/ sábado 29 de agosto de 2020

Tutti frutti sabatini

VIENTOS

Debemos entender –por justo- que la coordinación reciente de la tarea de reunir 60,000 firmas de ciudadanos en Baja California para lograr un referéndum que dé marcha atrás a la ley aprobada ya por la soberanía del Estado y que la vulgaridad ha sobrenombrado “Ley Gandalla”, tuvo el éxito deseado.

De pronto, en una consulta que le hicieron al gobernador Jaime Bonilla Valdez, éste respondió: “el problema es que no hay dinero fuera de lo necesario para cubrir el Presupuesto de Egresos estatal”… Y se desató el huracán.

Las voces críticas han dicho barbaridad y media. “¿Cómo es posible que el gobierno no tenga dinero para un asunto que el pueblo reclama?”. Y yo, asombrado pregunto: ¿el pueblo? Pues para eso es el referéndum, para consultar al pueblo.

Por otro lado ignoran que hay un presupuesto de egresos y que los ingresos calculados por la Ley de Ingresos –exiguos ahora por la pandemia- están etiquetados, de tal forma que el Instituto Estatal Electoral (IEE) ya tiene lo presupuestado para sus tareas de este año preelectoral y reclama más… pero tampoco hay dinero para ello.

No defiendo la tal “ley gandalla”; al contrario, me molesta, ni tampoco al gobernador. El asunto ya está legislado y aprobado por la soberanía estatal, es decir el Congreso local, que es la estructura fundamental democrática de nuestro sistema político, por el cual, sea dicho, fue posible el trabajo recolector de 60 mil firmas ciudadanas.

El ruido popular y la invitación a la de apoyos con firmas y credenciales, alcanzó buen resultado para poder exigirle al IEE la aprobación al referéndum (si llenan los requisitos) para consultar luego, otra vez, al pueblo ciudadano que llena la nómina electoral o padrón electoral con (+ o -) 2 millones de registros de potenciales votos, en donde 60 mil firmas son apenas el 3% (.03). Un pellizquito… Y luego se atraviesan las fechas de inicio de las campañas políticas y por tanto el obstáculo más poderoso para un referéndum.

Desgarrarse las vestiduras por lo que se parece a un abuso de los pretensos reeleccionistas de no separarse de sus cargos para emprender una campaña de ese jaez, es una exageración de los críticos ultrasensibles y a veces majaderos y rabiosos. ¿Para qué tropezarse estando el suelo tan parejo? Simplemente, a la hora de votar, no lo hagan por los reeleccionistas ¡y ya! Claro, el 3% sigue siendo poco volumen electoral.

Seguro ese 3% son votos enemigos de “Morena”. Y si me permiten, el trabajo recolector tuvo como fin dos vertientes: una de propaganda contra el presidente López Obrador y la otra, para desgarrar la imagen de Bonilla Valdez como miembro de “Morena”. Para mí, un modesto analista de lo político, es una mini-encuesta que me permite especular, para mí, el perfil de las campañas de 2021. Por cierto eso del pago de mil pesos por votos recolectados rumbo al referéndum, no para de ser chiste de coyuntura de mi amigo Amador Rodríguez Lozano que sigue siendo un bromista. Habría que preguntar quién los donó. Si acaso eso es lo que les pagaron a los recolectores como una maquila de ocasión…

En fin, fuera de chascarrillos y ocurrencias fantasmales de los políticos, este episodio quedará en lo anecdótico en momentos en que la tragedia pandémica exige mayor volumen de gasto. Lo demás es secundario.

VIENTOS

Debemos entender –por justo- que la coordinación reciente de la tarea de reunir 60,000 firmas de ciudadanos en Baja California para lograr un referéndum que dé marcha atrás a la ley aprobada ya por la soberanía del Estado y que la vulgaridad ha sobrenombrado “Ley Gandalla”, tuvo el éxito deseado.

De pronto, en una consulta que le hicieron al gobernador Jaime Bonilla Valdez, éste respondió: “el problema es que no hay dinero fuera de lo necesario para cubrir el Presupuesto de Egresos estatal”… Y se desató el huracán.

Las voces críticas han dicho barbaridad y media. “¿Cómo es posible que el gobierno no tenga dinero para un asunto que el pueblo reclama?”. Y yo, asombrado pregunto: ¿el pueblo? Pues para eso es el referéndum, para consultar al pueblo.

Por otro lado ignoran que hay un presupuesto de egresos y que los ingresos calculados por la Ley de Ingresos –exiguos ahora por la pandemia- están etiquetados, de tal forma que el Instituto Estatal Electoral (IEE) ya tiene lo presupuestado para sus tareas de este año preelectoral y reclama más… pero tampoco hay dinero para ello.

No defiendo la tal “ley gandalla”; al contrario, me molesta, ni tampoco al gobernador. El asunto ya está legislado y aprobado por la soberanía estatal, es decir el Congreso local, que es la estructura fundamental democrática de nuestro sistema político, por el cual, sea dicho, fue posible el trabajo recolector de 60 mil firmas ciudadanas.

El ruido popular y la invitación a la de apoyos con firmas y credenciales, alcanzó buen resultado para poder exigirle al IEE la aprobación al referéndum (si llenan los requisitos) para consultar luego, otra vez, al pueblo ciudadano que llena la nómina electoral o padrón electoral con (+ o -) 2 millones de registros de potenciales votos, en donde 60 mil firmas son apenas el 3% (.03). Un pellizquito… Y luego se atraviesan las fechas de inicio de las campañas políticas y por tanto el obstáculo más poderoso para un referéndum.

Desgarrarse las vestiduras por lo que se parece a un abuso de los pretensos reeleccionistas de no separarse de sus cargos para emprender una campaña de ese jaez, es una exageración de los críticos ultrasensibles y a veces majaderos y rabiosos. ¿Para qué tropezarse estando el suelo tan parejo? Simplemente, a la hora de votar, no lo hagan por los reeleccionistas ¡y ya! Claro, el 3% sigue siendo poco volumen electoral.

Seguro ese 3% son votos enemigos de “Morena”. Y si me permiten, el trabajo recolector tuvo como fin dos vertientes: una de propaganda contra el presidente López Obrador y la otra, para desgarrar la imagen de Bonilla Valdez como miembro de “Morena”. Para mí, un modesto analista de lo político, es una mini-encuesta que me permite especular, para mí, el perfil de las campañas de 2021. Por cierto eso del pago de mil pesos por votos recolectados rumbo al referéndum, no para de ser chiste de coyuntura de mi amigo Amador Rodríguez Lozano que sigue siendo un bromista. Habría que preguntar quién los donó. Si acaso eso es lo que les pagaron a los recolectores como una maquila de ocasión…

En fin, fuera de chascarrillos y ocurrencias fantasmales de los políticos, este episodio quedará en lo anecdótico en momentos en que la tragedia pandémica exige mayor volumen de gasto. Lo demás es secundario.