/ miércoles 18 de julio de 2018

PRI: Nacer o morir

Vientos


Existen varias formas para definir lo que un partido político es, pero las voy a resumir para entendernos mejor: se trata de un grupo de ciudadanos con iguales ideologías políticas que se unen para ir en busca del poder político y así poder lograr los objetivos comunes que sustentan bajo normas obligatorias para lograr acordes con su programa de acción, cumplir con sus objetivos.

Hecha esta definición concreta, lo que sigue es verificar si las autoridades electorales observan con seriedad que los diversos partidos políticos que solicitaron su registro, entre otras cosas o requisitos, definen con claridad sus plataformas políticas fundamentales.

El fin de todo lo escrito es para que no sean una copia coincidente con otros registros previos, pues resulta obvio imaginar que la competencia indebida sólo tiene un fin: ser subsidiados con dinero público.

Es posible que tales repeticiones aparentemente iguales en sus objetivos cambien por un programa de acción distinto que propone, de hecho, un cambio en el sistema, como el caso de Morena en el presente. Es decir una revolución tranquila en los intestinos de otra preexistente. Y esto se dice porque es muy difícil encontrar diferentes objetivos cuando se trata de la defensa del bien común, cuyo amplio texto lo consigna nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Y bien, luego de esta larga “perorata”, la idea es afirmar que el PRI no agoniza, porque el PNR, el PRM y el PRI no son la misma cosa subjetiva que los partidos son. Y en este caso, porque hay una razón de más peso: esos partidos no han nacido todavía a la vida pública. Son pretensos partidos políticos que se quedaron vagando en el espacio de la nonatería. Seres de papel, quedaron en eso o si mejor se quiere, en sueños que dieron luz y esperanza a un pueblo que ya lleva demasiadas generaciones de soñar y que de nuevo asalta “el unicornio” de la felicidad con el bagaje de las nuevas esperanzas a manos de la nueva expresión del caudillaje, ese que un día centenario ya, fusiló Calles para darle paso al Partido Nacional Revolucionario que descompuesto por sus autores involuntarios, hubo de transformarse en otro: el Partido de la Revolución Mexicana que luego se transformó en PRI y ahora en… ¿En qué?

Acortemos el viaje. Don René Juárez Cisneros renunció al CEN del PRI el mismo día en que publiqué su entrevista que llamé trascendente. ¿Renunció para volver a dirigirlo si es votado democráticamente como dijo en la entrevista? ¿O fue una salida airosa para irse a coordinar a la “enana” fracción tricolor de la Cámara de Diputados?

Nadie sabe nada. Pero lo cierto es que el PRI, si opera acorde a sus principios, programa de acción y sobre todo Estatutos, no levantará en Baja California de inmediato. Aquí otros son los soles… pero en el resto del país, claro que puede otra vez si ya se levantó de otra. Y sí, señor Eusebio Blanco Tejada, depende del “Peje”…



Vientos


Existen varias formas para definir lo que un partido político es, pero las voy a resumir para entendernos mejor: se trata de un grupo de ciudadanos con iguales ideologías políticas que se unen para ir en busca del poder político y así poder lograr los objetivos comunes que sustentan bajo normas obligatorias para lograr acordes con su programa de acción, cumplir con sus objetivos.

Hecha esta definición concreta, lo que sigue es verificar si las autoridades electorales observan con seriedad que los diversos partidos políticos que solicitaron su registro, entre otras cosas o requisitos, definen con claridad sus plataformas políticas fundamentales.

El fin de todo lo escrito es para que no sean una copia coincidente con otros registros previos, pues resulta obvio imaginar que la competencia indebida sólo tiene un fin: ser subsidiados con dinero público.

Es posible que tales repeticiones aparentemente iguales en sus objetivos cambien por un programa de acción distinto que propone, de hecho, un cambio en el sistema, como el caso de Morena en el presente. Es decir una revolución tranquila en los intestinos de otra preexistente. Y esto se dice porque es muy difícil encontrar diferentes objetivos cuando se trata de la defensa del bien común, cuyo amplio texto lo consigna nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Y bien, luego de esta larga “perorata”, la idea es afirmar que el PRI no agoniza, porque el PNR, el PRM y el PRI no son la misma cosa subjetiva que los partidos son. Y en este caso, porque hay una razón de más peso: esos partidos no han nacido todavía a la vida pública. Son pretensos partidos políticos que se quedaron vagando en el espacio de la nonatería. Seres de papel, quedaron en eso o si mejor se quiere, en sueños que dieron luz y esperanza a un pueblo que ya lleva demasiadas generaciones de soñar y que de nuevo asalta “el unicornio” de la felicidad con el bagaje de las nuevas esperanzas a manos de la nueva expresión del caudillaje, ese que un día centenario ya, fusiló Calles para darle paso al Partido Nacional Revolucionario que descompuesto por sus autores involuntarios, hubo de transformarse en otro: el Partido de la Revolución Mexicana que luego se transformó en PRI y ahora en… ¿En qué?

Acortemos el viaje. Don René Juárez Cisneros renunció al CEN del PRI el mismo día en que publiqué su entrevista que llamé trascendente. ¿Renunció para volver a dirigirlo si es votado democráticamente como dijo en la entrevista? ¿O fue una salida airosa para irse a coordinar a la “enana” fracción tricolor de la Cámara de Diputados?

Nadie sabe nada. Pero lo cierto es que el PRI, si opera acorde a sus principios, programa de acción y sobre todo Estatutos, no levantará en Baja California de inmediato. Aquí otros son los soles… pero en el resto del país, claro que puede otra vez si ya se levantó de otra. Y sí, señor Eusebio Blanco Tejada, depende del “Peje”…