En febrero de 2014, cuando La Voz de la Frontera aún se imprimía en tamaño estándar, fue publicada la primera edición de “El Muro” bajo el título “Lo que realmente deberíamos saber”.
Ahí explicaba: “En estas colaboraciones lo que haremos será abordar –con un lenguaje ameno y sencillo, porque no se trata de impresionar, sino de servir-, los asuntos que nos acongojan desde una perspectiva distinta, inusual, pero sorprendentemente útil”.
Una década después aquí seguimos, en la misma tarea, con el mismo compromiso, pero lo más importante e invaluable, con absoluta libertad creativa, sin restricción sobre los temas a tocar, por más raros que parezcan, como la vez en la que hice una fábula en rima acerca de la fauna local, desprotegida, por favorecer a la vaquita marina y al borrego cimarrón.
“Ojalá fuera yo así, bien curiosita/dijo la hermana del topo, hablando sobre la vaquita/ Nosotros vivimos abajo, como en una mina/ por eso no nos cuidan como a la marina (…) ¡Qué cosas tiene la vida!, terció la víbora con pasión/ ¿por qué nosotros no tenemos un comité de protección…?”.
Hay un tema que ha ocupado una buena cantidad de colaboraciones y es el de la educación universitaria. Lo hago con plena convicción porque cuento con evidencia para mostrar que si el sistema operara en verdad priorizando al estudiante, los resultados serían mejores para todos.
22 años de experiencia en el mundo académico como docente universitario, brindando atención personalizada al alumno, considerando sus habilidades, apoyándolo para mejorar sus limitaciones, han dado pie para escribir columnas como “Ah, la universidad”, donde en parte menciono: “El problema de la educación superior es hacer creer que en el mero cumplimiento de requisitos está la clave para el éxito…”.
En “Lo que las universidades jamás le dirán”, publicada en mayo de 2014, escribí: “Existe el mundo real y el “mundo universitario” y no, desafortunadamente no se parecen mucho”.
“La educación es simple”, “Profes salvajes”, “Universitarios sin trabajo”, “¿Investigadores?”, “La universidad, un autoengaño”, “¿Sirve la escuela actual?”, “Universidad modelo”, “Recuperar la Universidad”, “Escuela y felicidad”, “El problema de las universidades”, son otros ejemplos.
Agradezco al equipo del periódico por la confianza en estos diez años. Al director Aldo Pérez; a Elsa Camarero, editora; Jesús Urquidez, responsable del área web. Por supuesto, mi eterna gratitud a usted lector, la razón de nuestro existir.
