/ jueves 14 de septiembre de 2023

La ultraderecha, ¿en serio?

Flor Yáñez

Increíble, pero cierto es que el actor Eduardo Verástegui se registró como candidato independiente a la Presidencia de México por el Movimiento “Ultracatólico” Viva México. Ahora deberá conseguir el apoyo de al menos 1% de la Lista Nominal de Electores que pertenezcan mínimo a 17 entidades federativas para continuar en el proceso.

Foto: Redes Sociales | X @CarlRamirezA

Este personaje ultraderechista, aunque comenta que “defiende” los derechos humanos, ha puesto sobre la mesa ideas y discursos basados principalmente en la religión. Sus posicionamientos están revistos de ideologías políticas e indicó que Dios, la patria y la familia deben ser el eje fundamental de la vida social.

Lo conocemos no por su trayectoria política -que es nula-, sino por sus actuaciones en películas y telenovelas que le han servido para convertirse en figura pública.

Hace unos días la Suprema Corte de Justicia de la Nación despenalizó el aborto en todo el país. En la resolución se plasma que su penalización es contraria a la dignidad humana e instó a que las instituciones de salud públicas federales brinden el servicio de forma gratuita.

Es un precedente histórico en la lucha contra la violencia y discriminación de género. Sin embargo, el actor rechaza este derecho y lo condena, como lo hizo con Xóchitl al decir que sus discursos se disparaban con escopeta del “666”, es decir, “el número del diablo”.

Parece chiste y da risa, pero esas ideologías radicales son preocupantes porque colocan a la moral histórica como forma de vida actual, suponen que los derechos sexuales y reproductivos son colonialistas, sitúan a las mujeres como objetos pecadores de segundo plano y, sobre todo, usan lo sagrado y a Dios como bandera política.

Vivimos en un mundo donde cada día se exige más el cumplimento de los derechos fundamentales y aventarse a una campaña política con la Virgen de Guadalupe como baluarte, podría equipararse con lanzarse al precipicio sin paracaídas, más que el que Dios le pueda aventar.

Aunque pareciera que la derecha radical está resurgiendo en el mundo, recordemos que en la historia han fracasado. Entonces sería importante renovar el discurso y ajustarse a los nuevos cambios sociales que son de corte liberal.

Estamos contra reloj para comenzar a decidir el futuro próximo del país. Es momento de dejar las creencias personales y religiosas en la bolsa y decidir con la razón fría qué es lo mejor para el rumbo que debe llevar el país.

Flor Yáñez

Increíble, pero cierto es que el actor Eduardo Verástegui se registró como candidato independiente a la Presidencia de México por el Movimiento “Ultracatólico” Viva México. Ahora deberá conseguir el apoyo de al menos 1% de la Lista Nominal de Electores que pertenezcan mínimo a 17 entidades federativas para continuar en el proceso.

Foto: Redes Sociales | X @CarlRamirezA

Este personaje ultraderechista, aunque comenta que “defiende” los derechos humanos, ha puesto sobre la mesa ideas y discursos basados principalmente en la religión. Sus posicionamientos están revistos de ideologías políticas e indicó que Dios, la patria y la familia deben ser el eje fundamental de la vida social.

Lo conocemos no por su trayectoria política -que es nula-, sino por sus actuaciones en películas y telenovelas que le han servido para convertirse en figura pública.

Hace unos días la Suprema Corte de Justicia de la Nación despenalizó el aborto en todo el país. En la resolución se plasma que su penalización es contraria a la dignidad humana e instó a que las instituciones de salud públicas federales brinden el servicio de forma gratuita.

Es un precedente histórico en la lucha contra la violencia y discriminación de género. Sin embargo, el actor rechaza este derecho y lo condena, como lo hizo con Xóchitl al decir que sus discursos se disparaban con escopeta del “666”, es decir, “el número del diablo”.

Parece chiste y da risa, pero esas ideologías radicales son preocupantes porque colocan a la moral histórica como forma de vida actual, suponen que los derechos sexuales y reproductivos son colonialistas, sitúan a las mujeres como objetos pecadores de segundo plano y, sobre todo, usan lo sagrado y a Dios como bandera política.

Vivimos en un mundo donde cada día se exige más el cumplimento de los derechos fundamentales y aventarse a una campaña política con la Virgen de Guadalupe como baluarte, podría equipararse con lanzarse al precipicio sin paracaídas, más que el que Dios le pueda aventar.

Aunque pareciera que la derecha radical está resurgiendo en el mundo, recordemos que en la historia han fracasado. Entonces sería importante renovar el discurso y ajustarse a los nuevos cambios sociales que son de corte liberal.

Estamos contra reloj para comenzar a decidir el futuro próximo del país. Es momento de dejar las creencias personales y religiosas en la bolsa y decidir con la razón fría qué es lo mejor para el rumbo que debe llevar el país.