/ sábado 5 de mayo de 2018

La mente

PENSARES

Un guerrero samurái fue ver a su maestro y le preguntó: ¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo? ¿Dónde están las puertas que van a ellos y por dónde puedo entrar?

Era un guerrero sencillo, los guerreros siempre son sencillos, sin astucia en sus mentes, solo conocen dos cosas la vida y la muerte, él no había venido a aprender ninguna doctrina, solo quería saber dónde estaban las puertas para poder evitar el infierno y entrar en el cielo, el maestro le respondió de una manera que sólo un guerreo podía haber entendido.

¿Quién eres?, le preguntó el maestro. Soy un samurái, le respondió el guerrero, hasta el emperador me respeta, el maestro se río y contestó, ¿un samurái? Pareces un mendigo. El orgullo del samurái se sintió herido y olvidó para qué había venido, sacó su espada y ya estaba a punto de matar al maestro cuando éste dijo: Esta es la puerta del infierno, esta espada, esta ira, este ego te abren la puerta.

Esto es lo que un guerreo puede comprender inmediatamente, el samurái entendió, puso de nuevo la espada en su cinto y el maestro le dijo: Aquí se abren las puertas del Cielo.

La mente es el Cielo, la mente es el infierno y la mente tiene la capacidad de convertirse en cualquiera de ellos, pero la gente sigue pensando que existe en alguna parte, fuera de ellos mismos.

El Cielo y el infierno no están al final de la vida, están aquí y ahora.

A cada momento las puertas se abren, en un segundo se puede ir del Cielo al infierno o del infierno al Cielo.

PENSARES

Un guerrero samurái fue ver a su maestro y le preguntó: ¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo? ¿Dónde están las puertas que van a ellos y por dónde puedo entrar?

Era un guerrero sencillo, los guerreros siempre son sencillos, sin astucia en sus mentes, solo conocen dos cosas la vida y la muerte, él no había venido a aprender ninguna doctrina, solo quería saber dónde estaban las puertas para poder evitar el infierno y entrar en el cielo, el maestro le respondió de una manera que sólo un guerreo podía haber entendido.

¿Quién eres?, le preguntó el maestro. Soy un samurái, le respondió el guerrero, hasta el emperador me respeta, el maestro se río y contestó, ¿un samurái? Pareces un mendigo. El orgullo del samurái se sintió herido y olvidó para qué había venido, sacó su espada y ya estaba a punto de matar al maestro cuando éste dijo: Esta es la puerta del infierno, esta espada, esta ira, este ego te abren la puerta.

Esto es lo que un guerreo puede comprender inmediatamente, el samurái entendió, puso de nuevo la espada en su cinto y el maestro le dijo: Aquí se abren las puertas del Cielo.

La mente es el Cielo, la mente es el infierno y la mente tiene la capacidad de convertirse en cualquiera de ellos, pero la gente sigue pensando que existe en alguna parte, fuera de ellos mismos.

El Cielo y el infierno no están al final de la vida, están aquí y ahora.

A cada momento las puertas se abren, en un segundo se puede ir del Cielo al infierno o del infierno al Cielo.

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