/ sábado 19 de octubre de 2019

Tutti frutti sabatini

Vientos



La historia también se escribe con hechos nada serios en el momento en que se suscitan, pero impactando el curso de la misma. Y es el caso de la “Ley Bonilla” y lo que fue una consulta popular inocua de momento y “sin peso jurídico” dicen sus criticones.

La incultura política de nuestro pueblo sigue siendo víctima de más obstáculos para no convertirla en cultura y desde los osados, pero estériles embates de los partidos opuestos al “monstruo” político en que la corrupción política provocada por el PRI y el PAN –en términos generales porque hay plausibles excepciones- convirtieron al partido que la inteligencia de un líder político creó, incluso desde su contracción gramatical: “Morena”.

La ya famosa, gracias a los medios, “Ley Bonilla”, no existe. Es un fantasmón que trae locos a los opositores del presidente López Obrador, algunos de los cuales, sin saber porqué, son opositores. Y así, batallando contra un fantasma, nuestra política “huehuenche” sigue su marcha… Y la consulta popular concebida para saber lo que le gustaría más a los bajacalifornianos, cuyo texto para emitir opinión está concebido con “las patas”, es la recuperación, en el tiempo, de una vieja idea de los bajacalifornianos, por cierto provocada en su momento por el PAN, de empatar las elecciones federales con las locales para evitarnos los multiplicados gastos electorales que hemos padecido con grave atraso de nuestro desarrollo productivo con el mejor empleo de nuestro tiempo, que no es precisamente el de la política como el que ahora estamos perdiendo con estas mafufadas de la “Ley Bonilla” que más pareciera propaganda con el acoso cotidiano de los “cerebros” políticos en donde hasta este escribidor está sumergido.

Muchas voces están inmersas en el “jolgorio político” del momento. En las redes sociales (las redes son trampas) las opiniones se multiplican con diferente olor y color, pero suenan a falta de ilustración en términos generales temáticos y gramaticales, lo que refleja falta de consistencia filosófica que es la mejor esencia para calificar los fenómenos que suceden en nuestro entorno. Hay quienes afirman que la filosofía les vale sin enterarse de que están filosofando.

Me he encontrado con declaraciones entre gente supuestamente preparada, como la senadora Gina Andrea Cruz Blackledge, que sabiendo lo dispuesto por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en su Primera Sala, le declara a un reportero del caso una serie de opiniones contradictorias que parecen imposibles en su boca y en su inteligencia. Pero las pasiones políticas (es del PAN) suelen ser traicioneras. Pero no es la única, muchas voces confundidas o apasionadas se van contra una consulta sin objetivo inmediato. Se inquietan por el origen de los sostenedores de una encuesta que dicen usar servidores públicos, pero sin demostrarlo y en fin, todos esos embrollos que las pasiones políticas producen.

El asunto ya terminó. Ahora se dirá que fue un mínimo de visitadores a las urnas; que todo fue amañado; que el resultado no tiene peso jurídico; que…. ¿Entonces para qué se preocupan si los resultados no tienen peso jurídico?

Por eso digo a mis lectores: la incultura política estimulada por los que sí saben lo que están urdiendo con sus manifestaciones casi histéricas, es el problema de México, incluyendo, cómo que no, de Baja California. Mejor nos dedicamos a trabajar, es más positivo.

Vientos



La historia también se escribe con hechos nada serios en el momento en que se suscitan, pero impactando el curso de la misma. Y es el caso de la “Ley Bonilla” y lo que fue una consulta popular inocua de momento y “sin peso jurídico” dicen sus criticones.

La incultura política de nuestro pueblo sigue siendo víctima de más obstáculos para no convertirla en cultura y desde los osados, pero estériles embates de los partidos opuestos al “monstruo” político en que la corrupción política provocada por el PRI y el PAN –en términos generales porque hay plausibles excepciones- convirtieron al partido que la inteligencia de un líder político creó, incluso desde su contracción gramatical: “Morena”.

La ya famosa, gracias a los medios, “Ley Bonilla”, no existe. Es un fantasmón que trae locos a los opositores del presidente López Obrador, algunos de los cuales, sin saber porqué, son opositores. Y así, batallando contra un fantasma, nuestra política “huehuenche” sigue su marcha… Y la consulta popular concebida para saber lo que le gustaría más a los bajacalifornianos, cuyo texto para emitir opinión está concebido con “las patas”, es la recuperación, en el tiempo, de una vieja idea de los bajacalifornianos, por cierto provocada en su momento por el PAN, de empatar las elecciones federales con las locales para evitarnos los multiplicados gastos electorales que hemos padecido con grave atraso de nuestro desarrollo productivo con el mejor empleo de nuestro tiempo, que no es precisamente el de la política como el que ahora estamos perdiendo con estas mafufadas de la “Ley Bonilla” que más pareciera propaganda con el acoso cotidiano de los “cerebros” políticos en donde hasta este escribidor está sumergido.

Muchas voces están inmersas en el “jolgorio político” del momento. En las redes sociales (las redes son trampas) las opiniones se multiplican con diferente olor y color, pero suenan a falta de ilustración en términos generales temáticos y gramaticales, lo que refleja falta de consistencia filosófica que es la mejor esencia para calificar los fenómenos que suceden en nuestro entorno. Hay quienes afirman que la filosofía les vale sin enterarse de que están filosofando.

Me he encontrado con declaraciones entre gente supuestamente preparada, como la senadora Gina Andrea Cruz Blackledge, que sabiendo lo dispuesto por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en su Primera Sala, le declara a un reportero del caso una serie de opiniones contradictorias que parecen imposibles en su boca y en su inteligencia. Pero las pasiones políticas (es del PAN) suelen ser traicioneras. Pero no es la única, muchas voces confundidas o apasionadas se van contra una consulta sin objetivo inmediato. Se inquietan por el origen de los sostenedores de una encuesta que dicen usar servidores públicos, pero sin demostrarlo y en fin, todos esos embrollos que las pasiones políticas producen.

El asunto ya terminó. Ahora se dirá que fue un mínimo de visitadores a las urnas; que todo fue amañado; que el resultado no tiene peso jurídico; que…. ¿Entonces para qué se preocupan si los resultados no tienen peso jurídico?

Por eso digo a mis lectores: la incultura política estimulada por los que sí saben lo que están urdiendo con sus manifestaciones casi histéricas, es el problema de México, incluyendo, cómo que no, de Baja California. Mejor nos dedicamos a trabajar, es más positivo.