/ miércoles 29 de enero de 2020

Agüitados

El Muro


Producir una caguama (o lo que es lo mismo, 1 litro de cerveza) requiere en promedio 75 litros de agua, aunque la cantidad puede en algunos casos ser mucho mayor. Esto refiere al total de la producción que inicia con la siembra y mantenimiento del cereal. Producirla ya en la planta involucra alrededor de 5 litros: El agua es vida.

Sin embargo, existen productos más gastosos como elaborar una taza de té, para lo que se invierten 140 litros de agua; o qué tal una copa de vino y sus 120 litros, pero el colmo es un vaso de inofensivo juguito de manzana que conlleva en toda su producción la friolera de 190 litros. Todos estos datos los provee un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, mismo que advierte que las cantidades pueden variar de país en país por una serie de circunstancias, pero la cosa es que el dato nos da un norte.

Otro estudio, éste dedicado en su totalidad a la cerveza, hecho por la SAB Miller, pariente de una empresa muy conocida por estos rumbos y el Foro Mundial para la Naturaleza, puso sobre la mesa información valiosa para entender mejor la problemática del agua a nivel mundial: La huella hídrica es el reconocimiento de cuánto y en qué se gasta durante todo el proceso de producción, algo así como un ejercicio de transparencia.

La SAB con sede en Bélgica y que tiene cerveza regada por todo el planeta, hizo un análisis de producción en sus plantas de Sudáfrica y en la República Checa. La planta africana necesita 155 litros de agua por cada litro de cheve, mientras que la europea solo 45. El clima es uno de los factores que más inciden en el alto consumo.

Al final de cuentas el objetivo que persigue la empresa cervecera es en parte contribuir con el cuidado medioambiental, pero también optimizar sus recursos. Pero el problema no es el uso controlado del agua, eso no lo podemos evitar a menos que alguien desarrolle un modelo productivo más rentable que el capitalismo y más noble que los principios de la izquierda radical. El problema se encuentra en el menos peor de los casos, en la laxitud de la autoridad para vigilar sobre el uso adecuado y en el peor de ellos en la complicidad.

“Mexicanos contra la corrupción y la impunidad” realizó una investigación sobre el uso de los permisos del agua: “Las historias (…) muestran cómo el agua, un recurso de la nación, se compra, vende y explota como si se tratara de un bien privado abundante, mientras el Estado no pone ninguna traba. Esto ocurre más que por las fallas en el sistema de concesiones vigente en México desde 1992, por el diseño mismo de ese entramado legal y la debilidad de sucesivos gobiernos para aplicar las normas”.

Este trabajo, que lo encuentra en internet bajo el título “Los explotadores del agua en México”, contiene al final del texto un apartado en el que se pueden conocer todos los permisionarios por entidad. Puede visitarlo para comprobar que hay más de una razón para estar agüitado por el desperdicio y el uso inapropiado del agua…

El Muro


Producir una caguama (o lo que es lo mismo, 1 litro de cerveza) requiere en promedio 75 litros de agua, aunque la cantidad puede en algunos casos ser mucho mayor. Esto refiere al total de la producción que inicia con la siembra y mantenimiento del cereal. Producirla ya en la planta involucra alrededor de 5 litros: El agua es vida.

Sin embargo, existen productos más gastosos como elaborar una taza de té, para lo que se invierten 140 litros de agua; o qué tal una copa de vino y sus 120 litros, pero el colmo es un vaso de inofensivo juguito de manzana que conlleva en toda su producción la friolera de 190 litros. Todos estos datos los provee un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, mismo que advierte que las cantidades pueden variar de país en país por una serie de circunstancias, pero la cosa es que el dato nos da un norte.

Otro estudio, éste dedicado en su totalidad a la cerveza, hecho por la SAB Miller, pariente de una empresa muy conocida por estos rumbos y el Foro Mundial para la Naturaleza, puso sobre la mesa información valiosa para entender mejor la problemática del agua a nivel mundial: La huella hídrica es el reconocimiento de cuánto y en qué se gasta durante todo el proceso de producción, algo así como un ejercicio de transparencia.

La SAB con sede en Bélgica y que tiene cerveza regada por todo el planeta, hizo un análisis de producción en sus plantas de Sudáfrica y en la República Checa. La planta africana necesita 155 litros de agua por cada litro de cheve, mientras que la europea solo 45. El clima es uno de los factores que más inciden en el alto consumo.

Al final de cuentas el objetivo que persigue la empresa cervecera es en parte contribuir con el cuidado medioambiental, pero también optimizar sus recursos. Pero el problema no es el uso controlado del agua, eso no lo podemos evitar a menos que alguien desarrolle un modelo productivo más rentable que el capitalismo y más noble que los principios de la izquierda radical. El problema se encuentra en el menos peor de los casos, en la laxitud de la autoridad para vigilar sobre el uso adecuado y en el peor de ellos en la complicidad.

“Mexicanos contra la corrupción y la impunidad” realizó una investigación sobre el uso de los permisos del agua: “Las historias (…) muestran cómo el agua, un recurso de la nación, se compra, vende y explota como si se tratara de un bien privado abundante, mientras el Estado no pone ninguna traba. Esto ocurre más que por las fallas en el sistema de concesiones vigente en México desde 1992, por el diseño mismo de ese entramado legal y la debilidad de sucesivos gobiernos para aplicar las normas”.

Este trabajo, que lo encuentra en internet bajo el título “Los explotadores del agua en México”, contiene al final del texto un apartado en el que se pueden conocer todos los permisionarios por entidad. Puede visitarlo para comprobar que hay más de una razón para estar agüitado por el desperdicio y el uso inapropiado del agua…