/ viernes 21 de abril de 2023

Menos face y más book | “El fabuloso empresario” 

Damas y caballeros, perdón por mi ausencia redactora, pero tengo una buena excusa: Mi paqueteria office no sé qué le pasó y creo que -como le dicen- “era pirata” ja, ja, así como lo leen y ya la compré como corresponde (no tenía idea la verdad, lo siento sr. Gates) y ya volví, con mucho qué contar.

Viajé a Chile y en la biblioteca familiar que de a poco voy mutilando en cada viaje que voy (me traigo unos 4, 5 libros de contrabando de la casa) me traje un libro que me tiene la cabeza de patas pa´arriba. Se llama “El fabuloso empresario” de Irving Wallace (Grijalbo, 258 páginas) y no es nada menos que la biografía de Phineas T Barnum, primer gran productor de eventos de Estados Unidos. Este señor era de nivel “guauu”, tanto para decirles que sus atracciones fueron pedidas por reyes de Inglaterra, Francia, para entretener a la corte y más de 2 presidentes “del otro lado” le invitaban a tomar el té, para charlar con él y sus artistas.

Foto: Redes sociales | tw @JoeBilby1

Esta biografía está ambientada en el año 1845 aproximadamente, en donde nuestro protagonista tiene 25 años. Lo que más me impresiona de este libro es cómo él (les recuerdo es una biografía) sin nada, llegó a tenerlo todo solo únicamente movido por el hambre de “entretener” a la ciudad, al público, como decía él y cargado de una gran honestidad que para los negocios es fundamental.

Phineas trabajaba en una tienda de pueblo y mostró desde joven cualidades para la administración, por eso no fue raro que ascendiera y quedara como gerente de la tienda. En una ocasión una fábrica que manufacturaba botellas de vidrio se quedó con mucho inventario de unas y no sabia qué hacer con ellas. Éstas llegaron a manos de este emprendedor y dijo “yo me encargo”. Lo que hizo fue vender números para una rifa, en donde los premios eran esas botellas y algunos otros regalos como jabón o fruta. Todos los boletos fueron vendidos, se deshizo de todas las botellas y generó un ingreso extra que no se lo esperaban. Así era la forma de pensar de este emprendedor.

Sus inicios como productor de eventos fue cuando vio una humilde publicidad de la supuesta “nana” de George Washington, mujer que declaraba tener 160 años. Él buscó al empresario, pidió antecedentes de ella, informes y al ver que nada sonaba a “ilegal o estafa” decidió comprarla (sí.. a la mujer afroamericana, les recuerdo estamos en el año 1830 aproximadamente). Él una vez ya con el artista en su poder generó muchas columnas en los periódicos hablando de ella, mejoró la forma de informar y de vender al artista, que el día que se presentó en un teatro fue un éxito rotundo.

Fue más de un año que salió de gira con esta mujer. Otro acto que él realizó fue el de comprar un gran museo, sin tener un solo peso (así como lo lees). Era tanto su deseo y fe de que un museo lo podía transformar y generar grandes ganancias que al enterarse del remate de uno se armó de valor y escribió una carta al responsable. Les resumo la carta, decía más o menos: “Quiero comprar su museo, no tengo dinero, pero sí buenas ideas, puede confiar en mí, soy honrado, le puedo dar referencias de empresarios y cobrarme intereses más altos que los que corresponden, pero quiero ser el dueño de ese museo”. ¡Y lo consiguió! Ya al año había pagado su deuda con intereses y lo había transformado en un lugar de conferencias, shows, obras de teatro y de exposiciones. Los periódicos de la época, lo posicionaban como el lugar icónico para conocer en Nueva York.

Es mucha la información que tiene este libro y me es imposible resumir, quizás deba dedicarle otra columna. ¡No se pierdan! Prometo que yo no lo haré…

Mail to: bettancourtcastro@gmail.com

Damas y caballeros, perdón por mi ausencia redactora, pero tengo una buena excusa: Mi paqueteria office no sé qué le pasó y creo que -como le dicen- “era pirata” ja, ja, así como lo leen y ya la compré como corresponde (no tenía idea la verdad, lo siento sr. Gates) y ya volví, con mucho qué contar.

Viajé a Chile y en la biblioteca familiar que de a poco voy mutilando en cada viaje que voy (me traigo unos 4, 5 libros de contrabando de la casa) me traje un libro que me tiene la cabeza de patas pa´arriba. Se llama “El fabuloso empresario” de Irving Wallace (Grijalbo, 258 páginas) y no es nada menos que la biografía de Phineas T Barnum, primer gran productor de eventos de Estados Unidos. Este señor era de nivel “guauu”, tanto para decirles que sus atracciones fueron pedidas por reyes de Inglaterra, Francia, para entretener a la corte y más de 2 presidentes “del otro lado” le invitaban a tomar el té, para charlar con él y sus artistas.

Foto: Redes sociales | tw @JoeBilby1

Esta biografía está ambientada en el año 1845 aproximadamente, en donde nuestro protagonista tiene 25 años. Lo que más me impresiona de este libro es cómo él (les recuerdo es una biografía) sin nada, llegó a tenerlo todo solo únicamente movido por el hambre de “entretener” a la ciudad, al público, como decía él y cargado de una gran honestidad que para los negocios es fundamental.

Phineas trabajaba en una tienda de pueblo y mostró desde joven cualidades para la administración, por eso no fue raro que ascendiera y quedara como gerente de la tienda. En una ocasión una fábrica que manufacturaba botellas de vidrio se quedó con mucho inventario de unas y no sabia qué hacer con ellas. Éstas llegaron a manos de este emprendedor y dijo “yo me encargo”. Lo que hizo fue vender números para una rifa, en donde los premios eran esas botellas y algunos otros regalos como jabón o fruta. Todos los boletos fueron vendidos, se deshizo de todas las botellas y generó un ingreso extra que no se lo esperaban. Así era la forma de pensar de este emprendedor.

Sus inicios como productor de eventos fue cuando vio una humilde publicidad de la supuesta “nana” de George Washington, mujer que declaraba tener 160 años. Él buscó al empresario, pidió antecedentes de ella, informes y al ver que nada sonaba a “ilegal o estafa” decidió comprarla (sí.. a la mujer afroamericana, les recuerdo estamos en el año 1830 aproximadamente). Él una vez ya con el artista en su poder generó muchas columnas en los periódicos hablando de ella, mejoró la forma de informar y de vender al artista, que el día que se presentó en un teatro fue un éxito rotundo.

Fue más de un año que salió de gira con esta mujer. Otro acto que él realizó fue el de comprar un gran museo, sin tener un solo peso (así como lo lees). Era tanto su deseo y fe de que un museo lo podía transformar y generar grandes ganancias que al enterarse del remate de uno se armó de valor y escribió una carta al responsable. Les resumo la carta, decía más o menos: “Quiero comprar su museo, no tengo dinero, pero sí buenas ideas, puede confiar en mí, soy honrado, le puedo dar referencias de empresarios y cobrarme intereses más altos que los que corresponden, pero quiero ser el dueño de ese museo”. ¡Y lo consiguió! Ya al año había pagado su deuda con intereses y lo había transformado en un lugar de conferencias, shows, obras de teatro y de exposiciones. Los periódicos de la época, lo posicionaban como el lugar icónico para conocer en Nueva York.

Es mucha la información que tiene este libro y me es imposible resumir, quizás deba dedicarle otra columna. ¡No se pierdan! Prometo que yo no lo haré…

Mail to: bettancourtcastro@gmail.com