/ viernes 11 de mayo de 2018

Entrevista a María José Viera Gallo

MENOS FACE Y MÁS BOOK

María José, léelo en voz alta: Definitivamente…. Y no es un definitivamente quizás. Definitivamente la alegría, la morriña (que palabra más snob) y la melancolía se pelean en mi cuerpo en este momento.

Son las 8:51 de la mañana y acabo de colgar una llamada telefónica que no debía durar más de 7 ó 10 minutos de acuerdo a ese contrato no formal pactado en una conversación previa por Facebook con la escritora María José Viera Gallo.

La entrevista duró 39 minutos, minutos que se me fueron volando y que a pesar de algunos cortes (la señal se cortaba más que antebrazo de EMO) disfruté a concho.

Les cuento sobre esta extraordinaria escritora chilena. María José Viera Gallo nació en Chile en los 70’s y en su juventud fue parte de un suplemento de un periódico chileno que se publicaba en los 90’s llamado “La Zona de Contacto”. En éste se daba cabida a jóvenes talentos en la escritura (no superaban las 25 años aproximadamente).

María José asistía en esa época a un taller literario de otro joven escritor, Alberto Fuget, el cual le incentivó a tener una columna en ese periódico que es de circulación nacional. Ella decidió escribir la columna de Anita Satelices. Inicialmente esta protagonista sería como una extensión de la escritora, una joven ruda, algo punk y rebelde, pero luego de rebotar ideas con Fuget, él le sugiere:

-“Y si haces el ejercicio creativo de que sea completamente diferente a ti, que sea una niña bien… un poco desadaptada y cuica” (fresa en Chile).

De esta manera nació esta joven protagonista que durante mucho tiempo robaba suspiros de los lectores, en donde ella explicaba sus malas citas, su familia y la amistad.

Al platicar con esta escritora le pregunté en qué momento pensó o decidió ser escritora, lo que me responde: “Creo que desde siempre, ya que la verdad los números nunca se me dieron y las letras sí… me gustaban los animales cuando pequeña, quizá veterinaria, pero las letras son lo mío”.

Tanto así que me comenta que hace poco encontró su primer diario de vida, el que tenía a los 12 años y que tiene una línea que le llamó mucho la atención y que no recordaba: “Memorias de mi infancia”, una idea fuerte, contundente para una niña de esa edad.

Ese amor por las letras también lo proyecta con su fijación y amor por las bibliotecas (le hubiera gustado ser bibliotecaria de profesión… definitivamente una ambiciosa). Desde su niñez vivida en muchos países, tuvo contacto con los libros, se los topaba en cada esquina de su casa. Creció y leyó a los clásicos y a los no tanto; leyó de igual manera a Homero como a Tom Sawyer en inglés, francés y español.

Al preguntarle sobre los jóvenes, niños, si considera que leen menos en la actualidad me responde: “Creo que leen igual, más en formato PDF, pero siento que les falta esa formación más dura, más técnica, más de clásicos, pero de igual manera celebro y me devuelve la fe en la humanidad al ver a un niño de 13 años leer a Harry Potter”.

María José se dedica a dar talleres de escritura, además de ser editora en el periódico El Mercurio, que la vio nacer como columnista. Es mamá de dos hijos con los cuales le pasa algo muy curioso con la lectura: “Mis hijos crecieron con libros en todos lados de la casa y crecieron imitándome, imitando a la mamá lectora, pero ahora están entrando a una etapa de rebeldía que quieren ser lo menos parecido a mí. Así que están dejando los libros un poco de lado”.

Alguno de los libros o participaciones que ha tenido esta joven escritora son: “Verano robado” (2006), el cual le abrió muchas puertas sin buscarlo, sin quererlo; luego le siguió “Memory Motel” (2011) y la colección de cuentos “Cosas que nunca te dije” (2015). En las antologías de cuentos “Música ligera” (1995), “Disco duro” (1997), “Mp3” (Andrés Bello, 2004), “Porotos granados” (2008), entre muchas otras más.

Cabe destacar que como guionista participó en la película “Joven y alocada” (2012) que obtuvo el premio en el festival de Sundance como mejor guión.

Su último libro (que ha sido editado en España y Chile y espero que próximamente en México) fue “Química y nicotina” que en un ejercicio creativo intercambió mails con el otro escritor Maori Pérez creando cada uno un personaje. Por un lado ella, una rockera americana retirada y que vive en algún país de América latina y él un acérrimo fan.

En este libro ambos escritores disfrutaron su proceso porque fueron fieles a lo que sentían y como lo dijo María José: Fue una especie de making off de su vida.

De platicar de su último libro saltamos a las tres obras que se llevaría a un viaje y me comparte: “Franny y Zooey” de J. D. Salinger, Natalia Ginsburg y su libro “Las pequeñas virtudes” y por último, Katherine Mansfield “Fiesta en el jardín”.

Me despido esta semana con un recado para María José: Queda pendiente un café en Chile escuchando Oasis, que intercalaremos con Morrisey y House Martins. Feliz día atrasado a todas las madres…

bettancourt@gmail.com


MENOS FACE Y MÁS BOOK

María José, léelo en voz alta: Definitivamente…. Y no es un definitivamente quizás. Definitivamente la alegría, la morriña (que palabra más snob) y la melancolía se pelean en mi cuerpo en este momento.

Son las 8:51 de la mañana y acabo de colgar una llamada telefónica que no debía durar más de 7 ó 10 minutos de acuerdo a ese contrato no formal pactado en una conversación previa por Facebook con la escritora María José Viera Gallo.

La entrevista duró 39 minutos, minutos que se me fueron volando y que a pesar de algunos cortes (la señal se cortaba más que antebrazo de EMO) disfruté a concho.

Les cuento sobre esta extraordinaria escritora chilena. María José Viera Gallo nació en Chile en los 70’s y en su juventud fue parte de un suplemento de un periódico chileno que se publicaba en los 90’s llamado “La Zona de Contacto”. En éste se daba cabida a jóvenes talentos en la escritura (no superaban las 25 años aproximadamente).

María José asistía en esa época a un taller literario de otro joven escritor, Alberto Fuget, el cual le incentivó a tener una columna en ese periódico que es de circulación nacional. Ella decidió escribir la columna de Anita Satelices. Inicialmente esta protagonista sería como una extensión de la escritora, una joven ruda, algo punk y rebelde, pero luego de rebotar ideas con Fuget, él le sugiere:

-“Y si haces el ejercicio creativo de que sea completamente diferente a ti, que sea una niña bien… un poco desadaptada y cuica” (fresa en Chile).

De esta manera nació esta joven protagonista que durante mucho tiempo robaba suspiros de los lectores, en donde ella explicaba sus malas citas, su familia y la amistad.

Al platicar con esta escritora le pregunté en qué momento pensó o decidió ser escritora, lo que me responde: “Creo que desde siempre, ya que la verdad los números nunca se me dieron y las letras sí… me gustaban los animales cuando pequeña, quizá veterinaria, pero las letras son lo mío”.

Tanto así que me comenta que hace poco encontró su primer diario de vida, el que tenía a los 12 años y que tiene una línea que le llamó mucho la atención y que no recordaba: “Memorias de mi infancia”, una idea fuerte, contundente para una niña de esa edad.

Ese amor por las letras también lo proyecta con su fijación y amor por las bibliotecas (le hubiera gustado ser bibliotecaria de profesión… definitivamente una ambiciosa). Desde su niñez vivida en muchos países, tuvo contacto con los libros, se los topaba en cada esquina de su casa. Creció y leyó a los clásicos y a los no tanto; leyó de igual manera a Homero como a Tom Sawyer en inglés, francés y español.

Al preguntarle sobre los jóvenes, niños, si considera que leen menos en la actualidad me responde: “Creo que leen igual, más en formato PDF, pero siento que les falta esa formación más dura, más técnica, más de clásicos, pero de igual manera celebro y me devuelve la fe en la humanidad al ver a un niño de 13 años leer a Harry Potter”.

María José se dedica a dar talleres de escritura, además de ser editora en el periódico El Mercurio, que la vio nacer como columnista. Es mamá de dos hijos con los cuales le pasa algo muy curioso con la lectura: “Mis hijos crecieron con libros en todos lados de la casa y crecieron imitándome, imitando a la mamá lectora, pero ahora están entrando a una etapa de rebeldía que quieren ser lo menos parecido a mí. Así que están dejando los libros un poco de lado”.

Alguno de los libros o participaciones que ha tenido esta joven escritora son: “Verano robado” (2006), el cual le abrió muchas puertas sin buscarlo, sin quererlo; luego le siguió “Memory Motel” (2011) y la colección de cuentos “Cosas que nunca te dije” (2015). En las antologías de cuentos “Música ligera” (1995), “Disco duro” (1997), “Mp3” (Andrés Bello, 2004), “Porotos granados” (2008), entre muchas otras más.

Cabe destacar que como guionista participó en la película “Joven y alocada” (2012) que obtuvo el premio en el festival de Sundance como mejor guión.

Su último libro (que ha sido editado en España y Chile y espero que próximamente en México) fue “Química y nicotina” que en un ejercicio creativo intercambió mails con el otro escritor Maori Pérez creando cada uno un personaje. Por un lado ella, una rockera americana retirada y que vive en algún país de América latina y él un acérrimo fan.

En este libro ambos escritores disfrutaron su proceso porque fueron fieles a lo que sentían y como lo dijo María José: Fue una especie de making off de su vida.

De platicar de su último libro saltamos a las tres obras que se llevaría a un viaje y me comparte: “Franny y Zooey” de J. D. Salinger, Natalia Ginsburg y su libro “Las pequeñas virtudes” y por último, Katherine Mansfield “Fiesta en el jardín”.

Me despido esta semana con un recado para María José: Queda pendiente un café en Chile escuchando Oasis, que intercalaremos con Morrisey y House Martins. Feliz día atrasado a todas las madres…

bettancourt@gmail.com