/ martes 12 de febrero de 2019

Mucha muchacha

El Muro


Ante los asesinatos de mujeres en Mexicali, el que varias empresas ofrezcan sus establecimientos como refugio seguro parece un solidario gesto -además de oportunista, porque publicidad gratis no se obtiene todos los días-, pero en realidad complica el asunto ya que hace creer que estamos en manos de un depredador sexual estilo Ted Bundy, cuando la situación es más compleja y nadie parece interesado en desenmarañarla.

Baja California ocupa el segundo lugar con 15.88 mujeres asesinadas por cada 100 mil habitantes y está dentro de las 10 entidades con más lesiones dolosas a mujeres. El Gobierno del Estado tiene un Instituto de la Mujer, el cual debería mostrar los avances tangibles no en la disminución de la violencia -que no es su función-, sino en lo relacionado a “fomentar las condiciones que posibiliten la equidad de oportunidades y de participación en la vida cultural, económica, política y social…” que sí ayuda a la reducción de agresiones.

Porque matar a una mujer es el extremo desafortunado de una serie de condiciones socioeconómicas desafortunadas que la colocan en una posición desventajosa. Para colmo de males, las estrategias femeninas exitosas más visibles para erradicar el machismo están volviéndose en su contra: El movimiento #MeToo (#YoTambién) que inició la activista Tarana Burke para denunciar el acoso sexual a menores sin importar género, pero que luego se hizo famoso gracias al impulso de celebridades de la farándula norteamericana, está bloqueando el crecimiento laboral.

Varios de los hombres más poderosos del mundo que asistieron al foro económico en Davos dijeron estar preocupados por no saber cómo abordar a una mujer para establecer una relación laboral sin que parezca un contacto inapropiado, por lo que eso limita el ascenso femenino. En la lista de las 500 empresas más importantes, solo 24 cuentan con mujeres directivas y en el mundo, solo el 6% de los jefes de gobierno son mujeres.

Tal parece que el problema comienza en casa: El reporte de investigación “Child gender influences paternal behavior…” destaca que papá utiliza formas comunicativas diferenciadas con sus hijos; aunque lo niegue, a la nena le canta, le habla más de su cuerpo, del compromiso, empatía, de tristeza, la enseña a ser analítica. Con el niño usa juegos rudos como las “luchitas”, pero lo más impactante es que utiliza muchas veces palabras para alentar el logro de metas, algo que no hace con la hija.

Con estos mensajes grabados en su mente, a la niña le alcanza para ser muy exitosa en el mundo escolar, algo que cualquier docente puede corroborar (son competentes, ordenadas, diligentes, disciplinadas), pero conforme crece llega el momento en que cree que parte de su rol condicionado desde el hogar es ponerse al servicio… del hombre. #Amig@DateCuenta.

El Muro


Ante los asesinatos de mujeres en Mexicali, el que varias empresas ofrezcan sus establecimientos como refugio seguro parece un solidario gesto -además de oportunista, porque publicidad gratis no se obtiene todos los días-, pero en realidad complica el asunto ya que hace creer que estamos en manos de un depredador sexual estilo Ted Bundy, cuando la situación es más compleja y nadie parece interesado en desenmarañarla.

Baja California ocupa el segundo lugar con 15.88 mujeres asesinadas por cada 100 mil habitantes y está dentro de las 10 entidades con más lesiones dolosas a mujeres. El Gobierno del Estado tiene un Instituto de la Mujer, el cual debería mostrar los avances tangibles no en la disminución de la violencia -que no es su función-, sino en lo relacionado a “fomentar las condiciones que posibiliten la equidad de oportunidades y de participación en la vida cultural, económica, política y social…” que sí ayuda a la reducción de agresiones.

Porque matar a una mujer es el extremo desafortunado de una serie de condiciones socioeconómicas desafortunadas que la colocan en una posición desventajosa. Para colmo de males, las estrategias femeninas exitosas más visibles para erradicar el machismo están volviéndose en su contra: El movimiento #MeToo (#YoTambién) que inició la activista Tarana Burke para denunciar el acoso sexual a menores sin importar género, pero que luego se hizo famoso gracias al impulso de celebridades de la farándula norteamericana, está bloqueando el crecimiento laboral.

Varios de los hombres más poderosos del mundo que asistieron al foro económico en Davos dijeron estar preocupados por no saber cómo abordar a una mujer para establecer una relación laboral sin que parezca un contacto inapropiado, por lo que eso limita el ascenso femenino. En la lista de las 500 empresas más importantes, solo 24 cuentan con mujeres directivas y en el mundo, solo el 6% de los jefes de gobierno son mujeres.

Tal parece que el problema comienza en casa: El reporte de investigación “Child gender influences paternal behavior…” destaca que papá utiliza formas comunicativas diferenciadas con sus hijos; aunque lo niegue, a la nena le canta, le habla más de su cuerpo, del compromiso, empatía, de tristeza, la enseña a ser analítica. Con el niño usa juegos rudos como las “luchitas”, pero lo más impactante es que utiliza muchas veces palabras para alentar el logro de metas, algo que no hace con la hija.

Con estos mensajes grabados en su mente, a la niña le alcanza para ser muy exitosa en el mundo escolar, algo que cualquier docente puede corroborar (son competentes, ordenadas, diligentes, disciplinadas), pero conforme crece llega el momento en que cree que parte de su rol condicionado desde el hogar es ponerse al servicio… del hombre. #Amig@DateCuenta.