras y/o El Día del Ejido!! vozcampesina@hotmail.com

Día del Asalto a las Tierras

Desde niño (¡uff!) recuerdo que así se denominaba la celebración del ya cercano 27 de enero, honrando aquella gesta histórica en que campesinos del valle mexicalense recobraron las tierras explotadas por la tristemente célebre Colorado River Land Company.

El festejo era sin duda de total participación comunitaria y elegir a la Flor Más Bella del Ejido, lucido marco para hermosura y simpatía de damitas del valle. Al paso del tiempo, mientras se redujo el apoyo crediticio a los agricultores y sembrar dejó de producirles ganancias, fomentándose a cambio el rentismo (y/o venta) parcelario de las entregadas por Don Lázaro (Tata) Cárdenas del Río, tanto condiciones de vida como esta festividad se transformaron. En lo económico se padece avanzante carestía inflacionaria donde alimentos, vestido, etc. etc., aumentan de precio, pero no el monto de rentas recibidas que difícilmente asciende. De ahí que pa’ completar el ‘chivo’, aunque duela y suene absurdo, haya ejidatarios laborando cual jornaleros en su propia parcela. Dado que no existe regulación alguna (so-pretexto de la ‘ley’ de la oferta y la demanda) el pago del arrendamiento se conviene entre ‘rentero’ y ‘parcelero’, sin siquiera asesoría o mediación de autoridades obligadas a servir al campesinado. En cuanto a la efeméride del 27 de enero, a últimos años se optó a nombrarle ‘El Día del Ejido’, a manera -opino- de suavizar de la memoria colectiva el sacrificio y valor de quienes (mujeres y hombres) ofrendaran cuanto tenían (alma, corazón, libertad, tamaños, pues) creando los ejidos en que mexicanos de diversos rincones del país fincaron honorables raíces y muchos -orgullosamente- nacimos. La conmemoración continúa, cierto, aunque estimo cada vez más disminuida y aprovechándose de marco a protestas políticas; tampoco falta el sembrado del ‘Árbol de la Unidad’ ni exitosos ‘líderes’ y/o ‘productores’ (arrendan cientos de hectáreas) portando sombreros de múltiples equis (X) a diferencia de los ‘pequeños productores’-según clasifica la oficialidad- que insisten en no abandonar la tarea paternalmente aprendida, es decir, cultivar las tierras. Encima de visiones ‘productivo-modernistas’, a que tal vez se adaptaran agricultores mexicalenses, de implicar mejoras al ingreso familiar, siendo aun venturosamente mayoritaria la vocación agrícola cachanilla, exhortamos con especial respeto a dependencias que correspondan, aplicarse en creatividad e impulso al olvidado sector. ¡¡Viva el Asalto a Las Tierras y/o El Día del Ejido!! vozcampesina@hotmail.com

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