/ jueves 2 de mayo de 2024

El Muro | La educación del futuro

La educación del futuro tiene que ser humanista, centrada en la persona, no en los aspectos técnico-académicos, ni en la búsqueda del éxito material.

Una buena parte de la desigualdad que vemos en Mexicali comienza a gestarse en las aulas a partir de planes de estudio universitarios, impartición de clases, basadas en la generalidad, como si cada alumno tuviera la misma capacidad, deseos o limitaciones.

A pesar de eso, a algunos les va bien en la escuela y en la vida, pero no necesariamente por los saberes aprendidos, sino gracias a su genética, las relaciones familiares o a la suerte.

Foto: Imágen Ilustrativa | Freepik

El resto va a la deriva, lo cual es injusto, sobre todo porque eso podría evitarse si tan solo una persona dentro de la universidad, un profe, un directivo, dedicara tiempo a conocer al estudiante, a considerar los factores emocionales propios de un adolescente tardío, no a prejuzgar.

Si conociéramos las distintas personalidades, de seguro las planeaciones educativas serían muy diferentes a las actuales, quizá impopulares para el mundillo académico convencional, pero útiles para el estudiante.

Las universidades suelen ser presa de las modas, reaccionan a las necesidades, no son proponedoras ni visionarias. Hoy se habla de la inteligencia artificial como la herramienta milagrosa, de la misma forma en que ayer se hablaba del internet o de las TIC’s, pero casi nunca se aborda las necesidades del ser humano.

La enseñanza es un rasgo cultural, producto de modificaciones durante miles de años, no un dogma. Por lo tanto, debería de mejorar constantemente, ser realista, ofrecer herramientas básicas para el fortalecimiento emocional, que le permitan al profesionista dar su mejor versión a la sociedad. Es un clamor de varios sectores, como la OCDE, la Unesco (“A new social contract for education…”, “The futures of education”, “The future of education and skills”).

“Para sortear la incertidumbre, los estudiantes deberán desarrollar la curiosidad, la imaginación, la resiliencia (…) necesitarán respetar las ideas y los valores de los demás, tendrán que afrontar el fracaso y el rechazo y seguir adelante frente a la adversidad”.

Para construir la educación del siglo XXI, debemos también ajustar los conceptos que la rodean y motivan a más de uno a matricularse: La búsqueda obsesiva del éxito económico, el puesto suntuoso, la fama, no debe ser la meta, porque para conseguirlo se pasa por encima de muchas personas, en lugar de ayudarlas.

La educación del futuro es humanista, honesta, sincera, incluso trabaja de la mano con los padres de familia, aunque los universitarios sean mayores de edad, supuestamente autosuficientes.

vicmarcen09@gmail.com

La educación del futuro tiene que ser humanista, centrada en la persona, no en los aspectos técnico-académicos, ni en la búsqueda del éxito material.

Una buena parte de la desigualdad que vemos en Mexicali comienza a gestarse en las aulas a partir de planes de estudio universitarios, impartición de clases, basadas en la generalidad, como si cada alumno tuviera la misma capacidad, deseos o limitaciones.

A pesar de eso, a algunos les va bien en la escuela y en la vida, pero no necesariamente por los saberes aprendidos, sino gracias a su genética, las relaciones familiares o a la suerte.

Foto: Imágen Ilustrativa | Freepik

El resto va a la deriva, lo cual es injusto, sobre todo porque eso podría evitarse si tan solo una persona dentro de la universidad, un profe, un directivo, dedicara tiempo a conocer al estudiante, a considerar los factores emocionales propios de un adolescente tardío, no a prejuzgar.

Si conociéramos las distintas personalidades, de seguro las planeaciones educativas serían muy diferentes a las actuales, quizá impopulares para el mundillo académico convencional, pero útiles para el estudiante.

Las universidades suelen ser presa de las modas, reaccionan a las necesidades, no son proponedoras ni visionarias. Hoy se habla de la inteligencia artificial como la herramienta milagrosa, de la misma forma en que ayer se hablaba del internet o de las TIC’s, pero casi nunca se aborda las necesidades del ser humano.

La enseñanza es un rasgo cultural, producto de modificaciones durante miles de años, no un dogma. Por lo tanto, debería de mejorar constantemente, ser realista, ofrecer herramientas básicas para el fortalecimiento emocional, que le permitan al profesionista dar su mejor versión a la sociedad. Es un clamor de varios sectores, como la OCDE, la Unesco (“A new social contract for education…”, “The futures of education”, “The future of education and skills”).

“Para sortear la incertidumbre, los estudiantes deberán desarrollar la curiosidad, la imaginación, la resiliencia (…) necesitarán respetar las ideas y los valores de los demás, tendrán que afrontar el fracaso y el rechazo y seguir adelante frente a la adversidad”.

Para construir la educación del siglo XXI, debemos también ajustar los conceptos que la rodean y motivan a más de uno a matricularse: La búsqueda obsesiva del éxito económico, el puesto suntuoso, la fama, no debe ser la meta, porque para conseguirlo se pasa por encima de muchas personas, en lugar de ayudarlas.

La educación del futuro es humanista, honesta, sincera, incluso trabaja de la mano con los padres de familia, aunque los universitarios sean mayores de edad, supuestamente autosuficientes.

vicmarcen09@gmail.com