/ sábado 22 de febrero de 2020

Mi mejor amiga

Pensares


Dos amigos se encontraban tomando un café y uno le comenta en tono de queja al otro: Mi mamá me llama mucho por teléfono a la oficina y solo para pedirme que vaya a conversar con ella. Siempre la misma queja: Que se siente sola.

La verdad yo voy poco y en ocasiones siento que me molesta su forma de ser. Ya sabes cómo son los viejos, cuentan las mismas cosas una y otra vez y sin mencionar de los achaques que estrena cada día y bueno, como tú sabes, nunca me faltan los compromisos: Que el trabajo, que los amigos, que las asociaciones. En fin, sabes cómo es ¿no?

El otro amigo se queda callado y luego responde:

-Yo en cambio converso mucho con mi mamá. Cada vez que estoy triste voy con ella; cuando me siento solo y cuando tengo un problema y necesito fortaleza acudo a ella y ella me conforta, me da fortaleza y siempre termino sintiéndome mejor.

-Caramba –se apenó el otro-. Eres mejor que yo.

-No lo creas, soy igual que tú o al menos lo era –respondió el amigo con tristeza-. En realidad visito a mi mamá en el cementerio, murió hace tiempo, pero mientras estuvo conmigo tampoco iba a conversar con ella, pensaba y sentía lo mismo que tú y no sabes cuánta falta me hace su presencia, cuánto daría por sentir las caricias que con tanto amor me prodigaba y que rechazaba porque ya no era un niño o cuando con torpeza le decía “yo sé lo que hago” y por ello cometí muchos errores.

-Ay amigo, si supiera ahora cómo la busco y ahora es mi mejor amiga. Cuando sentado en la tierra fría del camposanto mirando solo su foto en el muro gris, en el que le puse “te amo”, palabra que nunca escuchó de mis labios, le pido que me perdone por los muchos besos que no le di, mas el silencio me responde y cuando una brisa acaricia mis mejillas sé que ella me perdona.

Mira con ojos empañados a su amigo y luego dice:

-Discúlpame este arranque, pero si de algo te sirve mi experiencia, conversa con ella hoy que la tienes; valora su presencia resaltando sus virtudes que seguro posee; deja a un lado sus errores que de una u otra forma parte de su ser. No esperes a que esté en un cementerio porque ahí la reflexión duele hasta el fondo del alma, porque entiendes que ya nunca podrás hacer lo que dejaste pendiente, será un hueco que nunca podrás llenar. No permitas que te pase lo que me pasó a mí.

En el camino iba pensando en las palabras de su amigo, cuando llegó a su oficina le dijo a su secretaria:

-Comuníqueme por favor con mi madre, no me pase más llamadas y también modifique mi agenda porque este día lo dedicaré a ella.


Pensares


Dos amigos se encontraban tomando un café y uno le comenta en tono de queja al otro: Mi mamá me llama mucho por teléfono a la oficina y solo para pedirme que vaya a conversar con ella. Siempre la misma queja: Que se siente sola.

La verdad yo voy poco y en ocasiones siento que me molesta su forma de ser. Ya sabes cómo son los viejos, cuentan las mismas cosas una y otra vez y sin mencionar de los achaques que estrena cada día y bueno, como tú sabes, nunca me faltan los compromisos: Que el trabajo, que los amigos, que las asociaciones. En fin, sabes cómo es ¿no?

El otro amigo se queda callado y luego responde:

-Yo en cambio converso mucho con mi mamá. Cada vez que estoy triste voy con ella; cuando me siento solo y cuando tengo un problema y necesito fortaleza acudo a ella y ella me conforta, me da fortaleza y siempre termino sintiéndome mejor.

-Caramba –se apenó el otro-. Eres mejor que yo.

-No lo creas, soy igual que tú o al menos lo era –respondió el amigo con tristeza-. En realidad visito a mi mamá en el cementerio, murió hace tiempo, pero mientras estuvo conmigo tampoco iba a conversar con ella, pensaba y sentía lo mismo que tú y no sabes cuánta falta me hace su presencia, cuánto daría por sentir las caricias que con tanto amor me prodigaba y que rechazaba porque ya no era un niño o cuando con torpeza le decía “yo sé lo que hago” y por ello cometí muchos errores.

-Ay amigo, si supiera ahora cómo la busco y ahora es mi mejor amiga. Cuando sentado en la tierra fría del camposanto mirando solo su foto en el muro gris, en el que le puse “te amo”, palabra que nunca escuchó de mis labios, le pido que me perdone por los muchos besos que no le di, mas el silencio me responde y cuando una brisa acaricia mis mejillas sé que ella me perdona.

Mira con ojos empañados a su amigo y luego dice:

-Discúlpame este arranque, pero si de algo te sirve mi experiencia, conversa con ella hoy que la tienes; valora su presencia resaltando sus virtudes que seguro posee; deja a un lado sus errores que de una u otra forma parte de su ser. No esperes a que esté en un cementerio porque ahí la reflexión duele hasta el fondo del alma, porque entiendes que ya nunca podrás hacer lo que dejaste pendiente, será un hueco que nunca podrás llenar. No permitas que te pase lo que me pasó a mí.

En el camino iba pensando en las palabras de su amigo, cuando llegó a su oficina le dijo a su secretaria:

-Comuníqueme por favor con mi madre, no me pase más llamadas y también modifique mi agenda porque este día lo dedicaré a ella.


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