/ sábado 5 de septiembre de 2020

Tutti frutti sabatini

Vientos


Hoy en día, víctimas todos de manera diversa por la pandemia atosigante para los más y soslayada por la ignorancia o la estupidez que como un milagro se despierta cuando un familiar se les va, el derrotismo en muchos casos hace presencia y nulifica al espíritu tradicional del hombre en su camino defensivo y de superación.

Lo anterior merece explicación: durante miles y miles de años fuimos, como humanos, como seres gregarios, abandonando la vestidura intuitiva y salvaje, acomodándonos a las necesidades solidarias descubiertas durante largos años de experiencias positivas o negativas y claudicantes de ciertos hábitos que eran un obstáculo para el avance de la convivencia social.

Así llegamos, vencidos obstáculos poderosos, a nuestros días transformados en algo indefinido aun dentro de nuestros entornos culturales cambiantes, pero venciendo los hábitos y prejuicios religiosos, económicos y sociales, haciendo de nosotros algo diferente y diverso según las confrontaciones con los fenómenos del entorno en cada región del planeta habitado.

Hemos pasado por instantes históricos tal vez peores que el COVID-19. Los medios de información de hoy no existían, por lo tanto se desconocía entre -digamos- Europa y África, qué sucedía en cada región. Se vivía de rumores, como hoy los navegantes de las redes sociales. Y al final, denominados por la razón que fuere, los fenómenos padecidos, el mundo afectado retornaba a lo suyo, aligerados ya del peso de la fatalidad y con nuevos bríos, al trabajo: cada quien en lo suyo y adelante. Así es como hemos podido llegar a nuestros días sorpresivos de elevación científica espectacular.

Eso pues, como es evidente, permitió sobrevivir y avanzar a la colectividad mundial hacia nuevos horizontes. Cambiamos hábitos, modos de vestir y calzar, recomposición de los medios higiénicos, el modo de enterrar a los muertos, el desprecio a las creencias negativas (Lutero, en su momento histórico como coyuntura) y más aún, los científicos mejorando medicamentos, descubriendo nuevos principios universales y la fusión nuclear que apuró la II Guerra Mundial y abrió el horizonte de la comunicación digital, de los viajes lunares, de los satélites para la comunicación oportuna y la vigilancia terrenal desde ellos para la seguridad y la paz; ¿y qué le parece al lector los avances de la televisión y sus aportes educativos?

Los fenómenos sociales, quien lo dijera, impulsados por los avances científicos y técnicos. Y profundizando más en la historia del hombre y los fenómenos geológicos y demás, que sería prolífico detallar en tan corto espacio, como la noticia de que en alguna etapa de la emersión de la península bajacaliforniana, estábamos unidos al continente, unidos con las hoy costas de sonora y Sinaloa. Fenómenos de inmersión y emersión que provocaron las fallas que con sus temblores y terremotos nos preocupan –un poco menos, claro- como el virus que nos trae a mal traer.

Téngase pues en cuenta que la pandemia al final de cuentas traerá beneficios. Quizá la 4T de López Obrador sea positiva, pues su revolución no ha necesitado de balazos y ya se dio y usted apenas la viene visualizando bajo diferentes criterios, lo cual es positivo.

El espíritu del hombre es superior a cualquier fenómeno que pretenda nuestra destrucción anímica. Solo los cobardes, los negativos, los sumisos, los haraganes mentales y los impreparados, perderán otra vez en el tiempo por venir ¡y ese sí es trágico!



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Hoy en día, víctimas todos de manera diversa por la pandemia atosigante para los más y soslayada por la ignorancia o la estupidez que como un milagro se despierta cuando un familiar se les va, el derrotismo en muchos casos hace presencia y nulifica al espíritu tradicional del hombre en su camino defensivo y de superación.

Lo anterior merece explicación: durante miles y miles de años fuimos, como humanos, como seres gregarios, abandonando la vestidura intuitiva y salvaje, acomodándonos a las necesidades solidarias descubiertas durante largos años de experiencias positivas o negativas y claudicantes de ciertos hábitos que eran un obstáculo para el avance de la convivencia social.

Así llegamos, vencidos obstáculos poderosos, a nuestros días transformados en algo indefinido aun dentro de nuestros entornos culturales cambiantes, pero venciendo los hábitos y prejuicios religiosos, económicos y sociales, haciendo de nosotros algo diferente y diverso según las confrontaciones con los fenómenos del entorno en cada región del planeta habitado.

Hemos pasado por instantes históricos tal vez peores que el COVID-19. Los medios de información de hoy no existían, por lo tanto se desconocía entre -digamos- Europa y África, qué sucedía en cada región. Se vivía de rumores, como hoy los navegantes de las redes sociales. Y al final, denominados por la razón que fuere, los fenómenos padecidos, el mundo afectado retornaba a lo suyo, aligerados ya del peso de la fatalidad y con nuevos bríos, al trabajo: cada quien en lo suyo y adelante. Así es como hemos podido llegar a nuestros días sorpresivos de elevación científica espectacular.

Eso pues, como es evidente, permitió sobrevivir y avanzar a la colectividad mundial hacia nuevos horizontes. Cambiamos hábitos, modos de vestir y calzar, recomposición de los medios higiénicos, el modo de enterrar a los muertos, el desprecio a las creencias negativas (Lutero, en su momento histórico como coyuntura) y más aún, los científicos mejorando medicamentos, descubriendo nuevos principios universales y la fusión nuclear que apuró la II Guerra Mundial y abrió el horizonte de la comunicación digital, de los viajes lunares, de los satélites para la comunicación oportuna y la vigilancia terrenal desde ellos para la seguridad y la paz; ¿y qué le parece al lector los avances de la televisión y sus aportes educativos?

Los fenómenos sociales, quien lo dijera, impulsados por los avances científicos y técnicos. Y profundizando más en la historia del hombre y los fenómenos geológicos y demás, que sería prolífico detallar en tan corto espacio, como la noticia de que en alguna etapa de la emersión de la península bajacaliforniana, estábamos unidos al continente, unidos con las hoy costas de sonora y Sinaloa. Fenómenos de inmersión y emersión que provocaron las fallas que con sus temblores y terremotos nos preocupan –un poco menos, claro- como el virus que nos trae a mal traer.

Téngase pues en cuenta que la pandemia al final de cuentas traerá beneficios. Quizá la 4T de López Obrador sea positiva, pues su revolución no ha necesitado de balazos y ya se dio y usted apenas la viene visualizando bajo diferentes criterios, lo cual es positivo.

El espíritu del hombre es superior a cualquier fenómeno que pretenda nuestra destrucción anímica. Solo los cobardes, los negativos, los sumisos, los haraganes mentales y los impreparados, perderán otra vez en el tiempo por venir ¡y ese sí es trágico!



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