/ miércoles 8 de abril de 2020

Típica neumonía atípica

EL MURO

No hay tests disponibles para cada uno de los casos sospechosos de Covid-19, así que las cifras que brinda el gobierno son oficiales, mas no necesariamente reflejan la realidad.

Sin embargo existen formas matemáticas de hacer una aproximación de los casos verdaderos. Una de ellas es partir de la cantidad de personas fallecidas, del tiempo que tarda en duplicarse los casos y la media de días que lleva a alguien infectado a morir, todo eso da como resultado las personas contaminadas por cada víctima letal.

De acuerdo a la cifra de muertos actualizada hasta la tarde del 6 de abril (cuando esta colaboración fue enviada), en Baja California deben existir alrededor de 8 mil personas portadoras del coronavirus, los cuales en menos de una semana se duplicarían. Ese es el crecimiento exponencial al que tanto nos han hecho referencia.

Si la comunidad minimiza la recomendación de la sana distancia, del confinamiento hogareño, tal como ha venido ocurriendo (aún hay oficinas de gobierno, de funciones no esenciales, abiertas), para finales de este mes los casos serían decenas de miles, lo cual incrementa la probabilidad de contagio a la población vulnerable y las muertes se proyectarían a centenas -en el menos peor de los casos- porque, por lo que hemos visto en otros países, ningún sistema de salud es tan grande como para atender casos que se agolpan. Por otro lado, que no existan pruebas suficientes para detectar la adquisición del virus ha orillado a que enfermos ingresados a los hospitales con síntomas severos del Covid se cataloguen como “neumonía atípica”, pero eso no es raro, tampoco es un intento de la autoridad por esconder los casos, es típico de cuando un evento desconcertante inicia. Lo mismo ocurrió al principio de la pandemia del H1N1 y apela al principio de que si no tengo la certeza de la causa exacta porque no puedo probarla, recurro a un eufemismo que englobe el posible motivo. No digo la verdad, pero tampoco miento.

La autoridad ha hecho lo que su capacidad le permite, pero fue rebasada por las circunstancias porque son políticos rodeados de técnicos y ya hemos visto que los políticos tienden a sobrevalorar su inteligencia. El principal error es haber creído que las personas somos en nuestra vida cotidiana seres razonadores que reaccionamos de inmediato ante una amenaza inminente. Los asesores no entendieron lo que implica comunicar riesgos, que es muy diferente a hacer spots para ganar elecciones.

Se desperdiciaron muchos días usando mensajes para despertar la conciencia, que solo consiguieron generar desconfianza entre el grueso de la población. El pequeño porcentaje que sí asumió el compromiso de cuidarse ha sucumbido ante la mayoría que sigue con su vida casi normal, creyendo en teorías del tipo “el virus no existe, es un invento para distraer a la población” y no hay que culparlos, a fin de cuentas son humanos que no reconocen un enemigo cuando es invisible. A pesar de todo, quedarnos en casa sigue siendo lo mejor que podemos hacer.


EL MURO

No hay tests disponibles para cada uno de los casos sospechosos de Covid-19, así que las cifras que brinda el gobierno son oficiales, mas no necesariamente reflejan la realidad.

Sin embargo existen formas matemáticas de hacer una aproximación de los casos verdaderos. Una de ellas es partir de la cantidad de personas fallecidas, del tiempo que tarda en duplicarse los casos y la media de días que lleva a alguien infectado a morir, todo eso da como resultado las personas contaminadas por cada víctima letal.

De acuerdo a la cifra de muertos actualizada hasta la tarde del 6 de abril (cuando esta colaboración fue enviada), en Baja California deben existir alrededor de 8 mil personas portadoras del coronavirus, los cuales en menos de una semana se duplicarían. Ese es el crecimiento exponencial al que tanto nos han hecho referencia.

Si la comunidad minimiza la recomendación de la sana distancia, del confinamiento hogareño, tal como ha venido ocurriendo (aún hay oficinas de gobierno, de funciones no esenciales, abiertas), para finales de este mes los casos serían decenas de miles, lo cual incrementa la probabilidad de contagio a la población vulnerable y las muertes se proyectarían a centenas -en el menos peor de los casos- porque, por lo que hemos visto en otros países, ningún sistema de salud es tan grande como para atender casos que se agolpan. Por otro lado, que no existan pruebas suficientes para detectar la adquisición del virus ha orillado a que enfermos ingresados a los hospitales con síntomas severos del Covid se cataloguen como “neumonía atípica”, pero eso no es raro, tampoco es un intento de la autoridad por esconder los casos, es típico de cuando un evento desconcertante inicia. Lo mismo ocurrió al principio de la pandemia del H1N1 y apela al principio de que si no tengo la certeza de la causa exacta porque no puedo probarla, recurro a un eufemismo que englobe el posible motivo. No digo la verdad, pero tampoco miento.

La autoridad ha hecho lo que su capacidad le permite, pero fue rebasada por las circunstancias porque son políticos rodeados de técnicos y ya hemos visto que los políticos tienden a sobrevalorar su inteligencia. El principal error es haber creído que las personas somos en nuestra vida cotidiana seres razonadores que reaccionamos de inmediato ante una amenaza inminente. Los asesores no entendieron lo que implica comunicar riesgos, que es muy diferente a hacer spots para ganar elecciones.

Se desperdiciaron muchos días usando mensajes para despertar la conciencia, que solo consiguieron generar desconfianza entre el grueso de la población. El pequeño porcentaje que sí asumió el compromiso de cuidarse ha sucumbido ante la mayoría que sigue con su vida casi normal, creyendo en teorías del tipo “el virus no existe, es un invento para distraer a la población” y no hay que culparlos, a fin de cuentas son humanos que no reconocen un enemigo cuando es invisible. A pesar de todo, quedarnos en casa sigue siendo lo mejor que podemos hacer.