/ sábado 10 de julio de 2021

Tutti frutti sabatini

VIENTOS

Antes de entrar en materia deseo aclarar que no soy quien escribe en la computadora para las ediciones de mis columnas sabatinas en LA VOZ, el material sustantivo temático lo digitaliza, siempre, otra persona que por supuesto supongo responsable.

Lo anterior viene a prelación porque en mi colaboración del sábado 25 anterior aparecieron dos “chifladuras” molestas por disparadas del original. Y suena curioso que el digitalizador, nativo de Mexicali, ignore que a los mexicalenses se les apoda “cachanillas”. Así que escribí “ahora con mi pluma caliente de cachanilla adoptivo” y apareció “chicanilla”. Y pasa, pues cualquiera pensó, al leer la tontería: “Este pobre escribidor ya chochea”. Y sea…. Pero lo que no pasa ni paso es, en el párrafo casi final, en la parte que me refiero a la recién electa gobernadora bajacaliforniana, el apodo, casi gentilicio, “cachanilla”, fue transformado en “cochinilla”, asunto muy lejos de mi trato escritural para nadie y menos para doña Marina del Pilar Ávila Olmeda que siempre he apoyado por sus valores y porque al nombrarla recuerdo a mi esposa que también se llamaba Marina y hace un poco más de 14 meses falleció. \u0009Además, cabe agregar, no busco chamba a mis 93 otoños, aunque mi mente funcione aún bastante bien. Pido mil perdones a doña Marina del Pilar y a lo nuestro.

Pocos, muy pocos, porque su edad los atora si miran a un pasado del que este escribidor estuvo más cerca, debiera leer la historia de la Revolución Mexicana para juzgar con menos severidad al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha recogido de la historia los sabios consejos que dejó el movimiento de Independencia, las Leyes de Reforma con Juárez y las banderas que motivaron, se dice, más de un millón de muertos en la Revolución que torpemente inició Madero que no podía entender la rabia contenida del pueblo mexicano explotado por los viejos hacendados y en su marcha fue crucificado para dejar paso al “buitre” Victoriano Huerta, el ejecutor intelectual que mordió la mano de su benefactor como Judas a Cristo. Y López Obrador recogió las banderas del pueblo y con ellas va en un afán casi obsesivo de acabar con la corrupción que eliminaría a millones de mexicanos que andan por ahí buscando “el cofre abierto”…

La comparación entre las fuerzas negativas - no las positivas que las hubo – del porfirismo, las vimos aquí, en Baja California, cuando Ricardo Flores Magon quiso hacer “la verdadera revolución” y los terri-norteños imaginaron una invasión de “filibusteros” y se enfrentaron a muerte. Leer la historia del periodo y aquí, es sano. Y cada quien tiene el derecho de tomar el camino ideológico que le plazca.

Vengo de una familia (los Pardo) que fueron, por época y razón natural, porfiristas, excepto mi padre don Jaime S. Pardo y Pacheco que fue un liberal de gran estatura moral. Y fue, en tal tesitura a enfrentarse – solo ideológicamente – a los adversarios, es decir, frontal ante el porfirismo, unido a la familia de mis abuelos maternos que eran gente limpia del pueblo bajacaliforniano.

Ya hay suficiente historia y crónicas para resolver la madeja de tonterías que bullen en las mentes herederas de una historia que hay que analizar con el cerebro bien abierto. Y eso fue todo por hoy.


VIENTOS

Antes de entrar en materia deseo aclarar que no soy quien escribe en la computadora para las ediciones de mis columnas sabatinas en LA VOZ, el material sustantivo temático lo digitaliza, siempre, otra persona que por supuesto supongo responsable.

Lo anterior viene a prelación porque en mi colaboración del sábado 25 anterior aparecieron dos “chifladuras” molestas por disparadas del original. Y suena curioso que el digitalizador, nativo de Mexicali, ignore que a los mexicalenses se les apoda “cachanillas”. Así que escribí “ahora con mi pluma caliente de cachanilla adoptivo” y apareció “chicanilla”. Y pasa, pues cualquiera pensó, al leer la tontería: “Este pobre escribidor ya chochea”. Y sea…. Pero lo que no pasa ni paso es, en el párrafo casi final, en la parte que me refiero a la recién electa gobernadora bajacaliforniana, el apodo, casi gentilicio, “cachanilla”, fue transformado en “cochinilla”, asunto muy lejos de mi trato escritural para nadie y menos para doña Marina del Pilar Ávila Olmeda que siempre he apoyado por sus valores y porque al nombrarla recuerdo a mi esposa que también se llamaba Marina y hace un poco más de 14 meses falleció. \u0009Además, cabe agregar, no busco chamba a mis 93 otoños, aunque mi mente funcione aún bastante bien. Pido mil perdones a doña Marina del Pilar y a lo nuestro.

Pocos, muy pocos, porque su edad los atora si miran a un pasado del que este escribidor estuvo más cerca, debiera leer la historia de la Revolución Mexicana para juzgar con menos severidad al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha recogido de la historia los sabios consejos que dejó el movimiento de Independencia, las Leyes de Reforma con Juárez y las banderas que motivaron, se dice, más de un millón de muertos en la Revolución que torpemente inició Madero que no podía entender la rabia contenida del pueblo mexicano explotado por los viejos hacendados y en su marcha fue crucificado para dejar paso al “buitre” Victoriano Huerta, el ejecutor intelectual que mordió la mano de su benefactor como Judas a Cristo. Y López Obrador recogió las banderas del pueblo y con ellas va en un afán casi obsesivo de acabar con la corrupción que eliminaría a millones de mexicanos que andan por ahí buscando “el cofre abierto”…

La comparación entre las fuerzas negativas - no las positivas que las hubo – del porfirismo, las vimos aquí, en Baja California, cuando Ricardo Flores Magon quiso hacer “la verdadera revolución” y los terri-norteños imaginaron una invasión de “filibusteros” y se enfrentaron a muerte. Leer la historia del periodo y aquí, es sano. Y cada quien tiene el derecho de tomar el camino ideológico que le plazca.

Vengo de una familia (los Pardo) que fueron, por época y razón natural, porfiristas, excepto mi padre don Jaime S. Pardo y Pacheco que fue un liberal de gran estatura moral. Y fue, en tal tesitura a enfrentarse – solo ideológicamente – a los adversarios, es decir, frontal ante el porfirismo, unido a la familia de mis abuelos maternos que eran gente limpia del pueblo bajacaliforniano.

Ya hay suficiente historia y crónicas para resolver la madeja de tonterías que bullen en las mentes herederas de una historia que hay que analizar con el cerebro bien abierto. Y eso fue todo por hoy.