/ miércoles 16 de diciembre de 2020

Gubernatura es femenino

EL MURO

Gubernatura (periodo o actividad de un gobierno) es un sustantivo curiosamente no reconocido por la Academia Mexicana de la Lengua ni por la Real Academia –quizá porque ya existe gobernanza-. Sin embargo, será cosa de tiempo para que ocurra debido a que los organismos norman lo que la sociedad dicta. El ejemplo lo da el Diccionario de Americanismos, que sí la incluye.

Derivada del latín guberno -pilotear una nave- gubernatura está morfológicamente bien construida, no así gobernatura, aunque ésta apareció primero, el registro se encuentra en la novela peruana “Aves sin nido” de 1889 "...le he dicho que conviene que deje la gobernatura porque han de venir disgustos…" (“Minucias del lenguaje”, José G. Moreno de Alba).

Alcaide, de origen árabe, quiere decir el capitán, quien manda y gobierna en una ciudad. Así que en sentido estricto esa debería ser la denominación para un Presidente o Presidenta Municipal, pero se usó para nombrar al responsable de las cárceles municipales. Alcalde, también arábigo, significa el juez.

Para 1780 la definición de alcaldesa era: “La mujer del alcalde. Iudicis sponsa (la esposa del juez)”. Tuvieron que transcurrir 212 años, es decir, hasta 1992 para que la acepción fuera “Mujer que ejerce el cargo de alcalde”. A la Academia se le ha acusado de machista. Cuesta trabajo aceptar que el organismo no impone, solo es un validador de nuestras costumbres.

El “Informe de la Real Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas” expone: “La lentitud con la que se incorporan (los cambios) no dependen del diccionario de la lengua española ni de la institución académica, sino de la sociedad. A lo largo de la historia muchas profesiones y cargos estuvieron cerrados a la mujer…”.

A diferencia de figuras jurídicas como la afirmación positiva, que al forzar equidades busca ser una especie de empujón, en este caso a la mujer, mientras el resto de la sociedad comienza a asimilar una nueva realidad, un diccionario difícilmente conseguiría al imponer un vocablo, la aceptación comunitaria.

En la actualidad tenemos directoras, gerentas, presidentas de alguna empresa, pero no con un ritmo acorde a las capacidades demostradas por las mujeres. Si en Baja California al menos dos partidos políticos (uno ya lo hizo) nominan a mujeres como candidatas a la gubernatura, la probabilidad de contar con una jefa del Poder Ejecutivo estará más cerca que nunca.

La realidad suele moverse discreta, pero constante. Pasan tan desapercibidos los cambios que cuando reparamos es porque ya los tenemos encima, es entonces cuando a nadie le queda de otra más que aceptarlos, aunque en el caso de la política le duela a la pitocracia.

vicmarcen09@gmail.com


EL MURO

Gubernatura (periodo o actividad de un gobierno) es un sustantivo curiosamente no reconocido por la Academia Mexicana de la Lengua ni por la Real Academia –quizá porque ya existe gobernanza-. Sin embargo, será cosa de tiempo para que ocurra debido a que los organismos norman lo que la sociedad dicta. El ejemplo lo da el Diccionario de Americanismos, que sí la incluye.

Derivada del latín guberno -pilotear una nave- gubernatura está morfológicamente bien construida, no así gobernatura, aunque ésta apareció primero, el registro se encuentra en la novela peruana “Aves sin nido” de 1889 "...le he dicho que conviene que deje la gobernatura porque han de venir disgustos…" (“Minucias del lenguaje”, José G. Moreno de Alba).

Alcaide, de origen árabe, quiere decir el capitán, quien manda y gobierna en una ciudad. Así que en sentido estricto esa debería ser la denominación para un Presidente o Presidenta Municipal, pero se usó para nombrar al responsable de las cárceles municipales. Alcalde, también arábigo, significa el juez.

Para 1780 la definición de alcaldesa era: “La mujer del alcalde. Iudicis sponsa (la esposa del juez)”. Tuvieron que transcurrir 212 años, es decir, hasta 1992 para que la acepción fuera “Mujer que ejerce el cargo de alcalde”. A la Academia se le ha acusado de machista. Cuesta trabajo aceptar que el organismo no impone, solo es un validador de nuestras costumbres.

El “Informe de la Real Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas” expone: “La lentitud con la que se incorporan (los cambios) no dependen del diccionario de la lengua española ni de la institución académica, sino de la sociedad. A lo largo de la historia muchas profesiones y cargos estuvieron cerrados a la mujer…”.

A diferencia de figuras jurídicas como la afirmación positiva, que al forzar equidades busca ser una especie de empujón, en este caso a la mujer, mientras el resto de la sociedad comienza a asimilar una nueva realidad, un diccionario difícilmente conseguiría al imponer un vocablo, la aceptación comunitaria.

En la actualidad tenemos directoras, gerentas, presidentas de alguna empresa, pero no con un ritmo acorde a las capacidades demostradas por las mujeres. Si en Baja California al menos dos partidos políticos (uno ya lo hizo) nominan a mujeres como candidatas a la gubernatura, la probabilidad de contar con una jefa del Poder Ejecutivo estará más cerca que nunca.

La realidad suele moverse discreta, pero constante. Pasan tan desapercibidos los cambios que cuando reparamos es porque ya los tenemos encima, es entonces cuando a nadie le queda de otra más que aceptarlos, aunque en el caso de la política le duela a la pitocracia.

vicmarcen09@gmail.com