/ domingo 5 de mayo de 2024

La Espiga | Mexicali como emporio agrícola

Los peones agrícolas chinos llegaron a Mexicali para sumarse al esfuerzo realizado inicialmente por los trabajadores mexicanos que arribaron para abrir los canales de irrigación del Río Colorado.

La Chinesca. Foto: Internet

En el marco del 88 aniversario de la fundación virtual de Mexicali, el Mtro. Eduardo Auyón Gerardo escribió una composición literaria dándole la voz narrativa a un joven peón agrícola chino, quien expresa sus vivencias en aquellos ardientes campos agrícolas mexicalenses: “Abrirse paso a través de matorrales espinosos, sufrir hambre y pernoctar al sereno, desgastándose la vida con sudor y sangre; en la desolación transcurre el tiempo, solo, miserable, toda una vida es la del joven migrante, quebrado por los años, no puede regresar a su tierra, separado por mares y cordilleras, eleva su mirada al cielo y se pregunta ¿se disipará la angustia que llevo dentro…?”.

Este joven migrante chino en Mexicali vivió en carne propia las penurias de no hablar el lenguaje de los habitantes mexicanos, sin mayor orientación de los patrones americanos que imponían las reglas de trabajo en una tierra que era un horno causante de un alto número de fallecidos a causa de la insolación, la cual iniciaba con una sensación sofocante por la lumbre solar impactando en las espaldas de los peones, mientras la tierra y el aire queman provocando en la piel un ardor apenas soportable.

Así se vivieron aquellos años del primer desmonte y de las excavaciones para abrir canales y pozos, quizá los únicos adaptados al clima extremo eran los grupos originarios Yumanos, los Quechan y Cucapás.

La Colorado River Land Company contrataba a peones chinos provenientes de California y de Sonora para realizar diversas labores agrícolas y ganaderas, para abrir brechas y caminos, para hacer corrales y viviendas rusticas en los ranchos algodoneros.

El salario diario de 50 centavos de dólar más 25 centavos para los alimentos, día tras día durmiendo en chozas, tejabanes y enramadas, cocinando en fogatas bajo los pocos árboles disponibles, batallando con zancudos y víboras, con los fríos intensos tratando de dormir en torno a lumbradas bajo el cielo estrellado, a merced de los ventarrones.

Pese a todas estas adversidades, los peones agrícolas orientales permanecieron en los ranchos agrícolas propiedad de norteamericanos, el ferrocarril Inter California del Sur, conocido popularmente como El Chinero, los llevaba y traía a sus lugares de trabajo.

Al inicio de la Primera Guerra Mundial, la fibra algodonera aumenta su cotización en los mercados internacionales.

oscarher1955@yahoo.com


Los peones agrícolas chinos llegaron a Mexicali para sumarse al esfuerzo realizado inicialmente por los trabajadores mexicanos que arribaron para abrir los canales de irrigación del Río Colorado.

La Chinesca. Foto: Internet

En el marco del 88 aniversario de la fundación virtual de Mexicali, el Mtro. Eduardo Auyón Gerardo escribió una composición literaria dándole la voz narrativa a un joven peón agrícola chino, quien expresa sus vivencias en aquellos ardientes campos agrícolas mexicalenses: “Abrirse paso a través de matorrales espinosos, sufrir hambre y pernoctar al sereno, desgastándose la vida con sudor y sangre; en la desolación transcurre el tiempo, solo, miserable, toda una vida es la del joven migrante, quebrado por los años, no puede regresar a su tierra, separado por mares y cordilleras, eleva su mirada al cielo y se pregunta ¿se disipará la angustia que llevo dentro…?”.

Este joven migrante chino en Mexicali vivió en carne propia las penurias de no hablar el lenguaje de los habitantes mexicanos, sin mayor orientación de los patrones americanos que imponían las reglas de trabajo en una tierra que era un horno causante de un alto número de fallecidos a causa de la insolación, la cual iniciaba con una sensación sofocante por la lumbre solar impactando en las espaldas de los peones, mientras la tierra y el aire queman provocando en la piel un ardor apenas soportable.

Así se vivieron aquellos años del primer desmonte y de las excavaciones para abrir canales y pozos, quizá los únicos adaptados al clima extremo eran los grupos originarios Yumanos, los Quechan y Cucapás.

La Colorado River Land Company contrataba a peones chinos provenientes de California y de Sonora para realizar diversas labores agrícolas y ganaderas, para abrir brechas y caminos, para hacer corrales y viviendas rusticas en los ranchos algodoneros.

El salario diario de 50 centavos de dólar más 25 centavos para los alimentos, día tras día durmiendo en chozas, tejabanes y enramadas, cocinando en fogatas bajo los pocos árboles disponibles, batallando con zancudos y víboras, con los fríos intensos tratando de dormir en torno a lumbradas bajo el cielo estrellado, a merced de los ventarrones.

Pese a todas estas adversidades, los peones agrícolas orientales permanecieron en los ranchos agrícolas propiedad de norteamericanos, el ferrocarril Inter California del Sur, conocido popularmente como El Chinero, los llevaba y traía a sus lugares de trabajo.

Al inicio de la Primera Guerra Mundial, la fibra algodonera aumenta su cotización en los mercados internacionales.

oscarher1955@yahoo.com