/ viernes 6 de julio de 2018

Tutti frutti sabatini

Vientos


Hoy hace 70 años de aquel accidente en que Dimitri Yussepov perdió la vida que se veía plena de futuro para los más, sin que nosotros, sus amigos tan cercanos no hubiéramos sabido lo que atrás había.

Dimitri salió de la papelería Teyco que estaba en la esquina de las calles de Bucareli y Ayuntamiento (una cuadra al norte del Reloj Chino)… al principio pensamos en una imprudencia estúpida… pero lo alcanzó la mole de un tranvía amarillo (todos eran de ese color) que se dirigía a la calle de Morelos… el golpe fue en la cabeza y luego se tiñó la vía y el pavimento de su entorno de una sangre tan roja como era su vitalidad… La tragedia fue fatal, dramática, trágica… En el Anfiteatro del Hospital Juárez, reunidos su padre Egor y su madre Odisse, fue terrible… a poco llegó Olga, su hermana que fingíamos un noviazgo que no existía… mis economías no me permitían tal lujo, pero a Olga le interesaba la mentira porque me convirtió en su guardia de corpus y sus padres me la dejaban a mi cuidado por mi amistad con Dimitri… Ellas eran tres hermanas: Olga (la mayor), Tatiana y Elvira… Olga murió apenas cuando cumplía veinte años y lucía, como sus hermanas aquellas esculturales figuras y sus cabellos rubios como el trigo… ¡Y los ojazos azules ucranianos!... Como para repetir el verso de Amado Nervo… Pues luego de la autopsia, los médicos resolvieron: Síncope cardíaco segundos antes del paso del tranvía… Y sí, lo que no sabíamos: Dimitri y su hermana Olga padecían deficiencias cardíacas… En los dos funerales, el de Dimitri primero y en el de Olga meses después, estuve muy cerca de los Yussepov… los quise mucho… me quisieron también… y luego, la distancia, el olvido, las muertes y yo sigo aquí sin gracia alguna como no sea la de entretener a mis lectores con mis parrafadas modestas, a veces agrias, otras agridulces y otras con pretendida gracia que al final nadie me festeja… y menos en sábado… De Dimitri que iba para historiador, guardo un libro que compró para mí un día 18 de junio (mi cumpleaños) de A. P. Whitaker (“The United States and the Independence of Latina America, 1800-1830”… Baltimore, 1941)… Y la memoria no escrita, que salta cada vez que tomo el libro para hacer alguna consulta… Hace 70 años y parece que fue ayer… Y dejemos el llanto y cantemos como en el Cielito Lindo… Y vayamos por la botana que estará de la realeza: cochito rostizado y luego bañado con una salsa de chiles varios según el chef Álvaro Sáinz Calderón que ya respiró otra vez…y ai’los vemos raza… aconsejo un buen tequilín blanco… el Dr. Chong, chino acupunturista de Tijuana que ya feneció, me dijo que “si tomas tequila, sea blanco. Es más puro”… Y le sigo la corriente cada cochi que como… Un abrazo a todos ustedes los que le atinaron al “Peje” y buen respiro a los que no… Y vamos a la botana, Saúl Rosas paga… Arrivedercci.


Vientos


Hoy hace 70 años de aquel accidente en que Dimitri Yussepov perdió la vida que se veía plena de futuro para los más, sin que nosotros, sus amigos tan cercanos no hubiéramos sabido lo que atrás había.

Dimitri salió de la papelería Teyco que estaba en la esquina de las calles de Bucareli y Ayuntamiento (una cuadra al norte del Reloj Chino)… al principio pensamos en una imprudencia estúpida… pero lo alcanzó la mole de un tranvía amarillo (todos eran de ese color) que se dirigía a la calle de Morelos… el golpe fue en la cabeza y luego se tiñó la vía y el pavimento de su entorno de una sangre tan roja como era su vitalidad… La tragedia fue fatal, dramática, trágica… En el Anfiteatro del Hospital Juárez, reunidos su padre Egor y su madre Odisse, fue terrible… a poco llegó Olga, su hermana que fingíamos un noviazgo que no existía… mis economías no me permitían tal lujo, pero a Olga le interesaba la mentira porque me convirtió en su guardia de corpus y sus padres me la dejaban a mi cuidado por mi amistad con Dimitri… Ellas eran tres hermanas: Olga (la mayor), Tatiana y Elvira… Olga murió apenas cuando cumplía veinte años y lucía, como sus hermanas aquellas esculturales figuras y sus cabellos rubios como el trigo… ¡Y los ojazos azules ucranianos!... Como para repetir el verso de Amado Nervo… Pues luego de la autopsia, los médicos resolvieron: Síncope cardíaco segundos antes del paso del tranvía… Y sí, lo que no sabíamos: Dimitri y su hermana Olga padecían deficiencias cardíacas… En los dos funerales, el de Dimitri primero y en el de Olga meses después, estuve muy cerca de los Yussepov… los quise mucho… me quisieron también… y luego, la distancia, el olvido, las muertes y yo sigo aquí sin gracia alguna como no sea la de entretener a mis lectores con mis parrafadas modestas, a veces agrias, otras agridulces y otras con pretendida gracia que al final nadie me festeja… y menos en sábado… De Dimitri que iba para historiador, guardo un libro que compró para mí un día 18 de junio (mi cumpleaños) de A. P. Whitaker (“The United States and the Independence of Latina America, 1800-1830”… Baltimore, 1941)… Y la memoria no escrita, que salta cada vez que tomo el libro para hacer alguna consulta… Hace 70 años y parece que fue ayer… Y dejemos el llanto y cantemos como en el Cielito Lindo… Y vayamos por la botana que estará de la realeza: cochito rostizado y luego bañado con una salsa de chiles varios según el chef Álvaro Sáinz Calderón que ya respiró otra vez…y ai’los vemos raza… aconsejo un buen tequilín blanco… el Dr. Chong, chino acupunturista de Tijuana que ya feneció, me dijo que “si tomas tequila, sea blanco. Es más puro”… Y le sigo la corriente cada cochi que como… Un abrazo a todos ustedes los que le atinaron al “Peje” y buen respiro a los que no… Y vamos a la botana, Saúl Rosas paga… Arrivedercci.