/ jueves 16 de agosto de 2018

México, potencia alimentaria

Voz Campesina


Al inaugurar el evento ‘México Alimentaria 2018’, el presidente Enrique Peña Nieto declaró que “el país se perfila para ser el décimo productor de alimentos en el mundo, además que las exportaciones agroalimentarias superan los 35 mil millones de dólares” (sic).

Ante tal afirmación, cualquiera pensaría que los agricultores de 20 hectáreas y ‘productores’ (siembran cientos, máxime agro-empresas) gozan respectivamente de bienestar de vida y solvencia económica.

Nada más lejos de la realidad, cuando menos en el valle mexicalense, donde la dificultad para obtener apoyos del gobierno obliga a los primeros a rentar y/o en el peor de los casos vender sus parcelas, obvio, a los ‘productores’.

El Presidente añadió que “esta actividad agroalimentaria permite el ingreso de divisas superiores a lo que genera el turismo, petróleo o las remesas que se reciben en el país” (sic).

Siendo el todavía titular del Poder Ejecutivo quien asegura lo anterior, sorprende que dicha ‘bonanza’ no se refleje en los bolsillos (debido al incremento del costo de los insumos y el precio siempre variable del producto) de aquellos esforzados en cultivar la tierra.

Cíclicamente el sector oficial sugiere la diversificación de cultivos, pero no les brinda auxilio concreto (reuniones, pláticas, etc., etc., sirven de muy poco).

Días atrás un buen amigo que le ‘terquea’ (sic) a trabajar la tierra, nos comentaba: “Lic., tú crees que si apoyaran para sembrar hortalizas que sabemos dejan bastante ganancia, no estuviéramos sembrándolas en nuestras tierras vecinas, de las que empresas gringas rentan y cosechan eso, hortalizas de exportación, así que ‘pos’ le seguimos en el trigo, aunque cada año batallemos con su valor y pago” (sic).

El argumento -opino- es contundente y comprobable en el valle de Mexicali. Sin embargo, cerca ya del inicio del próximo mandato presidencial se desconoce algún esquema prioritario orientado a la mejoría del campo y los campesinos mexicanos. En cambio, en materia energética ya hasta existen calculadas cifras a invertir.

Tiempo hay y ojalá pronto se dedique a reprogramar el futuro de un ámbito de tan alta prioridad, como el de la producción de alimentos (y sobrevivencia de ejidatarios, jornaleros, etc., etc.)


Voz Campesina


Al inaugurar el evento ‘México Alimentaria 2018’, el presidente Enrique Peña Nieto declaró que “el país se perfila para ser el décimo productor de alimentos en el mundo, además que las exportaciones agroalimentarias superan los 35 mil millones de dólares” (sic).

Ante tal afirmación, cualquiera pensaría que los agricultores de 20 hectáreas y ‘productores’ (siembran cientos, máxime agro-empresas) gozan respectivamente de bienestar de vida y solvencia económica.

Nada más lejos de la realidad, cuando menos en el valle mexicalense, donde la dificultad para obtener apoyos del gobierno obliga a los primeros a rentar y/o en el peor de los casos vender sus parcelas, obvio, a los ‘productores’.

El Presidente añadió que “esta actividad agroalimentaria permite el ingreso de divisas superiores a lo que genera el turismo, petróleo o las remesas que se reciben en el país” (sic).

Siendo el todavía titular del Poder Ejecutivo quien asegura lo anterior, sorprende que dicha ‘bonanza’ no se refleje en los bolsillos (debido al incremento del costo de los insumos y el precio siempre variable del producto) de aquellos esforzados en cultivar la tierra.

Cíclicamente el sector oficial sugiere la diversificación de cultivos, pero no les brinda auxilio concreto (reuniones, pláticas, etc., etc., sirven de muy poco).

Días atrás un buen amigo que le ‘terquea’ (sic) a trabajar la tierra, nos comentaba: “Lic., tú crees que si apoyaran para sembrar hortalizas que sabemos dejan bastante ganancia, no estuviéramos sembrándolas en nuestras tierras vecinas, de las que empresas gringas rentan y cosechan eso, hortalizas de exportación, así que ‘pos’ le seguimos en el trigo, aunque cada año batallemos con su valor y pago” (sic).

El argumento -opino- es contundente y comprobable en el valle de Mexicali. Sin embargo, cerca ya del inicio del próximo mandato presidencial se desconoce algún esquema prioritario orientado a la mejoría del campo y los campesinos mexicanos. En cambio, en materia energética ya hasta existen calculadas cifras a invertir.

Tiempo hay y ojalá pronto se dedique a reprogramar el futuro de un ámbito de tan alta prioridad, como el de la producción de alimentos (y sobrevivencia de ejidatarios, jornaleros, etc., etc.)


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