/ sábado 30 de octubre de 2021

Nos abrimos de capa

Vientos


Llegaron de diversas geografías mexicanas y norteamericanas mis descendientes sobrinos, sobrinas, hijas, hijos, nietos y nietas, bisnietos y bisnietas. Un tumulto de hechuras que me llenaron de alegría, emoción y amor del bueno. Vinieron porque saben que me estoy muriendo y quisieron estar conmigo por última vez. Y mi hermana “mariposa galáctica” bailoteó sus 85 otoños con énfasis primaverales. Pero eso es un asunto privado y lo detallaré vía Facebook, porque mi tarea es el análisis político y a eso voy.

Una diputada del Congreso de la Unión - ignoro su partido - injurió al Secretario de Salud, Dr. Alcocer: le “regaló” una simbólica lápida en cartón que por supuesto no habría una respuesta apropiada porque el señor es un caballero. Un poco después - me perdí lo que aconteció - pero un diputado panista le mentó ruidosamente la madre sin saber en dónde se metía abusando de su juventud cobarde. Pero engalló al diputado morenista Gerardo Fernández Noroña, quien le respondió que su amenaza de “romperle su madre”, ahí estaba él. Y el diputado se retiró y le volvió a repetir el insulto a Noroña, quien le dijo: “¡Cobarde, no corras!” ... pero los cobardes siempre huyen. Ha de ser del “vomitivo” ese de PAN-PRI-PRD o de Vox.

Y claro, hubo un enorme revuelo en el chiquero. No entiendo lo que los diputados interpretan como un amparo para decir e insultar, cuando se debe de respetar el cargo. Lo único que defiende su fuero es su decir, lo que deseen expresar, pero no tienen derecho al insulto. Hace ya muchos años que un diputado mató a otro en la Cámara por hocicón. ¡Ojo!

Y claro, muchos de los enterados del evento pensarán: “¿Estos son los representantes del pueblo mexicano?”. Este ya no es un caso singular y, seguramente el diputado injurioso, se fue pronto a dejar sus miedos en el retrete.


Andrés Manuel López Obrador | Foto: Archivo | La Voz de la Frontera


México ha vuelto a despertar. Siente que tiene buena guía como los que vivieron los prolegómenos de la Revolución Mexicana. La violencia desatada es un aviso, señor presidente López Obrador. Y más vale que revalúe su obligación de poner el orden. “Este pueblo - le dijo don Porfirio a mi tío el general Gustavo Salas - solo entiende por la fuerza, y esa fuerza soy yo”.

Hay que abrir la Guardia. El mucho amor espiritual es para los pueblos disciplinados, cultos, más o menos ilustrados, pero los mexicanos en términos generales no somos eso.

Usted, señor presidente, va a cargar con culpas que no siendo suyas, pueden revertirse en su contra y entonces el pueblo lo va a mandar a su hacienda de Palenque, cuyo bautizo es, ese sí, de usted.

Soy un creyente de su buena fe. De su deseo de eliminar la corrupción para salvar a México. Pero para poner orden se necesita además de la buena fe, otra cosita o dos…

Y voy a terminar: con políticos hocicones como el diputado vomitivo, no se llega a ninguna parte. Créame. Tengo 93 años observando el cochinero de nuestra política. No permita que la pudran los gusanos.