/ domingo 31 de diciembre de 2023

La Espiga | Dormir en el carro

Dormir en el carro

“El Cronista es el historiador de lo cotidiano”. E.V.

En el cruce fronterizo Mexicali-Calexico lo vivimos cotidianamente: De 2 a 3 horas de espera para cruzar y en días festivos las esperas pueden ser de 4 a 5 horas.

De manera peatonal el asunto no es menor, pues la gente debe hacer enormes filas buscando áreas sombreadas; menores de edad y adultos mayores resienten el clima tórrido. Para los trabajadores migrantes documentados que viven en Mexicali y laboran en el Valle Imperial, el reto consiste en levantarse de la cama a las 3:00 de la madrugada y desde las 4:00 a.m. hacer fila dentro de sus vehículos, tanto en la garita centro como en la garita Nuevo Mxli. La cosa se pone intensa para nuestros paisanos acomodados en sus carros que no avanzan, esperando a que los empleados aduanales americanos entren a laborar o se realicen los cambios de turnos.

Foto: Sergio Caro | La Voz de la Frontera

Presencias cotidianas en el cruce fronterizo:

1) Recipientes para emergencias corporales. Son botes y comoditos usados para exigencias biológicas impostergables. Despensas mínimas de alimentos como tacos, tortas, botanas y refrescos. En caso de llevar copilotos, los choferes pueden dormir por turnos en el carro. Si se cruzó a media noche se duerme en el carro, pero ya en Calexico.

2) Sin Sentry Line. Los que carecen del acceso a la línea rápida se acomodan en los carriles lentos y ni modo: Trabajar de aquel lado del cerco implica algunos sacrificios.

El que madruga apechuga. Con 40 grados de temperatura ambiente, algunos peatones deciden comprar tiempo de espera a los “coleros”: Son personas formadas en la madrugada para ceder sus lugares a cambio de 5 dólares o de 100 pesitos mexicanos.

3) Vendedores ambulantes dueños de changarros bien surtidos. Se trata de bici carretas en medio de los carriles vehiculares; son tienditas móviles expendedoras de tacos, sodas, jugos, volovanes, raspados, churritos con chamoy y un largo etcétera. Estos señores les disputan los espacios a los limpiavidrios, a los adultos mayores con recetas médicas en mano, a los que avanzan en sillas de ruedas, a los niños migrantes que piden limosnas de la mano de sus padres o tutores. Los vendedores de tamales seguido discuten por los clientes potenciales con los que ofrecen “bolis” y paletas heladas.

4) Brincadores profesionales. Son jóvenes veloces con escaleras de mecate, ellos avientan primero a “gacelas” que atraen a los vigilantes y después cruzan a los “pollos”.

oscarher1955@yahoo.com

Dormir en el carro

“El Cronista es el historiador de lo cotidiano”. E.V.

En el cruce fronterizo Mexicali-Calexico lo vivimos cotidianamente: De 2 a 3 horas de espera para cruzar y en días festivos las esperas pueden ser de 4 a 5 horas.

De manera peatonal el asunto no es menor, pues la gente debe hacer enormes filas buscando áreas sombreadas; menores de edad y adultos mayores resienten el clima tórrido. Para los trabajadores migrantes documentados que viven en Mexicali y laboran en el Valle Imperial, el reto consiste en levantarse de la cama a las 3:00 de la madrugada y desde las 4:00 a.m. hacer fila dentro de sus vehículos, tanto en la garita centro como en la garita Nuevo Mxli. La cosa se pone intensa para nuestros paisanos acomodados en sus carros que no avanzan, esperando a que los empleados aduanales americanos entren a laborar o se realicen los cambios de turnos.

Foto: Sergio Caro | La Voz de la Frontera

Presencias cotidianas en el cruce fronterizo:

1) Recipientes para emergencias corporales. Son botes y comoditos usados para exigencias biológicas impostergables. Despensas mínimas de alimentos como tacos, tortas, botanas y refrescos. En caso de llevar copilotos, los choferes pueden dormir por turnos en el carro. Si se cruzó a media noche se duerme en el carro, pero ya en Calexico.

2) Sin Sentry Line. Los que carecen del acceso a la línea rápida se acomodan en los carriles lentos y ni modo: Trabajar de aquel lado del cerco implica algunos sacrificios.

El que madruga apechuga. Con 40 grados de temperatura ambiente, algunos peatones deciden comprar tiempo de espera a los “coleros”: Son personas formadas en la madrugada para ceder sus lugares a cambio de 5 dólares o de 100 pesitos mexicanos.

3) Vendedores ambulantes dueños de changarros bien surtidos. Se trata de bici carretas en medio de los carriles vehiculares; son tienditas móviles expendedoras de tacos, sodas, jugos, volovanes, raspados, churritos con chamoy y un largo etcétera. Estos señores les disputan los espacios a los limpiavidrios, a los adultos mayores con recetas médicas en mano, a los que avanzan en sillas de ruedas, a los niños migrantes que piden limosnas de la mano de sus padres o tutores. Los vendedores de tamales seguido discuten por los clientes potenciales con los que ofrecen “bolis” y paletas heladas.

4) Brincadores profesionales. Son jóvenes veloces con escaleras de mecate, ellos avientan primero a “gacelas” que atraen a los vigilantes y después cruzan a los “pollos”.

oscarher1955@yahoo.com