/ jueves 19 de abril de 2018

Seguridad y justicia

VOZ CAMPESINA

De cierto tiempo acá, al hablar de ambos temas y/o conceptos, suele dividírseles marcadamente.

Pareciera que intenta separarse la estrecha relación que guardan, como que si -refiriéndonos al ámbito penal- fuera posible contar con una sociedad ‘segura’ cuando la inmensa mayoría de delincuentes quedan libres (de llegar a ser detenidos) bajo órdenes ‘respetuosas de los derechos humanos’ de jueces basados en la complacencia legislativa del famoso ‘sistema’ que ni es nuevo ni es sistema, pues sólo en el rubro procesal se ha impuesto a todo el país a través del Código Nacional de Procedimientos Penales, donde precisamente se establecen las generosas medidas cautelares que abren la puerta giratoria al imputado.

Efectivamente en algunos -mínimos- casos el ofendido y/o víctima prefiere la rapidez de un arreglo reparatorio de daños (de admitirla el ilícito, la conciliación ha sido contemplada siempre por nuestra ley penal). Pero de esto, a ver retirarse plácidamente a casa y/o a seguir delinquiendo a quien te robó, al aplicar el formato de ‘robe ahora pague después’, hay diferencias abismales.

Lo peor dentro de la visión personal que asumo, compartida con buen número de lectores (gracias) de la sociedad civil, es que dadas las circunstancias económicas de crisis imparables cuan recurrentes, sueldos míseros, inflación, etc., etc., pero máxime innegable impunidad cuya percepción colectiva se funda en el notorio incremento delictivo y sangrienta violencia, de no frenarse tal ignominia, corrigiendo la legislación que se advierte la auspicia, más temprano que tarde (de hecho se presenta de manera aislada) no habrá otro remedio que la justicia a propia mano.

Sin embargo, salvo el anuncio legislativo local del aumento a penas de castigo (de poco sirve si raramente son purgadas), no detectamos perspectivas concretas de solución, ni siquiera de los cinco aspirantes ‘a la grande’. En cualquiera de dichas campañas el ‘postulado’ es abatir la in-seguridad, la in-justicia, no muestran considerarla.

Ojalá los últimos asesinatos, máxime de mujeres (les llaman feminicidios) en Mexicali, no signifique acercarnos a la terrible realidad que impera en diversos Estados. Aunque los hechos nunca mienten.

vozcampesina@hotmail.com



VOZ CAMPESINA

De cierto tiempo acá, al hablar de ambos temas y/o conceptos, suele dividírseles marcadamente.

Pareciera que intenta separarse la estrecha relación que guardan, como que si -refiriéndonos al ámbito penal- fuera posible contar con una sociedad ‘segura’ cuando la inmensa mayoría de delincuentes quedan libres (de llegar a ser detenidos) bajo órdenes ‘respetuosas de los derechos humanos’ de jueces basados en la complacencia legislativa del famoso ‘sistema’ que ni es nuevo ni es sistema, pues sólo en el rubro procesal se ha impuesto a todo el país a través del Código Nacional de Procedimientos Penales, donde precisamente se establecen las generosas medidas cautelares que abren la puerta giratoria al imputado.

Efectivamente en algunos -mínimos- casos el ofendido y/o víctima prefiere la rapidez de un arreglo reparatorio de daños (de admitirla el ilícito, la conciliación ha sido contemplada siempre por nuestra ley penal). Pero de esto, a ver retirarse plácidamente a casa y/o a seguir delinquiendo a quien te robó, al aplicar el formato de ‘robe ahora pague después’, hay diferencias abismales.

Lo peor dentro de la visión personal que asumo, compartida con buen número de lectores (gracias) de la sociedad civil, es que dadas las circunstancias económicas de crisis imparables cuan recurrentes, sueldos míseros, inflación, etc., etc., pero máxime innegable impunidad cuya percepción colectiva se funda en el notorio incremento delictivo y sangrienta violencia, de no frenarse tal ignominia, corrigiendo la legislación que se advierte la auspicia, más temprano que tarde (de hecho se presenta de manera aislada) no habrá otro remedio que la justicia a propia mano.

Sin embargo, salvo el anuncio legislativo local del aumento a penas de castigo (de poco sirve si raramente son purgadas), no detectamos perspectivas concretas de solución, ni siquiera de los cinco aspirantes ‘a la grande’. En cualquiera de dichas campañas el ‘postulado’ es abatir la in-seguridad, la in-justicia, no muestran considerarla.

Ojalá los últimos asesinatos, máxime de mujeres (les llaman feminicidios) en Mexicali, no signifique acercarnos a la terrible realidad que impera en diversos Estados. Aunque los hechos nunca mienten.

vozcampesina@hotmail.com



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