/ sábado 18 de abril de 2020

Tutti frutti sabatini

VIENTOS

En el año de 1987 Heliodoro del Valle Kessler me obsequió una, para mí, maravillosa obra intitulada “¿Hacia dónde va la democracia?”, cuyo autor, licenciado Jorge Sánchez Ascona, entonces titular de las clases de Sociología y Teoría General del Estado en la UNAM y que luego ha ocupado -¿u ocupó?- importantes cargos académicos. Su producción sobre la sociología y Ciencia Política es, si no pródiga, sí de muy alta calidad docente.

La edición de la obra corrió a cargo de Cuadernos de Joaquín Mortiz de abril de 1982. Penetrando a profundidad el marco sociológico y claro, político por ende, ha pretendido explicar –y creo que lo logra con amplitud en 96 páginas sustantivas- la cuestión que marca a los ciudadanos comunes dentro de un “aparato ideológico que legitima las estructuras imperantes. Marcos ideológicos que no responden al sentir ético de la comunidad. Que si bien se encuentran respaldados por el orden jurídico vigente, no necesariamente representan los valores y aspiraciones reales del hombre”.

Ignoro si en esta obra abrevó el presidente López Obrador. En caso negativo le recomendaría su lectura, sobre todo en su parte V (Quita) que tan bien le encaja.

Con un apoyo de singular presencia, cita Ascona al autor norteamericano Peter H. Smith que en su libro “Los laberintos del poder” hace una referencia a México definiendo a “la elite política mexicana como grupos de personas que ostenta una proporción decisiva de poder político”, que califica de no homogéneos ni integrados realmente que no comparten una ideología común, “excepto el uso compartido del poder”. Y claro, requiere y usa (Sánchez Ascona) en los estudios del alemán Frank R. Brandenburg que a su vez identifica a “la elite nacional” formada por personas que se han ocupado los puestos de funcionarios importantes que agrupa en nueve diversos componentes, cuyo inicio la abrillanta el presidente de la República Mexicana y lo corifican funcionarios y exfuncionarios de carácter relevante.

Por necesario, permítame el lector citar un importante párrafo del licenciado Sánchez Ascona y que se refiere a los dos grupos dominantes (el económico y el político) que “aunque competitivas entre sí, tienen ciertos intereses que comparten en común…”.

Aparte de este consenso táctico y de la colaboración que supone su preservación, estas élites al mismo tiempo están luchando por ganar el control sobre el proceso de desarrollo del país y por la supremacía de la una sobre la otra, tal como lo ilustran las tensiones que se registraron entre el sector público y el privado durante el sexenio de Echeverría”.

Por eso traje a colocación al presidente López Obrador al principio, ya que la hoy pendiente de un hilo la relación “amorosa” entre el sector público y el privado, puede mutar bruscamente dadas las circunstancias importunas del coronavirus 19 que terminará por tensar peligrosamente la ilusión de la 4T “… de grado, si no es que de naturaleza”, porque parece firmarlo el escenario político reinante y sobre todo porque “el cambio en tales condiciones constituye una de las principales armas con que cuenta el sector público reinante y sobre todo porque “el cambio en tales condiciones constituye una de las principales armas con que cuenta el sector público para enfrentarse al sector privado”.

Leer a Jorge Sánchez Ascona en esta obra premonitoria, es participar de lleno en una casi profecía. Estamos en la orillita de un precipicio cuyo fondo es demasiado oscuro para la más creativa imaginación. Creo que solo los optimistas pensamos verle el final al “tren”. ¿Y usted, qué opina?

VIENTOS

En el año de 1987 Heliodoro del Valle Kessler me obsequió una, para mí, maravillosa obra intitulada “¿Hacia dónde va la democracia?”, cuyo autor, licenciado Jorge Sánchez Ascona, entonces titular de las clases de Sociología y Teoría General del Estado en la UNAM y que luego ha ocupado -¿u ocupó?- importantes cargos académicos. Su producción sobre la sociología y Ciencia Política es, si no pródiga, sí de muy alta calidad docente.

La edición de la obra corrió a cargo de Cuadernos de Joaquín Mortiz de abril de 1982. Penetrando a profundidad el marco sociológico y claro, político por ende, ha pretendido explicar –y creo que lo logra con amplitud en 96 páginas sustantivas- la cuestión que marca a los ciudadanos comunes dentro de un “aparato ideológico que legitima las estructuras imperantes. Marcos ideológicos que no responden al sentir ético de la comunidad. Que si bien se encuentran respaldados por el orden jurídico vigente, no necesariamente representan los valores y aspiraciones reales del hombre”.

Ignoro si en esta obra abrevó el presidente López Obrador. En caso negativo le recomendaría su lectura, sobre todo en su parte V (Quita) que tan bien le encaja.

Con un apoyo de singular presencia, cita Ascona al autor norteamericano Peter H. Smith que en su libro “Los laberintos del poder” hace una referencia a México definiendo a “la elite política mexicana como grupos de personas que ostenta una proporción decisiva de poder político”, que califica de no homogéneos ni integrados realmente que no comparten una ideología común, “excepto el uso compartido del poder”. Y claro, requiere y usa (Sánchez Ascona) en los estudios del alemán Frank R. Brandenburg que a su vez identifica a “la elite nacional” formada por personas que se han ocupado los puestos de funcionarios importantes que agrupa en nueve diversos componentes, cuyo inicio la abrillanta el presidente de la República Mexicana y lo corifican funcionarios y exfuncionarios de carácter relevante.

Por necesario, permítame el lector citar un importante párrafo del licenciado Sánchez Ascona y que se refiere a los dos grupos dominantes (el económico y el político) que “aunque competitivas entre sí, tienen ciertos intereses que comparten en común…”.

Aparte de este consenso táctico y de la colaboración que supone su preservación, estas élites al mismo tiempo están luchando por ganar el control sobre el proceso de desarrollo del país y por la supremacía de la una sobre la otra, tal como lo ilustran las tensiones que se registraron entre el sector público y el privado durante el sexenio de Echeverría”.

Por eso traje a colocación al presidente López Obrador al principio, ya que la hoy pendiente de un hilo la relación “amorosa” entre el sector público y el privado, puede mutar bruscamente dadas las circunstancias importunas del coronavirus 19 que terminará por tensar peligrosamente la ilusión de la 4T “… de grado, si no es que de naturaleza”, porque parece firmarlo el escenario político reinante y sobre todo porque “el cambio en tales condiciones constituye una de las principales armas con que cuenta el sector público reinante y sobre todo porque “el cambio en tales condiciones constituye una de las principales armas con que cuenta el sector público para enfrentarse al sector privado”.

Leer a Jorge Sánchez Ascona en esta obra premonitoria, es participar de lleno en una casi profecía. Estamos en la orillita de un precipicio cuyo fondo es demasiado oscuro para la más creativa imaginación. Creo que solo los optimistas pensamos verle el final al “tren”. ¿Y usted, qué opina?