/ sábado 21 de septiembre de 2019

Tutti frutti sabatini

Vientos


Creo con absoluta firmeza que en nuestro país, como institución autónoma, debiera existir un Consejo de Investigación Electoral que alimentara con precisión en lo que respecta a las decisiones políticas para cargos de elección popular y de funcionarios públicos en su momento, a través de análisis individuales, las características personales de moral pública y ética profesional.

Esta clase de análisis sería previsorio de investigaciones a posteriori, delatadoras con antelación de corrupción y podredumbres personales, que salvarían al pueblo, a veces, de gallanderías que luego resultan, en el alma popular, como auspiciadas por los ejecutivos (en todos los niveles) como hoy lo oímos, incluso, en boca del Ejecutivo nacional acusando a las autoridades anteriores, como se dice en la jerga torera, al volapié; o en la deportiva, al botepronto.

Parecería una cosa sin sentido la propuesta, pero no es así. Dentro de la administración de negocios existen análisis de personal tan exitosos, que los trabajadores aprobados para los diferentes niveles empresariales y operativos de obra, cumplen a plenitud sus respectivas tareas. ¿Por qué no han de servir para calificar a los funcionarios públicos y más aún a los elegidos en los partidos para cargos de elección popular?

Se dice que los hombres públicos -y las mujeres, claro y los “otros”- no tienen vida privada. Y sí la tienen, cuando menos en sus comportamientos muy íntimos, porque en todo lo demás son como los seres comunes: sujetos a las filtraciones familiares a través de los hijos y demás familiares o amigos íntimos.

Y creo que estaríamos siendo justos, muy justos, de no discriminar sexos, porque en todos los “rincones” existen malos, buenos y regulares, dependiendo lo que cada expresión de estas tres signifique para usted. Nada más tómese un pequeño instante para imaginar el gran servicio de tal unidad propuesta, en estos días de persecuciones de exfuncionarios, expresidentes de México, que sin prueba alguna en ciertos casos y con pruebas en otros, estamos gastando millones de pesos en investigaciones. No sólo eso: las excarcelaciones sorpresivas o las encarcelaciones injustas por decisiones superiores unipersonales, venganzas irracionales, rencores entelarañados, pero siempre presentes en las mentes necias, en fin, estaríamos libres de tanta inmundicia que hoy tenemos que soportar los ciudadanos todos, pero incluyendo a jóvenes y niños, que son asunto deleznable por no haber tenido un aparato institucional que con prelación nos lo hubiera evitado.

En fin, se los dejo para pensarlo. Tal vez alguna vez se atreva un presidente, como AMLO, para que en una 5T o 6T o la que sea, encuentre la luz y tome cartas en el asunto.

Mientras todo este pequeño sueño se cumple, no se olvide usted que nuestro presidente también sueña, pero en grande: lograr desterrar la corrupción que me parece un mal genético… con el perdón de usted. Y como siempre: arrivedercci.

Vientos


Creo con absoluta firmeza que en nuestro país, como institución autónoma, debiera existir un Consejo de Investigación Electoral que alimentara con precisión en lo que respecta a las decisiones políticas para cargos de elección popular y de funcionarios públicos en su momento, a través de análisis individuales, las características personales de moral pública y ética profesional.

Esta clase de análisis sería previsorio de investigaciones a posteriori, delatadoras con antelación de corrupción y podredumbres personales, que salvarían al pueblo, a veces, de gallanderías que luego resultan, en el alma popular, como auspiciadas por los ejecutivos (en todos los niveles) como hoy lo oímos, incluso, en boca del Ejecutivo nacional acusando a las autoridades anteriores, como se dice en la jerga torera, al volapié; o en la deportiva, al botepronto.

Parecería una cosa sin sentido la propuesta, pero no es así. Dentro de la administración de negocios existen análisis de personal tan exitosos, que los trabajadores aprobados para los diferentes niveles empresariales y operativos de obra, cumplen a plenitud sus respectivas tareas. ¿Por qué no han de servir para calificar a los funcionarios públicos y más aún a los elegidos en los partidos para cargos de elección popular?

Se dice que los hombres públicos -y las mujeres, claro y los “otros”- no tienen vida privada. Y sí la tienen, cuando menos en sus comportamientos muy íntimos, porque en todo lo demás son como los seres comunes: sujetos a las filtraciones familiares a través de los hijos y demás familiares o amigos íntimos.

Y creo que estaríamos siendo justos, muy justos, de no discriminar sexos, porque en todos los “rincones” existen malos, buenos y regulares, dependiendo lo que cada expresión de estas tres signifique para usted. Nada más tómese un pequeño instante para imaginar el gran servicio de tal unidad propuesta, en estos días de persecuciones de exfuncionarios, expresidentes de México, que sin prueba alguna en ciertos casos y con pruebas en otros, estamos gastando millones de pesos en investigaciones. No sólo eso: las excarcelaciones sorpresivas o las encarcelaciones injustas por decisiones superiores unipersonales, venganzas irracionales, rencores entelarañados, pero siempre presentes en las mentes necias, en fin, estaríamos libres de tanta inmundicia que hoy tenemos que soportar los ciudadanos todos, pero incluyendo a jóvenes y niños, que son asunto deleznable por no haber tenido un aparato institucional que con prelación nos lo hubiera evitado.

En fin, se los dejo para pensarlo. Tal vez alguna vez se atreva un presidente, como AMLO, para que en una 5T o 6T o la que sea, encuentre la luz y tome cartas en el asunto.

Mientras todo este pequeño sueño se cumple, no se olvide usted que nuestro presidente también sueña, pero en grande: lograr desterrar la corrupción que me parece un mal genético… con el perdón de usted. Y como siempre: arrivedercci.