/ jueves 8 de noviembre de 2018

El verdadero amor

Pensares


Un hombre de cierta edad acudió a una clínica para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa y mientras le curaban le preguntaron qué era eso tan urgente que tenía que hacer.

Él dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Contó que llevaba algún tiempo en ese lugar, que tenía Alzheimer muy avanzado.

Mientras le acababan de vendar la herida, le preguntaron si ella se alarmaría en caso de que él llegara esa mañana. Él contestó que no.

-Ya no sabe quién soy, hace ya casi cinco años que no me reconoce.

Entonces le preguntaron:

-Si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?

Él sonrió y les dijo:

-Ella no sabe quién soy yo, pero todavía sé muy bien quién es ella.

Uno de los presentes tuvo que contenerse las lágrimas mientras salía y pensó: Esa es la clase de amor que quiero para mi vida.

El verdadero amor no se reduce a lo físico ni a lo romántico; el verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya no es.

Si queremos recibir amor, amemos a todo el mundo; si queremos vivir saludables, no contaminemos el mundo; si deseamos sanar, demos alegría a los enfermos; si anhelamos estar felices, sonríanle a todo lo que vemos.

No olvidemos que todo depende de en manos de quién esté el asunto. ¿Y nuestros asuntos en manos de quién están?


Pensares


Un hombre de cierta edad acudió a una clínica para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa y mientras le curaban le preguntaron qué era eso tan urgente que tenía que hacer.

Él dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Contó que llevaba algún tiempo en ese lugar, que tenía Alzheimer muy avanzado.

Mientras le acababan de vendar la herida, le preguntaron si ella se alarmaría en caso de que él llegara esa mañana. Él contestó que no.

-Ya no sabe quién soy, hace ya casi cinco años que no me reconoce.

Entonces le preguntaron:

-Si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?

Él sonrió y les dijo:

-Ella no sabe quién soy yo, pero todavía sé muy bien quién es ella.

Uno de los presentes tuvo que contenerse las lágrimas mientras salía y pensó: Esa es la clase de amor que quiero para mi vida.

El verdadero amor no se reduce a lo físico ni a lo romántico; el verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya no es.

Si queremos recibir amor, amemos a todo el mundo; si queremos vivir saludables, no contaminemos el mundo; si deseamos sanar, demos alegría a los enfermos; si anhelamos estar felices, sonríanle a todo lo que vemos.

No olvidemos que todo depende de en manos de quién esté el asunto. ¿Y nuestros asuntos en manos de quién están?


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