/ domingo 17 de diciembre de 2023

La Espiga | Navidades cachanillas

Navidades cachanillas

Todavía en la década de los años sesenta del siglo pasado, en la segunda sección de la ciudad los domicilios contaban con gallineros de donde se obtenían huevos y pollos, además tenían huertos familiares y estufas de leña en sus amplios patios interiores.

Para las estufas sólidas de fierro existían las leñerías en las cuales las maderas de palo fierro y de mezquites eran las preferidas. Por aquellos años Mexicali era una ciudad pequeña, con hábitos y costumbres pueblerinas, no era tan marcada la división en clases sociales, pues la clase media predominaba con su énfasis en la vida familiar.

Foto: Imagen ilustrativa | Freepik

Para celebrar las fiestas navideñas y de fin de año, las familias numerosas se reunían en los domicilios de los padres o de los abuelos. Ahí se congregaban hijos, sobrinos, nietos, tías, tíos, primos, vecinos, amigos y toda persona de buena voluntad que deseaba sumarse a las convivencias familiares.

Desde temprano en la estufa de leña empezaba el cocimiento de tamales, menudos y “calientitos”; estos últimos se preparaban con aguardiente y frutas variadas.

En las cocinas las mujeres preparaban los pavos, jamones, buñuelos, empanadas y pasteles. Los tamales podían ser de carne de res o pollo, de elote dulce o con queso y chile; había de frijol dulce, de piña, de masita con pasas. Para calentar el cuerpo estaban el chocolate espumoso, el té de canela (con piquete o sin) y el café de talega.

En las calles los niños tronaban cohetes, los adultos se calentaban en las lumbradas cada quien con su “calientito”, su vino oporto o el tequilín. Los jóvenes bebían cervezas Mexicali esperando la hora para entrarle al menudo y a los tamales. Ellos tocaban guitarras y cantaban canciones románticas mexicanas. Los parientes provenientes del Valle Imperial preferían disfrutar de los pavos y de sus rellenos.

Las noches de Navidad y de Año Nuevo eran de pura algarabía con cánticos y adornos de todo tipo; las señoras colocaban el Nacimiento con todos los elementos requeridos, los arbolitos de Navidad eran preferidos por los niños, en su entorno Santoclós depositaba los regalos.

Las Misas de Gallo no podían faltar. A las 12:00 de la noche las señoras se arreglaban para ir a la iglesia; los señores a esas horas ya estaban muy “tomados” y se quedaban en las lumbradas.

Mexicali todavía era un pueblo ingenuo y cordial. El “Brindis del Bohemio” arrancaba lágrimas nostálgicas.

oscarher1955@yahoo.com

Navidades cachanillas

Todavía en la década de los años sesenta del siglo pasado, en la segunda sección de la ciudad los domicilios contaban con gallineros de donde se obtenían huevos y pollos, además tenían huertos familiares y estufas de leña en sus amplios patios interiores.

Para las estufas sólidas de fierro existían las leñerías en las cuales las maderas de palo fierro y de mezquites eran las preferidas. Por aquellos años Mexicali era una ciudad pequeña, con hábitos y costumbres pueblerinas, no era tan marcada la división en clases sociales, pues la clase media predominaba con su énfasis en la vida familiar.

Foto: Imagen ilustrativa | Freepik

Para celebrar las fiestas navideñas y de fin de año, las familias numerosas se reunían en los domicilios de los padres o de los abuelos. Ahí se congregaban hijos, sobrinos, nietos, tías, tíos, primos, vecinos, amigos y toda persona de buena voluntad que deseaba sumarse a las convivencias familiares.

Desde temprano en la estufa de leña empezaba el cocimiento de tamales, menudos y “calientitos”; estos últimos se preparaban con aguardiente y frutas variadas.

En las cocinas las mujeres preparaban los pavos, jamones, buñuelos, empanadas y pasteles. Los tamales podían ser de carne de res o pollo, de elote dulce o con queso y chile; había de frijol dulce, de piña, de masita con pasas. Para calentar el cuerpo estaban el chocolate espumoso, el té de canela (con piquete o sin) y el café de talega.

En las calles los niños tronaban cohetes, los adultos se calentaban en las lumbradas cada quien con su “calientito”, su vino oporto o el tequilín. Los jóvenes bebían cervezas Mexicali esperando la hora para entrarle al menudo y a los tamales. Ellos tocaban guitarras y cantaban canciones románticas mexicanas. Los parientes provenientes del Valle Imperial preferían disfrutar de los pavos y de sus rellenos.

Las noches de Navidad y de Año Nuevo eran de pura algarabía con cánticos y adornos de todo tipo; las señoras colocaban el Nacimiento con todos los elementos requeridos, los arbolitos de Navidad eran preferidos por los niños, en su entorno Santoclós depositaba los regalos.

Las Misas de Gallo no podían faltar. A las 12:00 de la noche las señoras se arreglaban para ir a la iglesia; los señores a esas horas ya estaban muy “tomados” y se quedaban en las lumbradas.

Mexicali todavía era un pueblo ingenuo y cordial. El “Brindis del Bohemio” arrancaba lágrimas nostálgicas.

oscarher1955@yahoo.com