Amigos de esta columna, esta semana dedico estas líneas a un libro (realmente fueron dos, pero el otro aún no lo leo) que compré en mi viaje a Chile de hace un par de meses.
Este libro me costó 5 mil pesos en moneda chilena, lo que vendrían siendo como 115 pesos mexicanos. Muy económico, considerando que en México es imposible encontrar libros de este escritor y si llegas a conseguirlo, solo sería en versión digital.
Les cuento que “222 patitos” (Federico Falco, Eterna Cadencia, 153 páginas) son trece cuentos de ocho páginas más o menos cada uno y que tienen temáticas muy diferentes unos de otros, en donde Federico hace gala de ser el gran escritor que es.
Federico Falco nació el 20 de septiembre de 1977 en la ciudad de General Cabrera, Argentina. Se licenció en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Blas Pascal y realizó un master en Escritura Creativa en Español en la Universidad de Nueva York.
Ya casi terminando el libro me puedo dar una idea de quién es Federico y su manera de escribir. Federico escribe cuentos de nostalgia, de soledad; sus historias relatan los pensamientos de un niño enamorado que cruza el desierto para robar de una iglesia un mechón de cabello de la niña que quiere. Sus cuentos no nos hablan de asesinatos ni tienen un ritmo vertiginoso como Keret o Rubem Fonseca, son más como una caída al infinito bajo los influjos de alguna droga, es como flotar.
Recomiendo leer a Federico Falco con este clima en Mexicali. Salir al patio en la tarde cuando la ciudad está un poco más en silencio, con una tarde tibia y ya… dejarte llevar por las descripciones de las ciudades y sobre todo por lo que se lee entre líneas qué piensan y sienten sus personajes.
bettancourtcastro@gmail.com
Federico escribe cuentos de nostalgia, de soledad; sus historias relatan los pensamientos de un niño enamorado que cruza el desierto para robar de una iglesia un mechón de cabello de la niña que quiere
