/ martes 20 de marzo de 2018

Mexicali, Huitzilopóchtli y las fake news

EL MURO

Descubrir la evolución de las palabras es un maravilloso mecanismo que pone a prueba nuestra tolerancia a lo contraintuitivo…

Lo más certero sería utilizar la palabra nupcias, pero terminamos por usar boda que deriva del latín vota -votum-voveo, que significa promesa, porque es sencillo suponer que esa es la parte -la del intercambio de votos- más significativa de la ceremonia.

Por más candados que coloquen las empresas de redes sociales, por más nobles propuestas que surjan para desmentir las noticias falsas o “fake news”, eso es algo que no podremos acabar (aunque sí limitar), porque forma parte de nuestra tendencia a creer historias bombas con la condición de que tengan coherencia que nos suenen “lógicas”.

Descubrir la evolución de las palabras es un maravilloso mecanismo que pone a prueba nuestra tolerancia a lo contraintuitivo, nos permite limitar el impulso a creer en lo que leemos, porque en paleografía -la ciencia de la escritura antigua- uno se encuentra con historias increíbles, pero ciertas. Lo que leerá a continuación es verdad, incluido el último ejemplo, por más incomodidad o molestia que pudiera causarle.

En España, donde los caballeros son velludos y se dejan crecer la barba, no existía hasta la Edad Media una palabra para designar al pelo que crece en la parte ubicada arriba del labio porque nadie usaba eso. Por tal motivo, hubo que retomar bigote, que proviene del alemán “bi gott” o “bi god” –el prefijo “bi” se pronuncia como se lee- ¡por Dios!, expresión dicha cuando se veía un bigotón, algo extraño por aquellos años.

Existen voces que en castellano son más precisas, pero terminaron sucumbiendo ante el poder del latín culto o vulgar –según sea el caso- por ejemplo estrellero, viene siendo nuestro astrólogo o largueza y ladeza por longitud y latitud; no había mucha razón para acudir a multiplicar, si ya teníamos disponible amuchiguar o por qué decir octavo, si viniendo de ocho era mejor ochavo, que también era conocido por el pueblo.

Lindo proviene de legitimus, luego leyitimus, que quiere decir algo auténtico, como “hijo legítimo”; el camino que recorrió la voz fue leídimo -lídimo- leídmo-lidmo-limdo, hasta que Cervantes le dio el uso que todos conocemos, lindo, algo hermoso.

Cátedra (una clase) proviene de la grecolatina cáthedra que primero significó silla, luego fue un eufemismo para las asentaderas o el trasero y de ahí llegó cadera.

Ahora viene lo bueno: ¿Qué opinaría si le digo que Mexicali quiere decir literalmente “La casa de Huitzilopóchtli”? Luego, cómo se sentiría si le añado el detalle de que Huitzi era la deidad del sol.

Por supuesto dirá que es falso, porque usted recuerda la “ingeniosa” forma en que fue bautizado este pueblo. Pero es verdad, aunque termine siendo una sorprendente coincidencia, ya que si usted visita el “Gran Diccionario de Náhuatl” de la UNAM para consultar el significado del prefijo y sufijo, lo comprobará.

Si en el pasado nuestra nacionalista autoridad se hubiera puesto lista, habría notado el detalle para luego “vendernos” esta idea, algo que sería genial para una ciudad que es la puerta de entrada a México.

vicmarcen09@gmail.com

EL MURO

Descubrir la evolución de las palabras es un maravilloso mecanismo que pone a prueba nuestra tolerancia a lo contraintuitivo…

Lo más certero sería utilizar la palabra nupcias, pero terminamos por usar boda que deriva del latín vota -votum-voveo, que significa promesa, porque es sencillo suponer que esa es la parte -la del intercambio de votos- más significativa de la ceremonia.

Por más candados que coloquen las empresas de redes sociales, por más nobles propuestas que surjan para desmentir las noticias falsas o “fake news”, eso es algo que no podremos acabar (aunque sí limitar), porque forma parte de nuestra tendencia a creer historias bombas con la condición de que tengan coherencia que nos suenen “lógicas”.

Descubrir la evolución de las palabras es un maravilloso mecanismo que pone a prueba nuestra tolerancia a lo contraintuitivo, nos permite limitar el impulso a creer en lo que leemos, porque en paleografía -la ciencia de la escritura antigua- uno se encuentra con historias increíbles, pero ciertas. Lo que leerá a continuación es verdad, incluido el último ejemplo, por más incomodidad o molestia que pudiera causarle.

En España, donde los caballeros son velludos y se dejan crecer la barba, no existía hasta la Edad Media una palabra para designar al pelo que crece en la parte ubicada arriba del labio porque nadie usaba eso. Por tal motivo, hubo que retomar bigote, que proviene del alemán “bi gott” o “bi god” –el prefijo “bi” se pronuncia como se lee- ¡por Dios!, expresión dicha cuando se veía un bigotón, algo extraño por aquellos años.

Existen voces que en castellano son más precisas, pero terminaron sucumbiendo ante el poder del latín culto o vulgar –según sea el caso- por ejemplo estrellero, viene siendo nuestro astrólogo o largueza y ladeza por longitud y latitud; no había mucha razón para acudir a multiplicar, si ya teníamos disponible amuchiguar o por qué decir octavo, si viniendo de ocho era mejor ochavo, que también era conocido por el pueblo.

Lindo proviene de legitimus, luego leyitimus, que quiere decir algo auténtico, como “hijo legítimo”; el camino que recorrió la voz fue leídimo -lídimo- leídmo-lidmo-limdo, hasta que Cervantes le dio el uso que todos conocemos, lindo, algo hermoso.

Cátedra (una clase) proviene de la grecolatina cáthedra que primero significó silla, luego fue un eufemismo para las asentaderas o el trasero y de ahí llegó cadera.

Ahora viene lo bueno: ¿Qué opinaría si le digo que Mexicali quiere decir literalmente “La casa de Huitzilopóchtli”? Luego, cómo se sentiría si le añado el detalle de que Huitzi era la deidad del sol.

Por supuesto dirá que es falso, porque usted recuerda la “ingeniosa” forma en que fue bautizado este pueblo. Pero es verdad, aunque termine siendo una sorprendente coincidencia, ya que si usted visita el “Gran Diccionario de Náhuatl” de la UNAM para consultar el significado del prefijo y sufijo, lo comprobará.

Si en el pasado nuestra nacionalista autoridad se hubiera puesto lista, habría notado el detalle para luego “vendernos” esta idea, algo que sería genial para una ciudad que es la puerta de entrada a México.

vicmarcen09@gmail.com