/ sábado 18 de diciembre de 2021

La Revolución aún respira

VIENTOS

Esto lo escribí en agosto del año 2012, cuando las traiciones al PRI aún no eran el descaro de hoy.... pero sus aires metíficos ya empezaban a invadir el ambiente.

Muchos son los autores posrevolucionarios que han versado sobre la historia de la Revolución Mexicana, cuyos atisbos intelectuales se coagulan en el pensamiento de Ricardo Flores Magón a fines del siglo XIX y cruzan la frontera del XX para anidar - increíble - en el alma exótica de un hacendado o hijo de hacendados coahuilenses que hace de 1910, no propiamente una revolución ajustada al floresmagonismo, sino la esgrima primaria que le es suficiente al viejo dictador para renunciar - y para siempre - la presidencia de México, sobre todo por la presión de su esposa Carmen.

Las aberraciones políticas de Francisco Indalecio Madero, el coahuilense de marras, lo llevan a su sacrificio como a otros sus fieles seguidores a manos del sanguinario general porfirista Victoriano Huerta. Es ahí en donde se materializa la Revolución Mexicana mal apodada de 1910. Es el año de 1913 cuando despierta la muerte y llena de sangre de hermanos la campiña y los pueblos y las ciudades mexicanas.

Se lucha por la justicia social, por la equidad, por la democracia que es libertad y respeto por la diversidad ideológica y religiosa. Y el movimiento revolucionario triunfa y el pueblo atisba como en un sueño, el final de su hecatombe y el inicio de la justicia en todos los niveles. Pero es sólo eso, sueño.

Los triunfadores se convierten en iguales de los porfiristas. Se vuelven ricos y hacendados. Hablo de los de “la crema” revolucionaria. Y se unen a los viejos ricos que supieron lidiar con el burel revolucionario. Y la revolución inició su estado hibernal.

Y ahí está. Respira difícil, pero cuando salga de ese cubículo helado ¡cuidado!: Los principios revolucionarios están vivos y Peña Nieto puede mover el avispero. Y digan que lo escribió un loco.

jaimepardo1928@gmail.com

VIENTOS

Esto lo escribí en agosto del año 2012, cuando las traiciones al PRI aún no eran el descaro de hoy.... pero sus aires metíficos ya empezaban a invadir el ambiente.

Muchos son los autores posrevolucionarios que han versado sobre la historia de la Revolución Mexicana, cuyos atisbos intelectuales se coagulan en el pensamiento de Ricardo Flores Magón a fines del siglo XIX y cruzan la frontera del XX para anidar - increíble - en el alma exótica de un hacendado o hijo de hacendados coahuilenses que hace de 1910, no propiamente una revolución ajustada al floresmagonismo, sino la esgrima primaria que le es suficiente al viejo dictador para renunciar - y para siempre - la presidencia de México, sobre todo por la presión de su esposa Carmen.

Las aberraciones políticas de Francisco Indalecio Madero, el coahuilense de marras, lo llevan a su sacrificio como a otros sus fieles seguidores a manos del sanguinario general porfirista Victoriano Huerta. Es ahí en donde se materializa la Revolución Mexicana mal apodada de 1910. Es el año de 1913 cuando despierta la muerte y llena de sangre de hermanos la campiña y los pueblos y las ciudades mexicanas.

Se lucha por la justicia social, por la equidad, por la democracia que es libertad y respeto por la diversidad ideológica y religiosa. Y el movimiento revolucionario triunfa y el pueblo atisba como en un sueño, el final de su hecatombe y el inicio de la justicia en todos los niveles. Pero es sólo eso, sueño.

Los triunfadores se convierten en iguales de los porfiristas. Se vuelven ricos y hacendados. Hablo de los de “la crema” revolucionaria. Y se unen a los viejos ricos que supieron lidiar con el burel revolucionario. Y la revolución inició su estado hibernal.

Y ahí está. Respira difícil, pero cuando salga de ese cubículo helado ¡cuidado!: Los principios revolucionarios están vivos y Peña Nieto puede mover el avispero. Y digan que lo escribió un loco.

jaimepardo1928@gmail.com